Estrategia antinarco de EU, solo
controlar relación droga-consumo
Por Carlos Ramírez
El arresto sorpresivo del capo Rafael Caro Quintero no debiera echar las campanas al vuelo en Estados Unidos ni en México; en los hechos, ninguno de los narcos arrestados aquí y varios extraditados han modificado la relación directa que más importa a la estrategia estadounidense: la correlación droga-consumo que mantiene de manera precaria la estabilidad social en la sociedad americana.
Los últimos casos han sido muy significativos: el todopoderoso jefe del Cártel de Sinaloa, Joaquín El Chapo Guzmán, y el secretario de Seguridad Pública de Felipe Calderón, Genaro García luna, están presos en Estados Unidos, pero de manera pública no se sabe si en realidad han aportado información reveladora para destruir a los principales cárteles mexicanos que tienen el control de la venta de droga al menudeo en las calles americanas.
La nueva directora de la DEA se congratuló de haber participado en el operativo de arresto de Caro Quintero, pero las evaluaciones de esa agencia antinarcóticos desde 2005 han registrado el crecimiento de los cárteles mexicanos en el tráfico, distribución y venta al menudeo de droga dentro de Estados Unidos, sin que esas redes del narcotráfico hayan tenido ninguna merma ni ningún combate directo.
Caro Quintero era una espina clavada en el costado de la DEA por la insistencia de los compañeros del agente Enrique Camarena Salazar y la existencia de una Operación Leyenda para arrestar y castigar a los responsables de su secuestro, tortura y crimen de 1985. Sin embargo, no habrá que desdeñar una de las hipótesis en ciertos sectores de análisis de inteligencia mexicanos: como cartucho quemado, Caro era sacrificable, pero se tienen muy aceitados los mecanismos de control de daños para que el expediente Camarena que involucra al ex secretario de Gobernación y hoy director de la CFE, Manuel Bartlett Díaz, no sea reabierto, aunque el funcionario seguirá en la lista negra estadounidense que le impide viajar a territorio estadounidense.
Por ello, también, hay que analizar con frialdad los mecanismos judiciales que tiene a la mano Caro Quintero para impedir su extradición a Estados Unidos y permanecer en prisiones mexicanas hasta su extinción; es decir, que podría existir un distanciamiento mexicano de la extradición, y más por el entusiasmo estadounidense que tergiversó el sentido político interno del arresto y la intención de la DEA de apropiarse del operativo.
Al actual gobierno mexicano no le interesa cualquier información que pudiera tener Caro Quintero de las complicidades para el tráfico de drogas en la zona Sinaloa-Sonora. En la realidad del crimen organizado, Caro Quintero era una pieza chica y sacrificable.
En el escenario de la fase actual del crimen organizado en México, el expediente más importante se centra en el Cártel de Sinaloa de los hijos del Chapo que tiene el control de la producción, tráfico, introducción a Estados Unidos, distribución y venta al mayoreo y al menudeo del fentanilo dentro del territorio estadounidense, pero en el escenario de que el encarcelamiento del Chapo de nada ha servido a la DEA y a las autoridades americanas para disminuir la disponibilidad de droga.
La parte más importante del narcotráfico en América y ahora en sus ramificaciones a Europa y China se localiza en el consumo de drogas, no en la distribución, y para México el problema más grave se encuentra en el tráfico ilegal de armas que ha propiciado la construcción de un poder criminal de destrucción en las bandas delictivas superior al de las fuerzas regulares de seguridad, aunque todavía muy por abajo de la capacidad de fuego de la Guardia Nacional y de las fuerzas armadas.
El arresto de Caro Quintero en el contexto de la mini cumbre México-EU en la Casa Blanca ofrece un escenario solo mediático para satisfacción de ambos países y ha mostrado la existencia de mecanismos reciclados de colaboración binacional. La DEA tuvo que tragarse los sapos del embajador que Ken Salazar cuando dijo que la operación contra Caro Quintero había sido solo mexicana.
Frente al gravísimo y creciente problema migratorio, el tema del narcotráfico en las relaciones México-EU ha pasado a segundo o tercer lugar, aunque el gobierno estadounidense seguirá ejerciendo presión sobre la estrategia mexicana para destruir el Cartel de Ovidio Guzmán López y tratar de frenar la consolidación del cártel Jalisco como un grupo paramilitar.