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Jubileo de Platino: cuán preparada estaba Isabel II

por Redacción
08-02-2022

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A menudo se dice que la reina Isabel II vivió la primera década de su vida con poca expectativa de su destino real. Era una niña sin preocupaciones, aparentemente, que pasaba su tiempo jugando con sus caballos y perros, afortunadamente libre de la sombra de lo que le esperaba.

Este 6 de febrero cumple 70 años de reinado.

Pero cuando nació era hija del segundo hijo del rey y por lo tanto alejada de cualquier perspectiva seria de suceder a la Corona británica, y mucho menos reinar sobre los aproximadamente 500 millones de habitantes de lo que entonces se conocía como la Mancomunidad e Imperio Británicos.

Diciembre de 1936 se convirtió así en el dramático punto de inflexión en este escenario cuando su tío David, el rey Eduardo VIII, sorprendió al mundo y a su familia al abdicar del trono para casarse con Wallis Simpson, su amante estadounidense divorciada, arrojando a Isabel, de 10 años, a la línea directa de sucesión.

Su padre, el príncipe Alberto, tomó el título de rey Jorge VI, y su hija mayor ahora se convirtió en su heredera inmediata, la primera en la línea.

Pero ¿agarró esto realmente desprevenida a la joven princesa?

"Papá va a ser rey", le informó Isabel a su hermana Margarita Rosa, de seis años, ese día de diciembre, para explicarle los repentinos vítores de las multitudes que se reunieronn frente a su casa en Piccadilly.

"¿Eso significa que vas a ser reina?", le preguntó Margarita.

"Sí", respondió Isabel con frialdad. "Supongo que sí".

"¡Pobre de ti!", respondió su hermana menor con humor según le contó a la historiadora Elizabeth Longford a principios de la década de 1980.

Pero Margarita optó por omitir la broma cuando volvió a contar la historia dos décadas después al historiador Ben Pimlott. Se centró más bien en cómo la nueva heredera parecía reacia a bromear u obsesionarse en su dramática elevación.

"No lo volvió a mencionar", le dijo la princesa a Pimlott.

Entonces ¿qué sabía la princesa Isabel a los 10 años? ¿Y cuándo lo supo?

El primer modelo de la reina Isabel II para lo que se convirtió en su destino fue su amado abuelo, el rey Jorge V (1865-1936).

Ella lo llamaba "abuelo Inglaterra", lo que demuestra cuán astutamente la niña ya captaba la esencia del negocio real.

Jorge V se distinguió "por no ejercer dones sociales, por no tener ningún magnetismo personal ni ningún poder intelectual", admitió su biógrafo oficial John Gore. "No era ni un ingenio ni un brillante raconteur".

El viejo rey, en otras palabras, era exactamente como la mayoría de sus súbditos.

Pero tenía un agudo sentido de la supervivencia, y también del simbolismo. Fue Jorge V quien astutamente desechó el apellido germánico de la familia real de Sajonia-Coburgo-Gotha en 1917.

Por lo tanto, no es de extrañar que, más de un siglo después, el mundo esté tan admirado por las habilidades que la reina ha desplegado a lo largo de su reinado excepcionalmente largo y distinguido. Los aprendió de primera mano del fundador de la Casa Windsor.

Jorge V, amante del mar, fue la fuente del famoso apodo familiar de su nieta "Lilibet". En abril de 1929, en su tercer cumpleaños, llegó a la portada de la revista TIME como "Princesa Lilybet".

La ortografía preferida de su abuelo, sin embargo, era Lilibet sin la "y", como se establece en frecuentes referencias cariñosas en su diario meticulosamente mantenido, una de las delicias de los Archivos Reales de Windsor.

En 1933, según la leyenda real, Lilibet le informó a su hermana Margarita, nacida en 1930: "Yo soy tres y tú, cuatro".

Confundida, Margarita respondió: "No. ¡Yo tengo tres años, tú tienes siete!"

Margarita tardó en darse cuenta de que su hermana mayor no estaba hablando de edad. Se refería a sus respectivas posiciones en el orden de sucesión después de su abuelo: el tío David, uno; Papá, dos; y Lilibet, tres.

La niña de 7 años estaba a tono con lo que el resto del mundo estaba empezando a pensar.

Después de la abdicación y de haber subido dos posiciones para enfrentar el desafío de convertirse en la número uno en la línea de sucesión, la princesa de 10 años, según su abuela Lady Strathmore, estaba "orando ardientemente por un hermano".

Pero no había un hermanito que viniera al rescate. La niña criada entre sus caballos y perros ahora tenía que prepararse para el desafío de convertirse eventualmente en "Abuela Inglaterra", y "Abuela" de Gales, Irlanda del Norte y Escocia también.