Muy desalentador debe resultar el paisaje político nacional por el estado de la oposición. La resistencia al gobierno o al régimen -que no es lo mismo-, en democracia es natural e inevitable, útil para unos y otros en el sentido de que canaliza el conflicto, abre espacios al escrutinio social y en sus efectos modera los excesos o abusos del poder. Un mal gobierno casi siempre se acompaña de una oposición ausente o marginal.
La oposición no es menor, pero está fragmentada y no ha tenido mayor presencia en el debate público. En la elección pasada obtuvo en su conjunto más de 40% de los votos, lo mismo que Morena sin sus aliados del PVEM y PT. Del saldo, lo más lamentable es el deterioro del PRI cuyos dirigentes aspiran a mantener un partido que ven como propio; a lo mejor del tricolor se le ha excluido o expulsado porque para quienes allí mandan ese es el enemigo. Empero, hay espacios de oportunidad y fortaleza, cada vez más estrechos, pero no soslayables, como los estados que todavía gobierna, Durango y Coahuila; además, en 27 podría ganar NL, y desde ahora Alessandra Rojo de la Vega se erige como opción en la CDMX.
El PAN vive su peor momento, no por los resultados electorales, sino por la incapacidad de la dirigencia para entender las debilidades y las fortalezas del partido. La soberbia y la ignorancia en el poder hacen daño, en la oposición son fatales. Al PAN le esperan buenos resultados a pesar de su dirigencia nacional. En el 27 puede retener lo que tiene y ser factor de triunfo en NL, Zacatecas, Campeche y Michoacán en alianza con otras fuerzas. Después de Morena será el partido con el mayor número de triunfos distritales si prevalece una visión pragmática con miras a la elección.
En el balance, MC es el que sale mejor librado. No es una hazaña, los errores son muchos y varios de sus personajes son indefendibles, pero al menos ha prevalecido un sentido político que les ha permitido mantener territorios y crecer en votos. Todo un reto en NL con un gobernador frívolo y vulnerable; de él se puede esperar todo, incluso propiciar el triunfo de Morena, que representaría un logro significativo y una derrota ominosa para la oposición. El regreso de Dante Delgado puede imponer orden y una mayor racionalidad a los desafíos inmediatos del partido.
En las dificultades que encara el gobierno por el creciente descontento llama la atención que remita a la oposición como responsable de lo que acontece. Favor que le hace, como si tuviera tal convocatoria o capacidad de movilización. No es el caso, incluso hasta ha sido marginal o confusa respecto a la protesta social producto del miedo que les impone el régimen. En otras condiciones estarían expresando su respaldo abierto a quienes salen a expresar el descontento. Tal parece que la oposición institucional tiene tanto miedo de la protesta social como el mismo régimen, porque ambos la ven como poderosa amenaza y competencia.
Favor que le hace a la oposición la presidenta Sheinbaum y su secretaria de gobernación, Rosa Isela Rodríguez; le acreditan una fuerza de la que carece. El problema de la gobernabilidad es considerablemente más grave que el desafío de la elección de 2027. A la secretaria Rosa Isela no debiera preocuparle la identidad o afinidad partidista de los inconformes, ni siquiera, al menos por el momento, los antecedentes penales por actuar en otros eventos semejantes. La inconformidad es la génesis del problema y no atenderla puede hacer desbordar y volverla inmanejable porque son ya demasiados sin casi nada por perder y, por lo mismo, dispuestos a todo.
Criminalizar la protesta no es opción, porque la razón del descontento es la impunidad, la incapacidad de las autoridades para aplicar la ley, mantener a raya la extorsión y llevar a los criminales a la justicia. No deja de sorprender que quienes están en el gobierno y formados en la protesta social se muestren incapaces de entender qué sucede y recurran a las mismas prácticas de intimidación de las autoridades del pasado. La miopía de quien gobierna y la desesperación de quien protesta son una preocupante combinación, una invitación a la violencia y al peor de los desenlaces posibles a partir del caos que se genera. Efectivamente, hay peores escenarios que el perder una elección.

