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GP de Italia

por Redacción
13-09-2022

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Los tifosos callaron. Todos ellos y también los honorables invitados al “templo de la velocidad” que la veían papitas debido a la Pole Position maravillosa que marcó ayer Charles Leclerc encima de su caballito rampante colorado, esta vez, con vivos amarillos celebratorios.

Ninguna cábala, ruego a las mil vírgenes o plegarias a los cielos, pudieron contra el venenoso proceder del actual monarca, Max Verstappen, que aliado a un coche por encima de estupendo como lo es el modelo RB-18 de Red Bull (impulsado por la unidad de potencia de Red Bull Powertrains) que hasta dándose el lujo de ejercer el mínimo esfuerzo: desmanteló a las fuerzas italianas enemigas.

Y las dejó hechas migas…

Esta derrota a Ferrari propinada en el centro neurálgico de la competición en cuatro ruedas, y ante 337 mil espectadores, es más humillante (si es que esto se puede) porque ni siquiera un segundo podio que se esperaba por parte de Carlos Sainz, su otro corredor, pudo fraguarse.

Sabedores al dedillo de sus glorias pasadas y con lo presumidos que son: recordaban ayer que, en 1954, Umberto Maglioli –en la celebración de aquel Gran Premio italiano y también en Monza, por supuesto– arrancó desde el cajón número 13 para terminar la carrera como el tercero, a la espalda de Mike Hawthorn en otro de los Ferrari.

Un doble podio aun sin el triunfo, al menos, sería un buen consuelo.

Pero para acabarla de amolar este domingo, George Russell con su Mercedes que ha sido quien hoy terminó siendo el número tres en las escalerillas; también les birló ese gusto.

Tragedia nacional, porque los Mercedes de esta temporada son unas mugres carcachas y púmbatelas: asimismo lo hacen mejor que el segundo de los coches de Maranello.

Era tiempo de sacar los trapitos al sol.