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La flagelación erótica no es nada nuevo

por Redacción
21-03-2022

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¿Qué es el ‘spanking’?

El gusto por dar o recibir azotes en un contexto erótico, eso es el ‘spanking’, y su origen es fácilmente rastreable a lo largo de la historia. Lo vemos, por ejemplo, en una pintura etrusca fechada en torno al 490 a. C. y ubicada en Tarquinia (Italia), la llamada ‘Tumba de las flagelaciones’ presenta a dos hombres azotando a una mujer en las nalgas con fines sexuales. Los antiguos romanos otorgaban a esta práctica poderes casi mágicos y en las Lupercales, los hombres corrían flagelando a todo el que se encontraran con látigos de cuero para incrementar la fertilidad de las mujeres y la virilidad de los hombres. De hecho, en ‘El Satiricón’ de Petronio, la sacerdotisa aconseja tratar la impotencia de Encolpio a base de azotes con ramas de ortiga (te va a picar mucho, no te lo recomendamos).

Y llegamos, claro, a la Inglaterra victoriana y a la extendida costumbre de disciplinar a la chavalería a base de ponerles el culo como un tomate. El hispanista Ian Gibson dedicó una obra a la correlación entre el castigo y el placer sexual, ‘El vicio inglés’, en la que sostiene: "A mi juicio, ninguna discusión sobre la sexualidad británica es posible sin tener en cuenta el sistema de azotes que, originándose en las public schools, se extendió a todas partes. Impotentes sin recurrir a los azotes, real o imaginariamente, las innumerables víctimas del sistema no sólo se vieron abocadas a una vida de deseos avergonzados e inconfesables, que hacía difícil, si no imposible, una relación matrimonial satisfactoria, sino que su condición dio origen a un auténtico océano de pornografía en la cual se recreaban ad-infinitum las añoradas escenas juveniles y sus ramificaciones".

Lejos de análisis e interpretaciones, excitarte dando o recibiendo azotes no es malo, patológico, ni cruel. Es un juego físico y mental en el que ambos miembros tienen que estar de acuerdo. Se fijan los roles y se da una intimidad difícil de reproducir en otras situaciones.