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Fuente Minerva

por Nuño Leal
10-06-2021

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Lucha Fratricida 

Predestinados a ocupar el liderazgo de la 4 T en Jalisco y proyectarse rumbo al 2024 por la gubernatura del Estado tanto Carlos Lomelí como Alberto Uribe pasan días de encierro, tristeza y frustración. En esta columna frecuentemente advertimos que el principal enemigo de MORENA estaba al interior de MORENA y no nos equivocamos. 

Antes y durante el proceso electoralambos personajes enfilaron sus baterías para ponerse mutuamente zancadillas. Uribe deseando la derrota de Lomelí y viceversa. Ambos metiendo mano en la campaña del otro para provocar su naufragio y tener camino libre a la gubernatura. 

Los dos personajes sumamente desconfiados de sus propios correligionarios perdieron recursos y tiempo para cuidarse las espaldas que mejorar sus campañas. Uribe se blindó en una hermética burbuja encabezada por su coordinador de campaña, Roberto de Alba, creó su propio mundo, su propia narrativa. Al final su la realidad lo puso en su lugar. Carlos Lomelí se sobrestimó, nunca intentó hacer equipo con sus candidatos a diputados locales, se cuidó y alejó de los suyos, al final recibió una contundente derrota.  

Lo trágico para MORENA es que ahora ambos personajes se perfilan para disputarse la dirigencia estatal del partido. Malos augurios para la 4 T en el 2024.

Ellas en lo suyo 

Mientras que Uribe y Lomelí erraban el rumbo, dos luchonas, polémicas, pero efectivas operadoras electorales, hacían lo que saben hacer, ganar elecciones. Con una larga trayectoria en el PRI y ahora enfundadas con la camiseta de MORENA, Claudia Delgadillo y Rocío Corona demostraron sus capacidades, sus activos, se metieron a trabajar sus distritos en Guadalajara y hoy se encaminan a ocupar sus respectivas curules. 

En la campaña Lomelí vio a Claudia Delgadillo con desconfianza, no solo porque habían sido contrincantes por la candidatura a Guadalajara, sino porque en pleno proceso electoral el hermano de Claudia, Roberto Delgadillo, se incorporaba a la planilla de regidores de Movimiento Ciudadano. Nunca hubo enlace en la campaña y Claudia hizo lo suyo y ganó. 

A Rocío Corona ni la tomaron en cuenta y la varias veces exlegisladora priista se metió a un distrito que conoce a la perfección, reactivó a sus liderazgos, canalizó a los descontentos con Movimiento Ciudadano y logró ganar y próximamente estará en San Lázaro. 

MORENA no puede perder de vista a estas dos personalidades. Distraídos en la desgastante y estéril lucha entre Uribe y Lomelí, las dos diputadas darán mucho de que hablar y construir nuevas rutas para el partido de la 4 T en Jalisco. 

Tragicomedia en el PES

Vaya ridículo hizo en Partido Encuentro Social en Jalisco. Convertido en una franquicia de un pequeño pero ruidoso grupo de expriistas zapopanos, el llamado PES se encamina a su inexorable perdida de registro

El ex priista Ramon Reyes dirigente del PES convirtió a la estructura estatal de ese partido en un enclave familiar y cimentó sus esperanzas de mantener el registro en la incorporación del “Bofo” Bautista y de Vicente Fernández Jr. como sus “imanes” electorales para sumar votos a su causa. 

La realidad todo fue un desastre. A mitad del camino, Ramon Reyes decidió declinar su inexistente campaña para subirse con Uribe en la idea de obtener puestos de trabajo para él y sus familiares. Ese proyecto abortó con la derrota de Uribe. 

Las candidaturas de los supuestos candidatos taquilleros no prendieron y la gente no cayó en el garlito de apoyar a personas sin trayectoria social y trabajo en la calle. El Bofo Bautista fue apaleado en su distrito al obtener poco más de 5 mil votos frente a los más de 46 mil de su competidora Claudia Delgadillo. 

A Vicente Fernández Jr, la elección debió haber sido un golpe durísimo a su ego y sus pretenciosas querencias. Su candidatura solo obtuvo, según los datos disponibles del PREP, 1663 votos, una cantidad ridícula que significó el 1.59% de las preferencias ciudadanas.

Mala noticias para los del PES, pero quizás buenas noticas para la democracia, donde el ciudadano decid cerrar el paso a la ambición personal, la improvisación y frivolidad en la política.