Eso que
llamamos oposición agrupada en “Va por México” es una coalición similar a la de
“Juntos Haremos Historia”: un muégano en el cual lo mismo están las posiciones
de izquierda, socialdemócrata, derecha, extrema derecha, empresarios,
intelectuales, periodistas y líderes religiosos. Así, mientras la alianza
oficialista está unida sólo por la figura del caudillo presidencial, en el otro
bando, sus integrantes son disímbolos ideológicamente y en sus metas, teniendo
en una sola causa en común: su rechazo al proyecto de Andrés Manuel López
Obrador.
A tres
años de las elecciones del 1 julio de 2018 y del contundentes e histórico triunfo
a favor de la alianza “Juntos Haremos Historia” motivó que el presidente Andrés
Manuel López Obrador se ufanara e ironizara al señalar que “la oposición está
moralmente derrotada”. Una humillación,
una mofa y demostración de rudeza innecesaria hacia los partidos perdedores,
que lo tomaron como una provocación y un reto para regresarle el golpe
declarativo a contragolpes de votos de castigo.
En
política nadie está muerto y, mucho menos, hay enemigos pequeños. Así, esos
opositores asestaron el primer golpe en las elecciones del 2020 cuando en
Coahuila e Hidalgo dejaron en ceros a MORENA, evidenciando sus contradicciones
internas, el desgaste de sus líderes y el tribalismo que no logran superar.
Con
muchas contradicciones, MORENA y sus aliados lograron resarcir algunas
diferencias, aunque permanecieron las confrontaciones y las derrotas, como pasó
en Nuevo León, San Luis Potosí y las del Edomex y CDMX.
Por
supuesto, la errática conducción del muégano oficialista fue aprovechada por
las oposiciones y el pasado proceso electoral, las condiciones fueron
diferentes y esa oposición tan variopinta algo hizo y bien que, pese a ser otra
vez derrotados, lograron contener y hasta agendarse algunas victorias si nos
atenemos y revisamos con cuidado las cifras.
Esa
“oposición moralmente derrotada” les quitó alrededor de cinco millones de votos
a la alianza lopezobradorista, les pegaron a 34 distritos electorales
federales, avanzaron otra vez en los principales municipios urbanos, los
derrotaron en nueve de las 16 alcaldías de la CDMX, le ganaron gran parte de la
zona norte del Valle de México, además, en la península de Yucatán, gran parte
del norte y en el Bajío, como fue Querétaro, las votaciones fueron copiosas a
su favor.
¿Qué
funcionó? Aprovechar el descontento de la población urbana y clasemediera
contra las decisiones del gobierno federal y haber logrado colocar en la
ciudadanía que hay otras opciones ¿Qué no les funcionó?, pues sin duda que hay
población afín al PAN que no gusta votar por el PRI ni por el PRD, así como de
estos partidos por alguno de los cuadros panistas.
La
coalición opositora le funcionó que hubiera voluntad de los dirigentes
políticos del PAN, PRI y PRD, así como de empresarios y grupos de presión
interesados en detener las políticas del presidente López Obrador. Pero está en
duda si éstos van a seguir fondeando con apoyos económicos y sociales a sus
candidatos para el largo trecho al 2024, pues en estas filas lo mismo hay
grandes demócratas que diminutos golpistas, así sean minoritarios.
Esta
coalición opositora tiene ventajas como haber logrado unificarse para las
elecciones, pero encierra muchas dudas si podrán salvar la aduana de las
agendas legislativas e ideológicas como son los derechos de las mujeres, de la
LGBTIQ+, entre otras.
El camino
para el 2024 tiene aduanas complicas por el crecimiento y fuerza que tendrán
los aspirantes de la alianza de la 4T:
la renovación de gubernaturas del 2022 en Hidalgo, Tamaulipas, Durango,
Oaxaca, Aguascalientes y Quintana Roo. Los opositores deberían apostar a ganar
al menos dos estatales y apostarles a conquistar los municipios más importantes,
donde ya tienen la experiencia de gobierno y aceptación.
Para el
2023, sin duda, la concentración debe estar en el Estado de México, donde el
panismo salió fortalecido, pero el PRI aún da señales de vida. En el caso de
MORENA, las divisiones del Grupo Texcoco podrían profundizarse y abriendo
ventanas de oportunidad para los opositores. Si esta alianza va en serio, ya
deberían estar construyendo esa candidatura para estar sólidos en la antesala
del 2024.
Si en
esta elección, los opositores tuvieron a su favor tuvieron nuevos liderazgos,
caras frescas que estuvieron más allá de los partidos políticos y ganaron
simpatías; en contra siguen pesando negativamente figuras desgastadas como la
de Ricardo Anaya y de los ex presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, por
citar algunas.
Para el
2024 habría de considerar dos bloques fuertes desde la oposición. Por un lado, los
panistas del Bajío (Querétaro, Guanajuato, SLP) que podrían ser el grupo más
fuerte para encabezar la alianza con lo que queden del PRI y PRD, dado que demostraron
músculo y capacidad estratégica como fue la victoria rotunda en Querétaro
El otro
bloque que no debe minimizarse es. Movimiento Ciudadano, el cual ya prepara
tres prospectos que quieren correr por rutas nuevas y dar la sorpresa para las
siguientes elecciones. Y ahí están el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, el
electo de Nuevo León, Samuel García y hasta el alcalde electo de Monterrey,
Luis D. Colosio Riojas.
Quizá en
esta calentura futurista no faltara que surja algún representante del sector
privado que, como el famoso Manuel J. Clouthier, quiera darse baños de pueblo y
buscar el voto popular, pero aún están muy verdes para que esto ocurra, dado
que los visibles como Claudio X González o Gustavo de Hoyos tienen más
negativos que positivos.
La
oposición piensa en el 2024 y están calentando la estufa como lo están los
aspirantes que giran alrededor de Juntos Hacemos Historia. Falta mucho, pero el
tema está ahí, empujado por el propio López Obrador y alentado por los aliados
de todos los actores políticos, sociales y económicos. Agárrense.
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