Felipe León López
Tenemos aún grabados, en nuestra mente y
corazón, los llantos de desesperación e impotencia de la madre de Giovani, el
viajero de 12 años que el derrumbe del metro se lo llevó. Su vida quedó ahí,
entre los escombros, entre los tubos, láminas y demás cuerpos de personas que
murieron, quedaron mutiladas o siguen convalecientes. Nunca lo vimos en vida,
sólo su fotografía distribuida por su madre a todos los que pudiera. A ella la
conocimos por las redes sociales, por los canales de televisión y de internet
que difundían la imagen del niño con la esperanza de que siguiera vivo en
alguna parte de la ciudad.
Sólo una madre sabe el dolor de perder
un hijo, y algunos apenas podemos buscar a nuestras hijas o hijos para
abrazarlos y evadir esa angustia que nos corroe con el dolor ajeno. La tragedia
de la línea 12 del metro nos puso en alerta de que somos muy vulnerables ya no
sólo por el vacío de autoridad ante el crimen, sino ahora por la corrupción que
ha construido y permitido que ocurran estas desgracias; porque no son
incidentes ni producto de la furia de la naturaleza, sino omisiones y
comisiones de funcionarios que tienen nombres y apellidos.
Nos sentimos impotentes porque los
responsables son las autoridades, porque el mensaje que nos dan es que nuestras
vidas no les importan ni les han importado; para ellas y sus partidos, sólo
somos votos y clientes electorales.
Ahora nos quieren ofrecer justicia,
“tope a donde tope”, cuando sabemos con anticipación que no llegarán más allá
de sus vendettas políticas contra sus adversarios o con chivos expiatorios.
Lamentablemente la credibilidad del discurso del poder político es nula, así
traigan y creen o importen de otros países comisionados técnicos o científicos.
Eso lo saben Claudia Sheinbaum y Jesús Ramírez Cuevas, y, sin embargo, en lugar
de machacar con datos concretos e información oportuna, operan como en el viejo
régimen, ordenando a voceros oficiosos a desviar la atención y a crear tesis
conspiracionistas que repiten como robots.
Más aún, la jefa de Gobierno no tiene un
protocolo para el manejo de la crisis, como es evidente en toda su comunicación
digital, tan cargada de troles aduladores que impiden el diálogo circular con
los ciudadanos y víctimas del derrumbe. A estas alturas, por ejemplo, no se
explica por qué, en su anuncio de investigar a fondo las causas de la
desgracia, no hayan invitado a asociaciones vecinales, a colegios de ingenieros
civiles, a peritos mexicanos independientes, comunicadores, en fin, a los
ciudadanos de la capital del país a realizar el acompañamiento en las
indagatorias y evitar la suspicacia de los resultados.
La ciudadanización de las indagatorias
para crisis de esta naturaleza es obligada para los regímenes democráticos y
transparentes. Claudia Sheinbaum tiene que operar rápido y llamar a la
invitación, no podría cargar para la posteridad con la suspicacia que arrojen
los resultados del comité noruego, con los inoportunos comentarios del titular
del Ejecutivo federal, o descalificada por los datos que han comenzado a surgir
a raíz del análisis de la Cuenta Pública 2019 y 2020 de la CDMX, de las
recomendaciones de la ASF o de análisis de mala fe que circulan ya en redes
sociales y algunos portales.
Por otra parte, es importante apuntar
que durante años el suroriente de la Ciudad de México ha sido la más marginada,
la más castigada y la que más ambicionan los partidos políticos; llámese agua
potable, servicios, seguridad, transporte público, y sobre todo, invasiones
permitidas por delegados y alcaldes.
Al suroriente han mandado los tiraderos
de toda la ciudad; han sido recibidos quienes son desplazados de las zonas
céntricas del Valle de México, lo mismo damnificados y que quienes no alcanzan
para una vivienda cerca de sus lugares de trabajo. La línea 8 que corre del
metro Constitución de 1917 a Garibaldi y luego la ruta de la mal llamada “línea
dorada” de Tláhuac a Mixcoac fueron suspiros de que había un poco de justicia
para las colonias de Iztapalapa y Tláhuac, además de beneficiar al Valle de
Chalco y Chalco del Estado de México. Sin embargo, parece que una vez más fue
una tomada de pelo y se ha dado un trato inhumano al ser construidas con mala
calidad.
Las personas que murieron y las que
apenas sobrevivieron, y por la memoria de Giovani, merecen ser tratadas con
respeto por las autoridades de la CDMX, de la Federación, los partidos
políticos y los activistas, tanto territoriales como de redes sociales. Es
momento de que la jefa de Gobierno saque el temple y tenga el poder responderle
a todas las víctimas y sus familias.
Aquí hay nombres de personas, no son
estadísticas. Tienen identidad, historia, familia y un trabajo que hacer: Juan
Pérez Medina, 59 años; José Eduardo Iturbe Gómez, 29 años; Jesús González
García, 63 años; Hans Emanuel Serrano López, 39 años; Carlos Eduardo Castillo,
30 años; Elvia Sánchez Jiménez, 53 años; Sergio Antonio Barrera, 50 años; Filiberto
Vergara López, 56 años; María Concepción Huerta Hernández, 63 años; Luis
Gerardo González Díaz, 30 años; Sergio Huerta Hernández, 60 años; Raúl
Alejandro Barrón Arizmendi, 34 años; Leonardo Bastida Vázquez, 45 años; Alan
Omar Ferruzca García, 29 años; Martín López Ortíz, 54 años; José Díaz Sánchez,
36 años; Juan Carlos Habelino Díaz de 37 años; Ricardo López Morales de 30 años;
Isela marbella Paniagua de 28 años; Gerardo Águila Zalazar de 39 años; Remigio Galloso Rosales de 43 años; José Miguel Olarte Santos de 37 años; Juan
José Juárez Moctezuma de 25 años; Francisco Javier Mariano barrera de 38 años; Amalia
Soto Hernández de 48 años; Gerardo Aguico Zalazar de 44 años; Mónica Ramírez
Álvarez de 43 años; Allan Barrera
Mangares de 30 años; Enoc Santos de 28 años; Juan Galeana Castillo de 45 años; Eduardo
Mireles Vázquez de 44 años; Armando Godimes Alvarado de 42 años; Mario Sánchez Pérez de 48 años; Evelin Xiomara
Ramírez Bomilla de 40 años: Nancy Ramírez Álvarez de 44 años: Maribel Vivas
Ibarra de 27 años; Adriana Carnaval Velázquez de 21 años; Humberto Cruz Elías
de 34 años; Roberto Galindo Martínez de 34 años; Gabriel López Jiménez de 21
años; Patricia Torres Díaz de 35 años; Maribel
Vigas Ibarra de 27 años; Sergio Santiago Fino de 38 años; Silverio Leobardo
García de 28 años; Oscar Reyes Calzada de 34 años; Rosa María Estrada de 49
años: Ezequiel Ávila Ruiz de 56 años: Manuel Flores Ibarra de 31 años; Rafael
Escobedo Ruiz de 43 años: Yazmín Sixto de 27 años; Tania Lezama Salgado de 15
años; entre otros más que fueron víctimas de la negligencia.
Contacto: feleon_2000@yahoo.com