Los gobernadores no andan
estresados tal y como afirmó Hugo López Gatell para agarrarse del puesto hasta
con las uñas, están demostrando que pueden ajustar los contrapesos del
presidencialismo.
En los hechos la Conago se ha convertido en un organismo con escasa o nula
influencia, por ello los gobernadores han establecido nuevas alianzas para
hacer escuchar su voz y reclamos.
Aunque usted no lo crea, a pesar de la contingencia sanitaria y la recesión
sin precedentes que azota al país, el presidente de la República no se reúne
con los gobernadores desde hace poco más de seis meses. Si bien lo hace de
manera particular en sus giras, el espíritu republicano anda con muy bajo
perfil.
Buena parte de las tensiones entre el titular del poder Ejecutivo y los
gobernadores tiene que ver con las elecciones 2021, en las que se juegan 15
gubernaturas y la Cámara de Diputados y cuyos escenarios hoy no le son del todo
favorables a Morena.
En cambio, en los últimos meses, las agrupaciones o clubes de gobernadores
opositores han realizado encuentros plenarios y suscrito importantes acuerdos
para evaluar y definir acciones frente a la pandemia y proponer las bases de un
nuevo pacto fiscal. Hasta ahora no han encontrado eco en Palacio Nacional.
Y no, no se ven señales de que se perfile un plan nacional que involucre a
los integrantes de la Federación y que defina una ruta de salida de la crisis y
la recuperación. No hay nada.
La última reunión con los panistas, a principios del mes de marzo de este
año, se dio en un contexto de la creación del Insabi lo que dejó muy mal sabor
de boca por el pretendido control federal de los hospitales estatales.
Por el covid-19 se han restringido las concentraciones multitudinarias en las
giras presidenciales y han desaparecido las rechiflas contra el gobernador
anfitrión, que calmaba #YaSabenQuién con un “vamos a portarnos bien”.
El titular el Ejecutivo ha
rechazado las propuestas de los gobernadores opositores (como ha ocurrido con
los dirigentes de las agrupaciones empresariales) pues no deja de verlos como
adversarios, pero sobre todo, citamos, porque no le gustas sus moditos.
Salinas ponía y quitaba
Desde que terminó el sexenio salinista y con la alternancia, las reglas que
normaban la relación entre el presidente de la República y los gobernadores
cambiaron radicalmente.
La primera mitad del sexenio salinista destacó porque prácticamente dos
terceras partes de los gobernadores fueron removidos de sus cargos. La mayoría
fueron integrados en diferentes posiciones del gabinete. Este reacomodo y la
recuperación del control en el Congreso, incluido el Distrito Federal -remember
Marcelo-, le permitió al presidente Carlos Salinas retomar las riendas que se
le escaparon de las manos en las elecciones federales de 1994.
En aquellos años casi todos los gobernadores eran del partido prácticamente
único. Hoy parece que existe una nostalgia por los años maravillosos, parece.
Liderazgos emergentes
A partir de las elecciones de 2018, las fuerzas políticas y de partido
tradicionales (PRI, PAN y PRD) prácticamente se esfumaron. Y los gobernadores ocuparon
los espacios vacíos.
La mayoría de los gobernadores que han venido proponiendo un
replanteamiento del pacto fiscal, a través de una Convención Nacional
Hacendaria son los mejor calificados por las encuestas.
En contraste, salvo Claudia
Sheinbaum, los gobernadores de Morena tienen malas las calificaciones. Y si no
que le pregunten a los de Veracruz y de Puebla, aunque el de Morelos también
desafina.
Francisco Domínguez, Carlos Mendoza, Diego Sinhue Rodríguez y Mauricio Vila,
son los mejor calificados, de acuerdo al ranking de Mitofsky.
La pandemia también ha revalorado la presencia local y nacional de
gobernadores como Enrique Alfaro, quien destacó como el mandatario que aumentó
en poco tiempo sus niveles de aceptación.
El sinaloense Quirino Ordaz, el potosino Juan Manuel Carreras y la
sonorense Claudia Pavlovich también están en los primeros lugares de
aceptación. Al ex góber de Campeche, Alejandro Moreno le ha ido muy mal.
Y mire, Javier Corral, quien se desmarcó de la reciente petición de la
Alianza Federalista que solicitó la destitución de López Gatell está en la
franja del último tercio de aprobación en las encuestas. Aunque las elecciones
en Chihuahua están a la vuelta de la esquina, Corral anda peleado con los de
fuera y los de casa.
Silvano Aureoles, el último gobernador del PRD ha jugado un papel muy
dinámico contra la pandemia en su estado y si bien fue felicitado públicamente
por López Gatell, es uno de los jefes estatales que más ha reclamado la falta
de apoyo a los estados en esta etapa de crisis.
A propósito, si la economía nacional está en su peor nivel, la economía de los
estados está para llorar.
En el primer trimestre de este año, la actividad industrial de los estados
mostró tasas negativas en 25 de los 32 estados del país. Los únicos estados que
tuvieron resultados positivos fueron Campeche, Colima, Chiapas, Guanajuato,
Sonora, Tabasco y Veracruz.
Los números positivos de Chiapas,
Tabasco y Veracruz tienen una carga marcadamente sexenal. Es más, Tabasco tuvo
el primer lugar de todo el país con 7.7 por ciento (por Dos Bocas), cuando hace
unos años estaba ahogado por la deuda pública, el desempleo y la inseguridad.
Ya se verán los resultados del segundo trimestre, de terror.
En los próximos meses estaremos
frente a escenarios políticamente explosivos pues además de las campañas
electorales, que para nadie serán un día de campo, el peso de la recesión, el
desempleo y la quiebra de empresas se combinará con las negociaciones del
Presupuesto Federal 2021 en el que las participaciones federales podrían sufrir
recortes. La inseguridad es otro de los temas no resueltos, por sí algo
faltara.
Y apenas vamos a la mitad de este turbulento
río.