Krauze-Camín: enemigos colegas; enemigo de mi enemigo, mi amigo
En uno de sus ensayos más provocadores que haya escrito, Gabriel Zaid publicó es más revista Vuelta número 56 (julio de 1981) un ensayo malicioso titulado Colegas enemigos. Una lectura de la tragedia salvadoreña. Su tesis era muy sencilla: rastreó las relaciones entre la derecha y la izquierda cuando estaban peleadas entre sí y luego cuando se conjuntaron para tratar de conquistar el poder en El Salvador. Una de las reacciones más severas contra ese texto fue la de la revista Nexos y del propio Héctor Aguilar Camín.
Sin embargo, en esas vueltas intelectuales que da la vida, ahora nos encontramos frente a un escenario --¿hegeliano-marxista?— de la historia que se repite como farsa –Marx dixit—: El ensayista Enrique Krauze condujo una confrontación de largo aliento con el escritor Camín —compañeros en el doctorado de historia en el Colegio de México y firmantes entonces de textos conjuntos—, el primero desde la revista Vuelta y ya incorporado al Grupo de Paz y el segundo desde la revista Nexos, un choque de intelectuales que marcó de manera negativa el ambiente intelectual de mediados de los setenta hasta la muerte del poeta Octavio Paz a finales del siglo XX.
A partir del modelo analítico de Zaid, nos encontramos ante un escenario de enemigos-colegas a partir del criterio de Machiavelli mezclado con Tzun Zu de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo. En un artículo publicado en una revista Letras Libres número 287 de noviembre de 2022, Krauze firma un texto de no más de dos páginas para celebrar su reencuentro social e intelectual con su ahora esa exadversario Aguilar Camín pasando por encima de las viejas rencillas que le causaron muchas penas y enojos a Octavio Paz —jefe intelectual de Krauze— y que venían de cuando menos tres polémicas memorables: en 1972 entre el suplemento La Cultura en México y la revista Plural, finales de 1977 y principios de 1978 con la polémica Paz-Monsiváis en Proceso y los choques directos de Krauze y Camín antes de la muerte de Paz en 1998.
Ahora resulta porque Krauze y Camín se reconcilian como amiguis y sin ofrecer una explicación coherente e intelectual a sus lectores y seguidores, recordando el primero sus viejas amistades con el segundo, a pesar de que “en 1976 tomamos caminos distintos”. Hasta su muerte, Paz recordaba con amargura aquella provocación de Carlos Monsiváis y el suplemento La cultura en México de agosto de 1972 calificando —con temor, ciertamente— al grupo ideológico de Paz como de liberales, pero en segundo pensamiento tachándolos de reaccionarios y conservadores; Paz contestó en octubre con uno de los debates más sólidos en la revista Plural sobre los escritores y la política tratando de desentrañar los misterios del mundo platónico de las ideas y el territorio machiavelliano de la realidad.
Lo que provocó la reconciliación Krauze-Camín lo explica claramente el primero: “hoy volvemos a estar juntos no en las páginas de los libros que intercambiamos, sino en la mira del poder presidencial”, pero sin recordar Krauze que su crítica a Camín fue por su relación intelectual y dependencia económica en grado de complicidad de Carlos Salinas de Gortari y del superasesor salinista Joseph-Marie Córdoba Montoya. Krauze recuerda en su texto actual --pero con enfoque anecdótico-- algunas de las polémicas y acusaciones graves de Paz Aguilar Camín y respuestas agresivas de éste, incluyendo la respuesta de Camín al ensayo salvadoreño de Zaid en nombre de la izquierda revolucionaria marxista salvadoreña.
Paz fue inflexible en sus acusaciones de que Camín y Nexos representaban intereses políticos que nada tenían que ver con el mundo intelectual y una de las polémicas más recordadas estuvo alrededor de la reunión intelectual internacional de Paz después de la caída del muro de Berlín con recursos privados y luego la respuesta institucional financiada con recursos públicos de Salinas realizado como Coloquio de Invierno por Camín. En la historia de ese conflicto se recuerda el texto memorable de Paz titulado “La conjura de los letrados”, donde pasó revista a una cultura libre que representaba su propuesta de revisión del fracaso soviético y la parodia de debate de Nexos en el coloquio más en la lógica salinista.
Ahora, Krauze y camino como enemigos colegas establecen un reencuentro que no es estrictamente amistoso, sino de ideas, enfoques ideológicos y sobre todo la confrontación vigente del pensamiento liberal clásico de Krauze y la permanencia de Camín en las corrientes del oportunismo político de coyuntura que antes fue del realismo revolucionario priísta y ahora trata de vestirse de una socialdemocracia aguada, lo que significa que Krauze está perdiendo más al aliarse con Camín.
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