Después de la matanza de Aguas Blancas, pese a su férrea resistencia a dejar la gubernatura, finalmente Rubén Figueroa renunció al cargo en medio de un clamor popular en su contra.
Años más tarde, una vez ocurridos los lamentables hechos ocurridos en Acteal, el estado de ánimo para superar la crisis le duró al talentoso Emilio Chuayffet apenas una semana.
El mexiquense dimitió a la Secretaría de Gobernación desde la que ya no pudo demostrar ni fuerza política y menos el carácter que se necesitaba para operar un deslinde de responsabilidades.
Con Chuayffet también se fue el gobernador chiapaneco Julio César Luis Ferro.
El trágico evento ocurrido en el albergue para migrantes en Ciudad Juárez ya trascendió los entretelones nacionales para convertirse en un tema, entre politiquero y de justa preocupación, de senadores republicanos de Estados Unidos, que ha tenido ya preocupantes repercusiones internacionales.
Elementos harto complicados como la contratación de una empresa de seguridad de la que era socio mayoritario el Cónsul DE NICARAGUA en Juárez, los tiempos en que se dio a conocer el video clave de la negligencia de los custodios y guardias ante la desesperación de los migrantes que, literalmente, se asaban al interior de esa cárcel disfrazada de albergue.
El presidente López Obrador ha estado pendiente del caso, que como menciono líneas arriba, tiene incluso el complicado componente de las quejas de los republicanos de la ultraderecha de esa partido. El Presidente, como ha ocurrido históricamente, tiene que dar oportunidad a los subalternos que, en el caso del albergue de Ciudad Juárez, pueden tener una responsabilidad, directa o indirecta, en los hechos.
En otro contexto se solucionó, como estaba largamente anunciado, por medio del sorteo, tómbola o insaculación, la designación de los cuatro nuevos consejeros electorales.
No hubo al acudir a ese método de selección, el clásico reparto de lugares entre “cuotas y cuates”. La nueva presidenta del Consejo General del INE, Guadalupe Taddei, ha sido recibida con un gran reconocimiento a su trayectoria íntegra y honesta en todas las responsabilidades públicas que ha desempeñado.
La verdad que ya era mucho protagonismo de los funcionarios del INE que terminan su encargo el inminente 3 de abril, como son los casos de Lorenzo Córdova, Pamela San Martín, Adriana Favela y Ciro Murayama.
Un protagonismo que alcanzó niveles de “heroísmo” con la “estratégica” renuncia de Edmundo Jacobo. La verdad que Jacobo dio la impresión que no quería enfrentar cuestionamientos del nuevo Consejo General, especialmente de Guadalupe Taddei.
Llegan Ventura también ocupará un lugar en el consejo General. Igual la originaria de Oaxaca, Ruth Bell López Y Arturo Castillo López.
Se fueron Lorenzo y su pandilla y la verdad, daremos el beneficio de la duda a los nuevos integrantes del Consejo General para que demuestren tanto su independencia como su capacidad.
Vale la pena recordar una declaración de José Woldenberg acerca del cometido de los que llegan a ser funcionarios electorales, desde los más modestos, hasta los más altos niveles:
“México viviría conflictos evitables, innecesarios, interminables y costosos si las normas electorales no son producto del consenso de las principales fuerzas políticas del país.
Quienes estamos hoy aquí, ciudadanos, todos en el ejercicio de nuestros derechos, sabemos, porque lo vivimos, que en nuestro país laten diferentes formas de pensar, distintos intereses y cuerpos valorativos, diversas plataformas políticas e ideológicas, y que sólo desde el autoritarismo más ciego se puede aspirar a homogeneizar esa riqueza de expresiones. Por el contrario, nosotros valoramos esa diversidad porque creemos que en ella radica parte de la riqueza de nuestra nación y por eso estamos obligados —sí: obligados— a garantizar su expresión, coexistencia y competencia civilizada.
Y es en ese horizonte en el cual elecciones auténticas, libres, equilibradas, resultan insustituibles. Nuestro futuro no puede ser resultado de la seducción por un pasado que en buena hora fue desterrado.
Las próximas citas electorales deben contar con las mismas garantías que las del pasado inmediato: padrón confiable, equidad en las condiciones de la competencia, imparcialidad de los funcionarios profesionales, conteo pulcro de los votos, resultados preliminares en la noche y por supuesto que ganadores y perdedores sean definidos por el voto de los ciudadanos y sólo por ellos.”
Sin comentarios.
POR JOSÉ LUIS CAMACHO ACEVEDO
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