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Fetichismos

por Redacción
21-03-2022

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Cuando oímos hablar de fetichismos, probablemente lo que se nos viene a la cabeza es “esa gente a la que le gustan cosas raras”. Puede que se nos venga incluso la palabra “pervertido” o “pervertida” a la cabeza. Pero si nos revisamos, puede que descubramos que nuestros gustos sexuales son más diversos de lo que pensamos.

El fetichismo es la atracción sexual hacia un objeto o una parte del cuerpo que no se considera sexualizada. Es decir, sentir atracción hacia partes del cuerpo que no sean los genitales, pechos o culo. Se podría considerar fetichismo, por ejemplo, la atracción hacia las manos, los pies, el ombligo, las axilas, etc. O hacia algún objeto como pueden ser los zapatos o la ropa interior, hablando de los más habituales. Los fetichismos se consideran dentro de las eróticas alternativas o prácticas sexuales “no convencionales”, que son aquellas que se alejan del clásico modelo de “preliminares” y coito. En inglés las prácticas eróticas alternativas se engloban bajo el nombre de kink. Desde la perspectiva médica se puede oír hablar de parafilias. Habitualmente se le ha dado una connotación negativa por el simple hecho de ser algo diferente a lo que nos dicen que es “normal” que nos excite. Pero lo normal no existe y lo diferente no tiene por qué ser algo malo, siempre que no nos dañe a nosotras u a otras personas.

¿Por qué fijarnos en un pie es raro y fijarnos en un pecho o un culo no lo es, si son todo partes del cuerpo? Lo que se supone que nos debe excitar tiene mucho de construcción social. Crecemos viendo determinadas imágenes en medios de comunicación que se centran en realzar determinadas partes del cuerpo. Y cuando somos adolescentes, podemos oír comentarios o ver algunos contenidos, por ejemplo, en películas o en pornografía, que nos indican en qué partes del cuerpo debemos fijarnos cuando alguien nos gusta.

Pero, ¿en base a qué consideramos una parte del cuerpo como erótica? ¿Por lo estético? ¿Por el placer que puede aportarnos? Los pechos y los culos pueden admirarse por considerarlas partes estéticas del cuerpo, pero si nos paramos a pensar en su funcionalidad, el pecho sirve para amamantar bebés y el culo para expulsar deshechos del cuerpo. ¿Qué sentido tiene que esas partes del cuerpo nos exciten más que un ombligo o una axila? Hay otras partes del cuerpo que pueden ser igualmente bellas y generar atracción.

Por otra parte, los genitales están asociados a las relaciones sexuales porque nos dan placer, aunque muchas personas consideran los genitales como una parte del cuerpo fea, o al menos, no especialmente bonita. Pero en este sentido, casi cualquier parte del cuerpo puede hacernos sentir placer. El pecho y el culo nos hacen sentir placer, pero también lo hacen un masaje de pies o cosquillas en la muñeca. Si cualquier parte del cuerpo puede hacernos sentir placer o ser potencialmente estética, entonces cualquier parte del cuerpo puede ser objeto de deseo y válida para excitarse al verla o tocarla.

Los fetichismos se pueden entender como prácticas que suman placer a la actividad erótica. Pero el hecho de que nos guste un objeto o parte específica del cuerpo no es incompatible con que también nos exciten otras partes del cuerpo o nos agrade el sexo más convencional. Tener un fetiche no siempre significa que, si no está ese objeto o no se centra la actividad erótica en esa parte del cuerpo, no pueda haber excitación o no interese el encuentro. O sea, que la mayoría de personas que tienen un fetiche, pueden excitarse también con otras partes del cuerpo o prácticas. Se trata de una opción más a la hora de tener encuentros, pero no tiene por qué ser la única.

Por otro lado, los fetichismos a veces están vinculados a otras prácticas alternativas, como el BDSM, la dominación, la sumisión, etc. Aunque no siempre está relacionado, para algunas personas es así y para otras no.

Además, la presencia del fetiche puede variar. Para algunas personas, centrarse en ello puede ser una forma de iniciar el encuentro erótico para luego pasar a otras prácticas. Por ejemplo, adorar un zapato, acariciarlo, lamerlo, quitarlo y luego hacer otras prácticas quizá más físicas o genitales. En otras ocasiones, puede ser algo que esté presente durante toda la relación sexual, por ejemplo, si dejamos los zapatos puestos durante todo el encuentro y también se juega con ellos a la vez que se hacen otras cosas. O se puede considerar algo sexual en sí mismo la mera interacción con los zapatos sin necesidad de nada más.

Los datos de algunos estudios muestran que los zapatos, en concreto los zapatos y botas de tacón, son de los fetiches más habituales. También otro tipo de prendas como el látex, el cuero o la ropa interior. Las personas fetichistas de cuero y látex suelen hacer referencia al tacto de la prenda, a las sensaciones que provocan e incluso al olor y al sonido. En cuanto a partes del cuerpo, los pies parecen ser los fetiches más habituales. Y las prácticas pueden ser muy diversas: acariciar, adoración, hacer o recibir cosquillas, masturbar con los pies, masajear, lamer, pisar… y a personas con el mismo fetiche probablemente les gusten cosas diferentes.

Los estudios también dicen que parece que hay más hombres fetichistas que mujeres, que los hombres tienen gustos más diversos en este sentido. Pero aquí puede haber una cuestión de género importante, ya que a los hombres se les permite explorar su sexualidad con pocos tapujos, mientras que las mujeres están más limitadas a nivel social en la expresión de los gustos sexuales. Y esto puede dar lugar a una menor exploración y, por tanto, a un menor autoconocimiento. Entonces, si a las mujeres nos dieran el mismo permiso que a los hombres para explorar nuestra sexualidad desde peques, y nos diéramos nosotras mismas ese permiso como adultas, es posible que pudiéramos descubrir también cosas interesantes, más o menos alejadas de lo que se conoce como convencional.

No se sabe muy bien cómo se generan los fetichismos. Mucha gente recuerda tenerlos desde siempre y recuerdan momentos de la infancia en los que de alguna manera ya estaban presentes. Para otras personas, son descubrimientos a raíz de la exploración erótica siendo adultos. En cualquier caso, lo que está claro es que las sexualidades son diversas y eso es maravilloso.

Cuanto más diversa es la sexualidad, más posibilidades tenemos para divertirnos y disfrutar de ella.

Es cierto que tener una erótica alternativa, en ocasiones, puede causar vergüenza, inseguridades o malestar. Esto pasa porque todo lo que se sale de lo que se supone que es “normal” está peor visto, se considera raro, o está incluso estigmatizado. Por ello, muchas veces las personas con fetichismos no se lo comunican a su pareja, por el miedo al rechazo.

Conocer a otras personas que tengan intereses parecidos a los nuestros puede ser una forma de normalizar nuestros gustos, sabiendo que hay otras personas parecidas a nosotras y que no tiene nada de malo. Una forma de hacerlo sería hablar más de estas cosas con las amistades, nos sorprendería saber según qué cosas si nos atreviéramos a hablar de ellas. O si no, también existen foros y páginas específicas dedicadas a fetichismos, BDSM y otras prácticas alternativas. Y poder comunicarnos con nuestra pareja sobre nuestros gustos ayudará a tener una erótica compartida más satisfactoria y a disfrutar de nuestras relaciones sexuales, sean cuales sean nuestros gustos.