Al IFE/INE no lo han tocado: lo han
manoseado con las manos sucias
Por Carlos Ramírez
Después de que al Instituto Electoral en sus dos grandes etapas no solo lo han tocado, sino que lo han manoseado para tergiversar su espíritu original, ahora resulta que la sociedad no quiere que se toque al organismo encargado de organizar las elecciones.
El INE lo fundó Salinas de Gortari, los reformó Ernesto Zedillo, lo entregó al PRIAN Vicente Fox, lo metieron en el súper fraude electoral del 2006 y el presidente Peña Nieto tocó casi todo el Instituto e impuso a Lorenzo Córdova Vianello como consejero presidente a partir de un pacto secreto con el PAN.
El Instituto Electoral nació del fraude electoral organizado por Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari y Manuel Bartlett Díaz en 1988 y partió de una iniciativa del propio sistema/régimen/estado priista y sus alianzas con el PAN institucionalizado.
Las reformas que sí le han hecho al Instituto ampliaron sus funciones, burocratizaron en su estructura y le dieron a una autonomía que raya en la autogestión autocrática de una burocracia dorada. Pero en todas las reformas, no se ha tocado la estructura interna: un organismo autónomo, una élite burocrática nombrada por los partidos políticos a partir de compromisos y cuotas de poder y la función asumida de creerse el espacio defensor de la democracia que le corresponde a la totalidad del régimen.
Los consejeros presidentes han sido nombrados a partir de compromisos políticos dominados por el PRIAN, con presiones para evitar la modificación de la estructura electoral que pudiera convertirse en un motor real para el cambio de sistema/régimen/Estado y trascender la estructura política de México que sigue siendo priista, a pesar de dos sexenios panistas y un cuatrienio morenista.
El fraude electoral del 2006, las irregularidades del 2012 y la penetración del crimen organizado en la vida política electoral en 2021 han desbordado la capacidad funcionalista del Instituto y abandonado los juegos electorales a la ley de los más fuertes.
Y a pesar de que el Instituto ya dio de sí y requiere una cirugía mayor, ahora resulta que el INE no se toca, a pesar de que se ha tocado tantas veces que su rostro actual es diferente al de 1990 de su fundación.
La propuesta presidencial de reforma-político electoral de López Obrador es similar en sus intenciones a la de 1977-1978 que reconfiguró la estructura de elección de gobierno en la República. Hoy el INE requiere terminar con el modelo de consejeros electorales y convertirse en un organismo autónomo electoral en el que no estén representados los partidos políticos ni exista la casta dorada de pomposos consejeros electorales, sino una oficina que de manera sencilla organice las elecciones con funcionarios profesionales.
Poco se conoce en México que el sistema electoral estadounidense es local, que no existe en ningún INE americano, que no hay ningún Córdova Vianello con sus neurosis del micrófono tuitero, que no existen consejeros electorales y que las elecciones son irregulares en tanto que los políticos son tramposos, pero con un sistema legal que ha podido frenar la ruptura institucional.
El INE actual es producto del Pacto por México del presidente Peña Nieto con la élite del PAN y la burocracia conservadora del PRD de Los Chuchos, pero en un escenario de una corriente política de Morena que proviene de la izquierda marxista y que está planteando, desde su mayoría democrática, la modificación de la estructura electoral.
El actual INE ya no puede ser garante y cada vez lo ha sido menos de elecciones realmente democráticas y se ha convertido en un embudo que hoy tiene todos los tintes de partido político antipopulista, ante el fracaso ideológico del PAN, el salinismo del PRI y el oportunismo del PRD de Los Chuchos. En el contexto actual, el INE está calificando las corrientes políticas viables que debieran participar en las contiendas y está condenando de antemano a Morena por un presunto populismo que no ha modificado la estructura funcional del sistema/régimen/Estado, al grado de que su reforma político-electoral pudiera ser derrotada en las votaciones legislativas y nunca se ha pensado en imponerla por golpe de Estado.
El INE debe ser remodelado y hoy es la gran oportunidad de lograrlo, pero resulta que la construcción de un frente conservador controlado por el empresario ultraderechista Claudio X. González ha armado un bloque de poder antilopezobradorista y no está pensando en términos democráticos.
Por tanto, el INE se debe tocar para perfeccionar la democracia mexicana y su reforma se debe hacer en el escenario legislativo.
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