Mauricio Valdes
Los sistemas de salud en casi todo el mundo han mostrado su
incapacidad para enfrentar exitosamente al microscópico virus. El impacto de
las políticas neoliberales dejó en lo exiguo a la infraestructura de salud,
medicamentos y más grave aún, al personal médico, de enfermería, administrativo
y directivo, que padecen desde hace muchos años la llamada “austeridad”, más
bien las restricciones para cumplir con su misión, principalmente preventiva.
Lamentablemente los más de 70,000 fallecidos son parte de la evidencia de estas
dificultades.
El esfuerzo de las autoridades sanitarias ha sido enorme y
merece nuestro reconocimiento. Al parecer, la imagen del impacto de la pandemia
ha causado mínimo daño, y tal vez comparativamente con otras naciones se note.
Esa referencia reiterada de que “podemos resistir, aún hay camas disponibles”,
como si el cuerpo de sanidad estuviera anestesiado y aguantara lo que sea, es
abstracta. He tenido oportunidad de conversar con amigos del cuerpo médico que
señalan como han pospuesto la atención a los demás pacientes “no urgentes” de
otras enfermedades, en aras de atender a los contagiados y enfermos de
Covid-19. Las listas de espera por demás largas y crecientes.
Hubo épocas de avances relevantes en la medicina social del
país, en la enseñanza del personal médico, que hoy día se sienten fatigados,
con peligro de caer en la incapacidad de superar el daño a la sociedad. Hacen
un llamado de alerta, porque de seguir afectando la pandemia, de un posible
rebrote que negamos, o aún peor, otra enfermedad similar, haría colapsar el
sistema de salud, aquí y en muchos países.
Proponen seguir aprovechando los avances tecnológicos,
principalmente en las aplicaciones informáticas, que pueden ayudar para
atender, en su auxilio, a los llamados pacientes de primer nivel, que ni
siquiera requerirían llegar a los consultorios, o aprovechar los consultorios
llamados de “orientación médica” que se han instalado al lado de cadenas de
farmacias. Las autoridades sanitarias podrían emprender, a la par de seguir
atendiendo la emergencia, promover la gran reforma al sistema de salud, lo que
podría ser una de las principales aportaciones de la 4T, en lugar del lastre
del sistema público que recibieron. La salud es primordial.
Observadores y críticos de medidas y ánimos están vigentes,
no se trata de atacar y condenar per se, no es justificable, sin embargo, debe
haber un peso equilibrado en los señalamientos de avances y de fallas,
principalmente insistir en las medidas eficaces que nos corresponden a los
ciudadanos y familias: protegernos y cuidarnos todos.
Estamos por superar la etapa más difícil que es adoptar
nuevas normas de relación entre las personas, que se quedan para mucho tiempo.
Llegaron para quedarse.