Ingrid von Oelhafen tardó décadas en descubrir la verdad no sólo sobre quién es, sino también que fue objeto de un siniestro experimento social de los nazis y que existía otra persona viviendo su vida.
Cuando Ingrid tenía tres años, y Alemania vivía las caóticas secuelas de la Segunda Guerra Mundial, sus padres se separaron y ella terminó en un hogar de niños.
"Era Navidad el día que llegué y en un salón enorme con muchas mesas de madera estaban dando regalos. Había pasteles de nueces y naranjas. Debe haberme impresionado mucho porque lo recuerdo vívidamente".
Pero ese grato recuerdo fue el preludio de una época triste.
Aunque su madre "no era muy cálida", Ingrid estaba desesperada por vivir con ella, como revelan sus cartas de la época.
A los 13 años, uno de los mayores deseos de Ingrid se hizo realidad: por fin se fue a Hamburgo a vivir con su madre, quien había comenzado otra relación y la pareja tenía un hijo.
"Estaba muy emocionada, pero cuando me mudé me di cuenta de que la idea que tenía de mi madre era solo una ilusión".
"No me sentí aceptada".
Ingrid forjó una carrera como fisioterapeuta y construyó su vida, sin saber quién era Erika Matko.
"Mi diploma de fisioterapeuta tenía ese nombre. No se podía cambiar".
En 1999, cuando tenía 58 años y dirigía su propia práctica de fisioterapia, recibió una llamada de la Cruz Roja preguntándole si le interesaba saber sobre sus padres.
"Inmediatamente dije que sí, que quería visitarlos, pero la Cruz Roja frenó esa idea.
"En cambio, me contactaron con un historiador para que me ayudara a averiguar un poco sobre mi historia".
Mientras tanto, revisó unos documentos que había encontrado, y notó algo inusual.
"Tenía un formulario de vacunación contra la varicela. El documento estaba firmado por un nazi, el Dr. Hesch, y tenía mi nombre, fecha y lugar de nacimiento, y decía que era ciudadana alemana. Pero también tenía la palabra Lebensborn".
Nunca la había oído, así que la buscó en línea. Nada. Siguió investigando en los archivos de las bibliotecas, hasta que encontró la siguiente descripción:
"El propósito de Lebensborn es acomodar y cuidar a las mujeres embarazadas racial y genéticamente valiosas, quienes, después de una cuidadosa investigación de sus familias y las de los padres de los niños, se puede esperar que den a luz a niños igualmente valiosos".
"La idea me pareció repugnante. Y no podía imaginar que yo podía ser uno de esos niños".
En su afán por crear una llamada "raza superior", al tiempo que mataban a tantos no arios como fuera posible, los nazis también comenzaron proyectos para traer nuevos arios al mundo.
"El Lebensborn era un programa de las SS -un ala paramilitar del Partido Nazi-, y estableció hogares para las llamadas madres arias a los que además llevaban niños robados de Polonia, Noruega y Yugoslavia, con el propósito de la germanización".
"Seleccionaban bebés rubios de ojos azules".
Ella fue criada por los padres biológicos de Ingrid quienes no sólo le dieron el nombre de Erika Matko sino, que incluso cuando terminó la guerra, nunca recogieron a su hija biológica ni revelaron que la que tenían no lo era.
"Durante un tiempo, los odié, especialmente a mi madre. ¿Cómo pudo haberme dejado y no haberme buscado? Pero después pensé que había tenido una vida difícil con la ocupación nazi primero, y el régimen comunista que siguió.
"Racionalmente, probablemente podría tratar de entenderla, pero, psicológicamente, siempre sentí que debió haberme buscado".
Todavía hay muchas preguntas sin respuesta. Pero Ingrid está "feliz de saber más sobre mí misma y lo que sucedió. Y he conocido a gente maravillosa en Eslovenia tanto que a veces puedo imaginar que crecí con ellos".
Como fisioterapeuta capacitada, Ingrid ha dedicado su carrera a trabajar con niños discapacitados... niños que fueron excluidos de la idea de la "raza superior" nazi.