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Hipersexualidad en hombres y mujeres: ¿una adicción al sexo?

por Redacción
21-10-2021

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Causas de la adicción al sexo

Las causas de la hipersexualidad no son claras pero, tal como ocurre con otras disfunciones sexuales, suele deberse a elementos de tipo psicosocial -por ejemplo, la socialización relacionada con el género y con cómo se vive la sexualidad, y también puede haber elementos psicológicos relacionados con experiencias sexuales pasadas.

Entre estas últimas se encuentran desde las experiencias de abusos sexuales hasta las de rechazo o fracaso de la vida sexoafectiva posterior. Por otro lado, la hipersexualidad ha sido definida también como una situación relacionada con el poco control sobre los impulsos.

Por otro lado, la hipersexualidad también se ha relacionado con el uso de sustancias agonistas de la dopamina, que pueden prescribirse en algunos trastornos neurodegenerativos como el Parkinson. Esto último se ha relacionado especialmente con varones jóvenes.

Hipersexualidad masculina

La hipersexualidad es desarrollada por hombres con mayor frecuencia que por mujeres. Esto puede estar relacionado con que, en las sociedades occidentales, los hombres crecen en una permisividad muy significativa hacia las conductas sexuales o incluso con la oportunidad de acosar sexualmente sin mayores consecuencias.

No es de extrañar que, en muchos casos, el sexo se convierta en un remedio para reducir el malestar emocional, siendo la actividad sexual una conducta obsesiva. Esto mismo puede generar en la persona sentimientos de culpa y de una sensación importante de pérdida de control.

Hipersexualidad femenina

La hipersexualidad se desarrolla en menor medida en mujeres, y se trata de una situación poco explorada en términos clínicos. Anteriormente se conocía como “ninfomanía”, concepto que proviene de la psiquiatría francesa del siglo XVIII y que se usaba para designar el deseo sexual insaciable en mujeres.

Si bien puede haber mujeres con conductas adictivas relacionadas con el sexo, la idea clásica de la ninfomanía responde a imaginarios contradictorios sobre lo femenino. Dichos imaginarios oscilan entre la hiperfeminidad y la hipersexualidad, y la infantilización o el buenismo.

En según qué contexto se valoran o se penalizan unos y otros imaginarios. Por decirlo de otra manera, las manifestaciones del deseo sexual y las conductas relacionadas con la sexualidad no se consideran trastornos en todos los contextos.