Por Manuel Díaz
La gran lección que dejó la pasada
elección a los partidos políticos, fue que sus dirigentes se encuentran
totalmente alejados de las necesidades y expectativas de la sociedad y que no
entienden lo que se espera de un gobierno ni de sus representantes populares.
Morena, sin voz, pero con voto
Morena, el partido en el gobierno,
con campañas tal cual como las del PRI en los años setenta y su dirigente
nacional, Mario Delgado, obedeciendo las órdenes del compañero presidente.
Desde sus candidatos a diputados
federales, congresos locales, gobernadores, alcaldes y hasta las planillas de
cabildo, en todos los casos se eligieron candidatos que responderán como
autómatas a los designios del presidente.
No es difícil imaginar cómo votarán
en temas de seguridad, políticas clientelares, económicas y energéticas,
obedecerán lo que les dicten desde Palacio Nacional, no moverán ni una coma a
las iniciativas, su trabajó será votar y aplastar a la oposición, se encuentran
dominados por el mayor autoritarismo, México se convertirá en la Venezuela bis.
No entienden que no entienden
Del PRI, con “Alito” Alejandro
Moreno, ya AMLO entre risas y burlas, se encargó de asegurar lo fácil que será
comprar al PRI para alcanzar la mayoría absoluta.
En su mañanera explicó de forma
gráfica, casi con peras y manzanas, que para reformar la Constitución se podría
llegar a un acuerdo con una parte de los legisladores del PRI o de cualquier
otro partido, porque “no se necesitarían muchos votos” adicionales a los que
obtuvieron Morena y sus aliados.
¿El hijo de “Alito” en la secta
NXIVM?
“Alito”, es un personaje muy
pintoresco, un campechano que hacía el trabajo sucio de la familia Echeverría
Lanz, así, con el apoyo de esta familia caciquil de Campeche, alcanzó la
gubernatura. Por cierto, tiene un hijo que al igual que Clara Luz Flores y el
líder de Morena, Mario Delgado, fue invitado por Emiliano Salinas de Gortari a
formar parte de la secta NXIVM de Keith Raniere.
“Alito” dejó la gubernatura de
Campeche para ocupar la dirigencia nacional del PRI bajo la guía y asesoría de
José Murat, uno de los aliados más conspicuos del priismo que tiene AMLO. No es
un secreto que Murat opera para el camarada ni que traicionó a su partido y
asesoró a “Alito” para favorecer al inquilino de Palacio.
Ahí están los resultados, el PRI
fue el único partido que no obtuvo ninguna gubernatura, pasó de 11 a cuatro, no
ganó un solo congreso local y una buena parte de los candidatos federales que
ganaron, responden más a los intereses de Morena que del PRI.
Por lo que toca al PAN, resultó
lamentable la actuación de Marko Cortés, quien respondió mucho más a las
órdenes del exdirigente y excandidato a la presidencia de la República en 2018,
Ricardo Anaya, que a dirigir a su partido.
Las traiciones del ex candidato
presidencial: Ricardo Anaya
Ricardo Anaya desde mucho antes ya
se había vendido a AMLO, traicionó a su mentor Gustavo Madero y luego a todo el
PAN, logró que su partido no se posicionara ante el declive del PRI e incluso
atacó a los líderes tradicionales del PAN, empezando por Felipe Calderón y
particularmente contra su esposa, Margarita Zavala, a la que no permitió
contender en 2015 por una diputación federal, ni participar en la contienda por
la presidencia del partido ni en la contienda interna por la candidatura a la
presidencia de la República de 2018 y llegó al grado de ahuyentar o impedir la
participación del panismo tradicional.
Anaya impuso a los dirigentes
Damián Zepeda y luego a Marko Cortés, que de los dos no se hace uno ni
representan los principios y propuestas del PAN. En la elección del 2018, su
misión fue debilitar al priista José Antonio Meade, quien además nunca tuvo el
apoyo de la nomenclatura de su partido, es decir, de salinistas ni de los
radicales, que se aliaron a AMLO como Murat, Monreal y algunos más de esa
calaña.
Desde que los “chuchos” obtuvieron
la dirigencia del PRD, perdieron al partido
Permitieron que AMLO los
vilipendiara y pocos que tuvieron dignidad y no se fueron a Morena, como
Fernando Belauzarán, que fueron maltratados por la dirigencia. Los resultados
quedaron a la vista en esta elección.
Qué decir de Movimiento Ciudadano o
del Partido Verde Ecologista, ambos creados y apoyados por el salinismo y por
el obradorismo, hoy son los partidos bisagra, tendrán en sus manos el otorgar
la mayoría en la Cámara Baja cuando AMLO así lo requiera.
El PT, el partido del compadre de
Carlos y Raúl Salinas, ese sí actuó como remora con Morena, logró una presencia
suficiente para mantener su registro y seguirá radicalizando la política al
maoísmo de Corea del Norte país que lo subvenciona.
Al final, la sociedad mexicana
quedó relegada al clientelismo de AMLO. Si el compañero presidente se queja y
acusa -sin probarlo- de que las reformas estructurales de Peña Nieto se
hicieron con dinero, qué se podrá decir de lo que hizo para comprar a las
dirigencias de los partidos, seguramente resultó más caro y negativo para el
país.
Los partidos políticos se han
debilitado al olvidarse de su función en la sociedad para ponerse a la orden
del presidente. Han perdido legitimidad y se alejan de los principios que dicen
enarbolar. Están en crisis, urge un cambio generacional, fortalecer su vida
interna y que se permita la llegada de verdaderos representantes sociales,
porque tal como están ahora no benefician a la democracia.