Es para lamentarse la desaparición de cualesquiera medios de comunicación con independencia de si cumple o no con las obligaciones sociales que son las de informar al lectorado, a las audiencias, ponderar la materia prima en el contexto en que se produce y los alcances que puede tener.
Lo es porque se cierran fuentes de empleo para los trabajadores de la información y el comentario, así como otras funciones que hacen posible el medio y más allá de su orientación y compromisos públicos, sus vínculos con el poder (político, económico, intelectual, religioso y criminal), es una voz específica que podría enriquecer la pluralidad e incluso cuando por lo general los medios existen como corporativos empresariales para defender y expandir intereses del mismo corte, ajenos a la sociedad. Y en esa medida dejan de ser medios entre el poder y la sociedad, como sucede tiempo ha, y se convierten en parte del entramado de los hombres y las mujeres del poder, aquí las sobredimensionadas diferencias de género pasan a un tercer plano.
La reflexión es a propósito del anuncio del presidente Andrés Manuel en relación a que se procesa un acuerdo para liquidar a Notimex –creada el 20 de agosto de 1968, con motivo de los Juegos Olímpicos, por disposición de Gustavo Díaz Ordaz (el chacal de Tlatelolco), y después de una reforma legal de sus estatutos, su nombre oficial es Agencia de Noticias del Estado Mexicano– “porque nosotros no necesitamos una agencia de noticias en el gobierno. Eso era de la época de los boletines y de la prensa oficial y oficiosa, ya no hay eso”.
En la visión de López Obrador desde el inicio de su gestión se generó un conflicto laboral en Notimex, encabezada por la periodista Sanjuana Martínez Montemayor, por lo que aseguró que “la instrucción es proteger a todos los trabajadores y buscar que haya reconciliación, que haya perdón, aunque no se olviden las cosas”. Explicó que la liquidación de Notimex “demoró porque consideramos que se podía llegar a un acuerdo”.
Si interpreto bien, la anunciada liquidación de la paraestatal de la información y el comentario, no se agotan todavía los márgenes para la negociación entre la empresa y el sindicato “para que haya reconciliación, para que haya perdón, aunque no se olviden las cosas”, como apuntó Obrador el viernes 14 en la mañanera de Palacio.
De ser correcta la anterior apreciación, así sea en forma parcial, significaría que las partes en conflicto, la dirigencia sindical encabezada por la controvertida Adriana Urrea Torres y la polémica Sanjuana Martínez, directora de la paraestatal, tanto que incluso AMLO reconoce que el conflicto en Notimex “se polarizó mucho. Unos a favor de Sanjuana y otros en contra. Sanjuana tiene muchos seguidores, pero también hay quienes no la ven con buenos ojos”.
Sin embargo, el tabasqueño de Tepetitán (Macuspana) no ocultó su simpatía por la nuevoleonesa de Monterrey, lo cual dicho sea de paso, me parece de lo más valioso de su “estilo personal de gobernar”, como diría el clásico don Daniel. “Le tengo respeto, la estimo y la considero buena periodista, pero hay quienes dicen que no. Pero pues cada quien es libre y yo siempre digo lo que pienso”.
De tal suerte que es muy estrecho el espacio para los ejercicios retóricos que simplifican al extremo a los actores en el conflicto como “seudoizquierdistas”, los malos, y a los huelguistas como parte de la “clase obrera”, pues sólo conducen a callejones sin salida, al escenario de perder la valiosa fuente de trabajo, porque sin ella no hay trabadores ni sindicato.
Acuse de recibo
Bajo la premisa de que a los estimados y queridas es preciso decir en vida lo que pensamos y sentimos por ellos, consigno lo que sigue… Abrazos muy afectuosos para el colega Carlos Ferreyra Carrasco y Magdalena, su compañera de vida (https://entresemana.mx/la-