
Poe Vianey Esquinca
“La cuestión con la Cuarta Transformación no es que sea un terremoto o un huracán, sino es esa humedad que carcome las paredes. Primero es una manchita que se cubre fácilmente con una pinturita de programas sociales, pero luego viene un olorcito extraño y, de repente, la casa entera se está desmoronando. Hasta que eso no pase, muchas personas seguirán diciendo: “¿ves como no pasó nada?”. ¿Y por qué no se perciben los cambios? Precisamente porque ahí está la magia y el truco: juegan a acostumbrar. La demolición de las instituciones, cuando se hace con método, no genera alarma, no hay un momento claro de indignación porque ¿cómo cabrearse cuando todavía no hay evidencia clara del desastre? Así es como la gente se acostumbra a la violencia y masacres; a tener un sistema de salud donde no hay medicinas, no se las quitaron de golpe, sino que fueron desapareciendo del cuadro básico. Los escándalos de corrupción no se ven tan grandes como en el pasado y las ocurrencias de algunos morenistas ya no suenan tan ridículas. Mientras las y los mexicanos sigan viendo la política como un huracán que se desvió o un temblor que no se sintió, el país puede seguir hundiéndose en una especie de resignación total donde nunca pasa nada.”