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Fiebre botonosa mediterránea

por Leticia Montes
13-07-2021

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Las garrapatas del perro infectadas por una bacteria son las transmisoras de esta enfermedad, generalmente benigna, que provoca fiebre alta y una erupción característica.

Es una enfermedad causada por una bacteria llamada Rickettsia conorii, que se transmite a los humanos por la picadura de una garrapata y que se caracteriza por la aparición de fiebre, una erupción cutánea y una costra negruzca en el punto de la picadura.

Se trata de una enfermedad típica de los países del área mediterránea que ocurre de forma más excepcional en algunos países africanos. Los casos se producen sobre todo en primavera y verano.

La fiebre botonosa mediteránea pertenece al grupo de las infecciones transmitidas por vectores (habitualmente insectos u otros artrópodos) que son los que transportan el agente infeccioso hasta el huésped.

La bacteria responsable, la Rickettsia conorii, infecta generalmente a perros (huésped habitual) o a pequeños animales como conejos, liebres o erizos. Las garrapatas que parasitan estos animales son los vectores. Si pican a un animal infectado y posteriormente pican a una persona, pueden transmitir la enfermedad. Estas garrapatas además de parasitar animales, también pueden encontrarse en ropa o en viviendas.

Tras un periodo de incubación sin síntomas de unos 6 días (aunque puede variar entre 4-20 días), aparece fiebre alta, síntomas gripales (dolor de cabeza, de músculos y de articulaciones). En bastantes casos se puede encontrar una úlcera o costra oscura (“mancha negra”) que no es dolorosa y que es el punto donde se ha producido la picadura. En los niños es frecuente que esté en la cabeza, sobre todo detrás de las orejas, mientras que en adultos son los brazos y las piernas las localizaciones más frecuentes. Puede haber otras manifestaciones como aumento de tamaño de los ganglios del cuello o síntomas digestivos como diarrea, vómitos o dolor abdominal.

Dos o tres días después del comienzo de la fiebre, aparece una erupción en la piel que habitualmente afecta a todo el cuerpo, y típicamente a palmas y plantas, respetando la cara. Son manchas de color rojizo que pueden estar sobreelevadas (“botones”), no pican ni desaparecen al presionarlas.