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“La exigencia es para mí, no me fijo en el adversario”: Diego García

por Redacción
19-09-2021

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Ciudad de México. El taekwondo tardó en llegar a los Juegos Paralímpicos. A pesar de la demora –la especialidad inició en Tokio 2020–, la carrera del mexicano Juan Diego García parece impulsada por una ansia de triunfo incontenible. A los 18 años, el de Culiacán, Sinaloa, inauguró la llegada de este deporte a la máxima competencia deportiva con una medalla de oro para México, pero llegó precedido con un una estela de triunfos desde que se abrió esta modalidad.

Antes de Tokio 2020 ya era pionero en parataekwondo. A los 16 años fue el primer mexicano monarca mundial en Antalya, Turquía, 2019. Aquel año se convirtió en presencia frecuente en los podios internacionales. Plata en Campeonato Europeo en Bari, Italia; oro en Parapanamericanos de Lima, Perú. En 2020 obtuvo el Premio Nacional del Deporte en la categoría de deporte adaptado.

Y en el debut paralímpico se coronó en la categoría K44 en 75 kilos, división para personas con amputación o inmovilidad en brazos.

Aunque entrenaba con taekwondoines sin discapacidades, no podía competir de manera oficial por reglamento. Así que tuvo que esperar la llegada de la modalidad adaptada para poder cumplir su mayor deseo: ser campeón paralímpico.

“Podría uno pensar que tardó en llegar el taekwondo a Paralímpicos; de hecho así fue”, comenta Juan Diego a La Jornada, “pero ya está aquí y tuve la oportunidad de hacer historia como primer mexica-no campeón de la especialidad. Era mi sueño y lo cumplí. Lo importante, y eso lo sabía, era que no podía desesperarme y desistir, sólo había que esperar, ser paciente”.

Uno de los acentos en los pasados Juegos Paralímpicos de Tokio es borrar el eufemismo de “especial” para referirse a las personas con discapacidades. Quienes viven en esta condición consideran que detrás de esa expresión se agazapa una mirada condescendiente y discriminatoria. Antes de competir en la modalidad adaptada de su deporte, tenía que trabajar con rivales sin concesiones.

“Para mí la exigencia fue la misma”, recuerda Juan Diego; “nunca me he fijado en la particularidad física de mi adversario. Lo único que tengo presente es una exigencia hacia mi persona. Así que desde ese punto de vista, para mí combatir siempre exige el mismo rigor ante un rival con discapacidad o sin ella”.