Mapa político 2024: la oposición no pudo, no quiso, o nos engañó
Después de dos años y medio de haber construido un discurso triunfador aliancista contra Morena y de haber vendido la ilusión de una asociación opositora con capacidad para construir --ahora sí-- una transición a la democracia republicana, una sola decisión del PAN destruyó las ilusiones del 2024: la candidatura panista a la gubernatura del Estado de México fue el anuncio de la ruptura de la alianza opositora va por México.
Y a pesar de que existen todavía ciertos resquicios para declinaciones más adelante o acuerdos plurales o frentes emergentes de aliados, el caso fue que la oposición mexicana de nueva cuenta demostró su falta de escenarios políticos de largo plazo y la mezquindad de sus oligarquías dirigentes.
En el camino, los dirigentes del PRI, el PAN y el PRD y sus importantes padrinos empresariales --la Coparmex y el empresario ultraderechista Claudio X. González-- cometieron el error político de despertar expectativas en importantes y plurales sectores sociales --individuales y organizados-- en el sentido de que había una voluntad conciliadora para polarizar de manera positiva al país entre Morena y toda la oposición.
Numerosas agrupaciones sociales se quedaron ya varadas en el camino porque las dirigencias de los partidos opositores registrados decidieron proteger sus propios intereses locales. Y en todo caso, lo que falta es aclarar si alguna vez hubo la posibilidad de una alianza opositora que sumara la mayoría para derrotar a Morena en las legislativas y presidenciales o si todo fue un gran engaño organizado por Marko Cortés, Alejandro Moreno Cárdenas y Jesús Zambrano o si estas dirigencias carecieron de la fortaleza individual y pensamiento político para, primero, lograr una alianza entre los tres más importantes partidos de oposición, luego para diseñar una propuesta política de transición del régimen priista a una República de instituciones y al final potenciar los equilibrios de un Gobierno de coalición.
Los dirigentes de la oposición derramaron la leche antes de venderla. Los tres dirigentes anduvieron por todo el país cantando la victoria con la suma aritmética de las votaciones de cada uno y agregándole, sin un acuerdo político en serio, los porcentajes de Movimiento Ciudadano y en ese momento... ¡albricias!... tenían ya la mayoría de 53% de votos para hacerse de la Presidencia de la República y de las mayorías en las dos cámaras.
El presidente panista Marko Cortés decidió usar la aguja para pinchar el globo de las expectativas y las ilusiones mayoritarias; y aunque no hay razonamientos serios que expliquen su comportamiento, se puede interpretar que Cortés solo aplicó el realismo político para concluir la imposibilidad de la alianza y por lo tanto romper la coalición Va por México con la candidatura panista al Estado de México, cuando se suponían conversaciones para una gran coalición que constituyera el trampolín para la presidencial de 2024.
La ruptura de facto de la alianza opositora en el Estado de México le quitó el último alfiler que le quedaba al presidente nacional del PRI para mantenerse en el cargo ante la ofensiva de la facción peñista que quería justamente impedir la alianza opositora mexiquense con un candidato panista, solo que con las expectativas previas de algunas encuestas que señalan que el PRI en solitario solo podría aspirar al 20% de los votos.
Las cifras electorales del 2017 revelan que el PRI perdió las elecciones ante la candidatura de Delfina Gómez por Morena, pues el candidato Alfredo del mazo Maza solo consiguió 29.7% de votos priístas, contra el 30.7% de la morenista y que la victoria la logró el tricolor con la suma de votos del PT, el Verde y Nueva Alianza, los dos primeros aliados a López Obrador desde el 2018 y el tercero disuelto por falta de votos. La panista Josefina Vázquez Mota apenas consiguió el 19% de votos hace seis años.
La disolución en la práctica de la alianza opositora rompe cualquier expectativa de resistencia ante el avance lopezobradorista y catapulta la ventaja hacia 2024. El mensaje de fondo de la crisis opositora mexiquense es muy claro: la oposición quiso engañar a los electores con una coalición y carecerá de autoridad política para construir una candidatura unitaria en 2024.