Luis Acevedo
Pesquera
Aunque en la
última semana de julio veremos algunos indicadores económicos que brillarán
entre la oscuridad mexicana, como es muy probable que ocurra en el caso de la
balanza comercial en la que observaremos un ligero repunte que de ninguna
manera podrá ser atribuible al T-MEC sino al inicio de la reactivación mundial,
se puede adelantar que en los meses siguientes no hay nada para afirmar que ya inició
la recuperación, como seguramente se tratará de vender.
Si la pandemia
ha sido cruel para todo el mundo, en el caso de nuestro país es catastrófica,
más porque se dejó en el desamparo a la planta productiva.
En mayo, la
economía mexicana profundizó su desplome.
Se podrá
argumentar que en esa fecha se intensificó el confinamiento para tratar de
contener los efectos de la pandemia y que, por eso, las principales actividades
económicas retrocedieron 2.6 por ciento respecto de abril, con lo que a tasa
anual la caída fue de 21.6 por ciento, que es histórica, pero no solo por
causas extraordinarias.
Lo cierto es que
desde septiembre de 2009 no se había visto un deterioro de tal magnitud, que no
puede ser atribuido solamente a la COVID-19 porque el país viene arrastrando
males productivos y de inversión desde 2019, año en que la economía
prácticamente no creció.
En la
información que proporcionará el INEGI esta semana veremos seguramente un
ligerísimo repunte en varios rubros, principalmente en la balanza comercial y,
hacia adelante, en el sector industrial que, en menor medida a lo que sufre el
sector de los servicios -sin considerar al ámbito financiero-, ha sido de los
más afectados.
Consideremos que
la construcción, la industria automotor, la producción petrolera y las
manufacturas en general, al ser consideradas como actividades prioritarias en
el proceso de desconfinamiento, podrían dar algunas luces importantes de
recuperación, pero insuficientes para pensar en la salvación económica, sobre
todo en cuanto a la generación de empleos formales y el consumo.
Además, como la
economía se sustenta mayoritariamente en los servicios, en donde el turismo,
transporte, alimentos y bebidas, restaurantes, etc., siguen siendo de las más
afectadas por el distanciamiento y la inactividad, mostrarán saldos negativos todavía
durante varios meses.
En materia de
empleo, tanto formal como informal, el sector de los servicios en general ha
sido el principal pivote del empleo, sobre todo en el turismo, restaurantes y
comercio que han sido los rubros en donde más desocupación se ha registrado y
no existen expectativas para su solución en el corto plazo.
Como un oasis
económico, el campo ha logrado mantener una distancia relativa en el proceso de
deterioro y abandono en que se dejó a los sectores secundario y terciario.
Las actividades
agropecuarias mostraron en mayo avance de 1.6 por ciento a tasa mensual y de
2.5 por ciento comparado con mayo del año pasado. Es más, se puede decir que
los apoyos gubernamentales al campo evitaron en parte un deterioro nacional más
grave e, incluso, contribuyeron marginalmente a reducir las presiones inflacionarias,
lo que respalda la opinión en el sentido de que habría sido menos traumático
para la economía, con su secuela en materia de desempleo, si las autoridades
hubieran transferido apoyos a la planta productiva.
Pero la realidad
es cruel. La actividad industrial se contrajo 1.8 a tasa mensual y 29.7 por
ciento a tasa anual, que es una caída histórica y consolidó 20 meses con
retrocesos anuales consecutivos.
Por lo que se
refiere a los servicios, este sector cayó 3.2 por ciento mensual para una caída
anual de 19.1 por ciento, que también es un desplome de características
históricas y lo peor es que las nueve categorías que conforman este indicador
se ubican con tasas negativas.
El comercio
mayorista, arroja un nivel mensual de -16.2 por ciento y -32.4 por ciento
anual; entretenimiento -4.3 por ciento mensual y -33.3 por ciento anual; servicios
de alojamiento, incluyendo restaurantes -3.3 por ciento mensual y -72.1 por
ciento anual, solo por mostrar algunos de los más representativos para la
economía, la generación de los empleos perdidos y el consumo.
Así, el panorama
para lo que resta del año y seguramente los próximos 18 meses no puede ser
optimista, aunque se diga lo contrario, porque la falta de apoyos oportunos le
cerró el paso al porvenir.
@lusacevedop