El romanticismo y los finales felices todavía están vivos en el deporte. La NFL, al igual que el resto de las ligas, primero son un negocio y después, un entretenimiento después y por esa razón, entre otras cosas, ha sido cada vez más difícil ver a un mariscal comenzar y terminar su carrera con el mismo equipo.

Le ha pasado a Joe Montana, a Peyton Manning, a Tom Brady, a Brett Favre y créanme que esa lista se va a hacer más grande con cada año que pase.

No obstante, Ben Roethlisberger tuvo su "canción de cisne" en Pittsburgh y así como siempre tuvo un estilo de juego diferente, también tuvo un final distinto y decidió ir en contra de la norma que hoy vivimos.

No me malinterpreten, soy el primero en decir que estamos en esta situación por un error de manejo de la franquicia de los Pittsburgh Steelers. Hace unos dos o tres años que Roethlsiberger no es el mismo y la falta de un plan de sucesión ha hecho que Pittsburgh no tenga alternativas en la posición y desperdicie un par de años de buenas defensivas en los que, quizá, hubiesen podido ser candidatos.

Pero como el Yin y el Yang, todo lo malo tiene algo bueno y todo lo bueno tiene algo malo. Eso significó que hayamos vivido una noche mágica el pasado lunes en Pittsburgh.

En lo personal, fue una bendición poder estar allí en las laterales al considerar que mi primer Super Bowl a nivel de cancha fue precisamente en 2009 en Tampa Bay, cuando Big Ben se conectó con Santonio Holmes para que los Steelers se coronaran campeones tras vencer a los Arizona Cardinals en un verdadero partidazo que tuvo de todo.

Poder estar en la noche en que se despidió de Pittsburgh fue como cerrar un círculo de una carrera maravillosa de la cual tuve la fortuna de ser testigo.

Las críticas del presente y en años recientes no le quitan grandeza al Roethlisberger del pasado. Muchos no toman en cuenta de que hablamos de uno de los máximos referentes de una de las franquicias más galardonadas de la historia. Nadie jugó más temporadas (18) en Pittsburgh que Big Ben, quien, además de ser nombrado Novato del Año, ha ganado 164 partidos de temporada regular, 13 de Playoffs y 2 Super Bowls.

Los logros de Roethlisberger van mucho más allá de sus números. Creció en Ohio y desde la pequeña Universidad de Miami en su estado natal, donde usó el número 7 en honor a John Elway, llegó a la NFL para dejar su propia huella.

No hay dudas de que cuando llegó a la liga, los Steelers tenían una defensiva de elite, que fue vital, incluso, para el primer Super Bowl en la carrera de Big Ben, quien no tuvo un gran partido aquél día.