Luis Acevedo
Pesquera
Contrario al
discurso que trata de construir la percepción de que lo peor de la pandemia ya
paso, se advierte en las cifras del desempleo en donde la mayor afectación prevalece
entre las mujeres y en las personas con la calificación educativa más baja.
Basta con
tomarse el tiempo para observar las magras ofertas de empleo que prefieren al
personal masculino dispuesto a trabajos intensivos de mano de obra, durante
periodos limitados y sin plena garantía de cobertura de seguridad social, sobre
todo en la construcción, en donde la presencia de mujeres es cada vez es más
notoria.
Los puestos de
trabajo aprovechables en el sector formal son escasos, difíciles de conseguir y
con remuneraciones por debajo a las expectativas, lo que representa una señal
negativa para la economía y, por supuesto, para los hogares en los que el 30
por ciento tienen a una mujer como jefa de familia para un universo estimado en
más de 120 mil personas entre hijos o adultos mayores principalmente.
En general, sus
salarios son más bajos que el promedio. Su desempeño se concentra
principalmente en el sector de los servicios y en actividades vinculadas con la
limpieza o en actividades vinculadas con la restauración y la hostelería en
donde su abundante presencia no solamente abarata sus salarios, sino que
aumenta su velocidad de rotación y tiende a mermar sus ingresos dentro de una
dinámica desgastante para su salud y para su productividad.
Por la pandemia,
los empleos como mesera, recamarera o en actividades vinculadas con los
espectáculos y el entretenimiento, se desplomaron en más de 70 por ciento
porque esas tareas mantienen un contacto muy cercano con otras personas, además
de que para muchos negocios el confinamiento sanitario y el desplome del
mercado provocó el despido de personal o el cierre de miles de negocios.
Aunque lo peor
fue que, primero por la austeridad republicana impuesta por el gobierno como
parte del combate a la corrupción cerró guarderías y aunque entregó directamente
apoyos monetarios, estos no resolvieron el problema de la estancia temporal de
los niños de las madres trabajadoras. El problema se agravó con la suspensión
de clases para evitar contagios que obligó a muchas madres a mantener a sus
hijos en casa.
En consecuencia,
las estadísticas mostrarán que muchas mujeres se han visto obligadas a abandonar
alguno de sus empleo o a reducir las horas de trabajo, lo que significa una
merma sustancial para los ingresos de sus hogares.
Aun cuando la
mayoría ya participa en actividades que se consideraban propias para el sexo
masculino, no hay garantía de que exista igualdad salarial.
Existe el riesgo
de que la costumbre cultural de género, especialmente en actividades de
contacto directo de persona a persona, prefiera ocupar a trabajadores menos
calificados, lo que favorecería el deterioro salarial y la rotación acelerada
de personal.
Contra la
pandemia, en México la reacción gubernamental no fue con medidas fiscales y
monetarias para contrarrestar los efectos en la producción y el empleo, lo que
derivó en la desocupación de 12 millones de personas, principalmente del sector
informal.
Organismos
internacionales como el FMI advierten que al igual que nuestro país, en Brasil,
Polonia y los Emiratos Árabes Unidos se han registrado fuertes caídas en la
demanda laboral durante la pandemia y debido a que tienen grandes sectores
informales, la creación de empleo formal será insuficiente para cubrir el
déficit histórico de fuentes de trabajo y el combate a la pobreza.
También estima que
las mujeres de las economías de mercados emergentes y en desarrollo, como
México, soportarán una carga desproporcionadamente mayor que los hombres, y los
efectos del cierre temporal de las escuelas y en la educación de las mujeres de
los sectores medios y bajos de la sociedad podrían tener consecuencias
perjudiciales a largo plazo.
Si las
condiciones ya eran graves, con el retroceso en desempleo acelerado por la
pandemia, no se ve que en los cuatro años próximos exista voluntad por atender
la desigualdad ni por abordar la informalidad con políticas públicas que
favorezcan a la formalización de la economía.
Lo real es que en
el país se construyó un tope muy alto para el empoderamiento de las mujeres
@lusacevedop