Federico Berrueto
El presidente López
Obrador tiene obsesión por el control. La realidad es su realidad, no lo que ocurre.
La mañanera es más que un ejercicio de propaganda o de ajusticiamiento
mediático a los adversarios, ha sido un recurso exitoso para construir su
realidad a la medida de sus pulsiones y visión. La disciplina en Morena es
mayor a la del régimen priísta en sus peores momentos; por igual somete al
partido y a sus legisladores. También a los empresarios, a casi todos los
medios de comunicación y a cualquier sector fuera del oficialismo. Excepciones
son la Iglesia Católica, los inversionistas y un tanto el gobierno
norteamericano.
La derrota en la
elección pasada afectó a la Iglesia. Lo abrumador y el fiasco opositor en la
elección de legisladores fue inesperado. Sin embargo, los inversionistas
resuelven sus filias a partir de sus intereses y el resultado que erige una
presidenta con amplios márgenes de discrecionalidad no es factor de certeza,
quizás sí para algunos grandes empresarios que siempre han usufructuado su
cercanía con el poder, no para los más, como ha quedado de manifiesto por el Consejo
Mexicano de Negocios y el CCE.
La viabilidad del
proyecto obradorista requiere de crecimiento económico. La polarización
blindaba al régimen y a su presidente, realidad que se pierde con la salida de
López Obrador. Los modos de Claudia Sheinbaum son más modernos y cuidados,
aunque en lo sustantivo persiste continuidad. Una diferencia es que la nueva
presidenta no es polarizante, quizás en algún momento lo pretenda, pero las
formas de López Obrador son irrepetibles y requieren un grado de cinismo y cara
dura que difícilmente pueda haber alguien que lo iguale con éxito.
Un bajo crecimiento
conspira contra el proyecto y el campo minado que se deja, especialmente en
cuanto a la crisis en las finanzas públicas y la incertidumbre que acompaña al
cambio de régimen anticipa que no podrán alcanzarse los objetivos de
recaudación y de inversión. El gobierno no tiene dinero y los particulares
invierten, pero los ya establecidos, la relocalización de empresas requiere de
un giro radical no sólo en la política energética, sino también en las reglas
que acoten la arbitrariedad del gobierno.
Las dificultades
son todavía mayores en el frente externo. Con o sin Trump en la presidencia el
futuro se avizora sumamente problemático para el régimen. En una parte eso es
funcional a Sheibaum en el sentido de que no sólo se agotó la polarización,
también la estrategia de los abrazos no balazos, cualquiera su aplicación en la
realidad. Omar García Harfuch se perfila como el funcionario que emprenderá no
sólo ajustes, sino una nueva estrategia que genere confianza hacia las
autoridades norteamericanas y, por la otra, que ofrezca mejores resultados.
López Obrador no
puede editar la realidad en la relación con las autoridades de EU. La
desconfianza es ostensible y tiene que ver con la idea de que la colusión de
los políticos con los criminales alcanza a los altos niveles del gobierno. En
esta perspectiva, fue un error grave echar su resto en la defensa del
gobernador de Sinaloa Rocha Moya y embarcar en su postura a los gobernadores
afines y a la presidenta electa. No es un error de cálculo, sino desesperación
por el temor de qué podría derivarse por el precedente de García Luna. Por lo
pronto la FGR ha demostrado encubrimiento en la investigación del homicidio de
Melesio Cuen, difícil creer que fue error o impericia de la fiscalía local; se
actuó de acuerdo con la consigna política del gobernador o de alguien más, con
el saldo de que El Mayo ha resultado más certero, veraz y creíble que
las autoridades estatales.
La economía está
colgada de alfileres y no se presenta cambio alguno para los dos primeros años.
Pemex puede ser una batalla ganable para la presidenta electa, como será la
CFE, pero generar certeza requiere mucho más y, por lo visto, ella no está
dispuesta a cambios mayores. Al menos por un buen tiempo tendrá que someterse a
la herencia que le deja su promotor, líder y ejemplo. En ello enfrentará
dilemas difíciles de procesar porque la eficacia de su gestión en el gobierno
necesariamente pasa por una revisión del legado obradorista.
Por lo pronto, en
el tema de seguridad y la relación con el país vecino es donde se muestran las
mayores dificultades. Estos asuntos están fuera de control.