La economía española creció un 2% trimestral entre julio y septiembre, según el avance que ha publicado este viernes el INE. Aunque se trata de un crecimiento muy vigoroso para un periodo prepandemia, en este trimestre era cuando se tenía que producir el gran rebote de la actividad tras el levantamiento de las restricciones y el avance en la vacunación. Y en ese sentido el dato se ha quedado bastante corto. A pesar del buen comportamiento del empleo, la progresiva recuperación del turismo, la robusta mejora de los servicios y las boyantes cifras de ventas con tarjetas, el producto interior bruto no tira con el empuje que se esperaba hace tan solo un mes, justo antes de que el INE revisara con fuerza a la baja el crecimiento y cambiase el relato sobre la fortaleza de la recuperación. La sorpresa mayúscula es que en plena reapertura el consumo de los hogares incluso retrocede un 0,5% trimestral.
Por más que el empleo se esté recuperando, las ventas no avanzan con la misma intensidad. Pueden estar influyendo las compras de coches y otros bienes, que pesan mucho en el consumo y están paradas por la falta de suministros. O el despegue de la inflación, que merma la capacidad de compra: incluso si las familias están gastando más en euros, en realidad en volúmenes adquieren menos cantidad. La recuperación es más lenta y gradual. Ni la evolución del crédito ni la caída del ahorro acumulado durante las restricciones apuntan por ahora a una reedición de los locos años veinte en el consumo. Y la acusada desaceleración que se está produciendo se observa perfectamente en el crecimiento interanual, que se coloca en el 2,7% frente al 17,5% del trimestre precedente.