Los datos duros de las elecciones estatales de este año están ahí, Morena es el frente político que está por conformarse en bloque hegemónico al llegar a 20 gubernaturas y tener otras dos más (del PES y el PVEM), dejando al PAN con cinco y confirmándose como la principal oposición partidista; al PRI le quedan sólo dos, sin aliados; Movimiento Ciudadano dos, dejando en claro que juega como un factor determinante para el triunfo de los morenistas; y el PRD prácticamente es un partido testimonial y en vías de extinción que en promedio registró un miserable tres por ciento de votos.
El morenaje sigue en ascenso y quizá el efecto se mantenga así después del 2024, pues muy probablemente el PRI pierda sus dos últimas gubernaturas en el 2023 (Coahuila y EDOMEX) si mantiene la misma lógica que le marcaron sus derrotas en las últimas jornadas electorales, bajo un liderazgo débil, mediocre, torpe y denigrado al más puro estilo de la política del sureste.
¿Qué fue lo que pasó con los opositores que apenas pudieron ganar Aguascalientes y Durango, donde el peso de sus gobernadores fue determinante para que evitaran la derrota de sus candidatos? Vayamos por parte, de lo que ya se ha dicho y lo que no ha sido entendido:
El juego es otro. Sencillamente los opositores no han analizado que ya no están jugando su propio juego, ni en sus canchas, ni con las mismas reglas. Los estrategas del PRIANPRD siguen maniobrando como si se tratara en un partido de soccer cuando ahora lo que se juega ahora es beisbol, y creen que los jugadores (los nombres) centrales son las piezas claves para el triunfo cuando en realidad lo importante es la estrategia (discursiva) del manager (el presidente); piensan que las canchas como si llevando más porras, jugando sucio, haciendo trampa y hasta comprando a los árbitros pueden modificar un resultando, siendo que la cancha, las reglas y los que definen las reglas y hasta las sanciones (sociales) son otras. No hay partidos en dos tiempos, ni duran 45 minutos cada uno; en este juego no hay límites de tiempo, sino sagacidad y manejo de la expectativa como fórmula política.
La cooptación del PRI. El error del pragmatismo electoral morenista del 2021, que provocó una debacle promedio de diez millones de votos –y que les costó la pérdida de la mayoría calificada y el peor retroceso para las izquierdas en la CDMX— fue que los líderes del partido se quisieron comer todo el pastel ellos solos, que ensorbecidos por el efecto AMLO podrían ganar con sus propios cuadros y operadores, dejando fuera incluso a bases sociales importantes; por ello, la instrucción ha sido sumar a todo lo que sume y los que saben sumar masa son los priistas; tan así que ya Alejandro Murat y Carlos Joaquín se preparan para cargos federales.
Los abstencionistas y los nulitas. Si este segmento de los ciudadanos fueran un partido político serían la primera fuerza, porque son más del 54 por ciento del padrón. Ese malestar ciudadano no han sabido leerlo, entenderlo y canalizarlo. En estas elecciones la participación fue 53.3 por ciento en Tamaulipas, 50.4 en Durango, 47.5 en Hidalgo, 45.9 en Aguascalientes, 40.4 en Quintana Roo y 38.7 por ciento en Oaxaca. La inconformidad ciudadana tiene muchas expresiones y, sin duda, el abstencionismo es quizá la principal amenaza para el morenaje que debe entenderlo, digerirlo y trabajarlo.
Mucho ojo, en las elecciones federales este segmento de los ciudadanos ha sido el más grande. Las de 2018, por ejemplo, si el abstencionismo fuera partido político habría ganado la elección con el 36.5 por ciento de los votos (32 millones); en este 2021, los abtencionistas 47.33 por ciento. Los nulistas, por su parte, si fuera un instituto político, habrían tenido más votos que cualquiera de los partidos de la llamada chiquilla con 3.41% de los votos nulos (un millón 673 mil 322).
El crimen organizado. Para nadie fue un secreto que este poder fáctico jugó otra vez, como también lo hizo en las elecciones del 2021, pero ya con mayor cinismo, en una coyuntura donde ni el Estado ni los partidos han sido capaces de analizar y enfrentar la fuerza que traen detrás. Y así vamos al 2024, pasando por dos entidades que son azotadas por grupos delincuenciales como el Estado de México y Coahuila. De hecho, cuestión de revisar las
Las mapacherías. Esas prácticas viejas y reprobables de compra de votos, se han transformado y también cambiado de partidos, ya no es exclusivo del monopolio del PRI, sino que ahora también en las brigadas guindas y azules según el partido que domine estructura gubernamental y programas sociales. Ahora sí, el que come más pinole es el que gana más voluntades.
Pragmatismo, desconexión social e ideológica. Las dirigencias del PRI, PAN y PRD, pero también de Morena están lejos de los ciudadanos y más en la lógica de “ganar por ganar”. Así eligieron a sus candidatos y así están aniquilándose sin entender el sentir de sus bases sociales de apoyo. Contra lo que pregona Claudio X y Luis Carlos Ugalde, que supuestamente podría construirse una gran alianza opositora para revertir el morenaje, podrían seguir equivocados porque si el PRI está terminando con sólo dos gubernaturas es porque como aliado del PAN, por mera sobrevivencia, podrían tener un vergonzoso suicidio ideológico y político.
(Morena y sus aliados siguen dependiente de candidatos conversos, quienes, a excepción de Salomón Jara, casi todos tienen origen en el PRI y pocos del PRD. Pocos cuadros han formado en más de 30 años de movimiento y al menos dos partidos políticos anteriores. Y sería muy penoso para esa “izquierda” morenista que rumbo al 2024 tengan que volver a postular a otro ex priista a la presidencia. Muy ingenuo sería creer que el partido “es el más joven”, cuando el lopezobradorismo surgió un día de agosto de 1988 cuando priistas tabasqueños encabezados por Andrés Manuel abandonaron al PRI y después se hicieron del PRD, al que migraron cuando no ganaron la dirigencia nacional a la burocracia de los Chuchos. Sí, son el frente partidista hegemónico y en ascenso como no se veía desde las décadas de 1950 a 1970. Para la 4T … ganan el país, pero pierden el proyecto alternativo de nación, porque lejos, muy lejos están de representar la transformación social, política y democrática que muchos esperamos).
Movimiento Ciudadano fiel de la balanza. Un aliado indirecto de la 4T y un actor clave para las elecciones que pasaron y las que vienen, porque sus números así lo demuestran. El papel de MC es ser comparsa, pero también ser constructor de la tercera vía y hasta de venderse como “el plan b” en caso de que haya una colisión al interior de Morena por la elección del candidato presidencial y de jefe de Gobierno.
En resumen: la oposición puede presumir dos triunfos y haber dado la pelea para evitar la caída estrepitosa de sus partidos. La única salida que tienen es el pragmatismo porque el país ya lo perdieron y no tienen siquiera mínimo proyecto de nación, pues por ahora sus presuntos suspirantes sólo ofrecen una vuelta al pasado inmediato, ese que los mexicanos reprobaron desde el 2006 y que no han entendido.
Los ciudadanos sin partido, por ahora, estamos ante el reto de seguir de espectadores o ser más proactivos, críticos, exigentes y demandantes a la congruencia de los principios que dan identidad a partidos, candidatos y proyectos de gobierno.
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