En Contexto
Luis Acevedo
Pesquera
Cuando la
historia no se entiende y se pretende utilizar como arma de propaganda, el
resultado nunca es el mejor y hasta puede resultar inútil.
Eso es lo que
ocurrió durante la esperada participación del presidente Andrés Manuel López
Obrador en el encuentro virtual del G-20 que reúne a los países
industrializados y a los que se encuentran en desarrollo intermedio como el
nuestro.
Durante el encuentro
los participantes se pronunciaron por procurar una pronta y expedita distribución
de la vacuna para enfrentar la pandemia provocada por la COVID-19, porque sólo
así y con una nueva cruzada global para atenuar los problemas de endeudamiento,
se podrá resolver la crisis económica mundial.
No es común que
en una reunión de esa magnitud los compromisos internacionales coincidan en cooperar
para alcanzar una solución a la emergencia sanitaria y “una mejor economía
global en el siglo XXI”, inclusive el presidente ruso Boris Yeltsin sorprendió
al ofrecer no una, sino las tres vacunas que se trabajan en su país para
combatir al virus.
La prensa
internacional dio cuenta de que dos gobernantes sobresalieron durante esta
cumbre por su actitud contracíclica y fuera de lugar.
Donald Trump
mostró su desdén al esfuerzo mundial para enfrentar la crisis sanitaria y
económica al presentarse mediante un video en el que no transmitió la voluntad
de su gobierno por apoyar la distribución de la vacuna, aunque simultáneamente tuiteó
con varios mensajes sobre el presunto fraude electoral del que fue objeto y más
tarde se supo de su indiferencia al cónclave internacional porque a esa hora
jugaba golf.
En el único
pronunciamiento político que expuso al G-20, recordó que Estados Unidos está
fuera del acuerdo climático de París, del que salió en 2015, porque es “injusto
y unilateral”.
Andrés Manuel
López Obrador es el otro mandatario alejado del consenso del cenáculo virtual del
FMI y el Banco Mundial en Arabia Saudita. Aunque se refirió al tema de la
vacuna y el endeudamiento, no manifestó ningún compromiso global.
Se limitó a
exponer que en México la vacunación será universal y gratuita y, por lo que se
refiere al tema de la deuda, en lo más concreto de su discurso recupera el argumento
de los organismos internacionales sobre la necesidad de otorgar quitas al monto
de las deudas y reducir las tasas de interés que pagan los países más pobres.
Pero eso sí, con
toda solemnidad, como si diera cátedra, el presidente mexicano llamó a los
líderes del G-20 a no recurrir a la tentación de imponer medidas autoritarias
como el confinamiento excesivo o el toque de queda contra la pandemia y, mejor,
actuar con la razón y el convencimiento: “nada por la fuerza”, les dijo.
Luego, en su
discurso, que seguramente se pensó formará parte de los anales de la economía
política, estableció que “el rescate económico debe hacerse de abajo hacia
arriba: primero ayudar a los pobres y no centrar las acciones solo en destinar
fondos públicos a empresas o a instituciones financieras en quiebra; no
convertir las deudas privadas en deuda pública; evitar el endeudamiento y menos
aún si es en beneficio de pocos y a costa del sufrimiento de muchos y de las
nuevas generaciones".
Sin embargo,
esta poética afirmación no fue sustentada por el presidente López Obrador quien
insiste en resolver el problema de la pobreza con apoyos públicos, cada vez más
limitados y sin atender el tema de la producción nacional.
Si vemos el
programa económico para 2021 propuesto por el gobierno federal y avalado por la
mayoría morenista en el Congreso, no se plantean cambios al criticable modelo
neoliberal; al contrario, lo refuerza con esquemas concentradores de poder
político y económico.
Aunque hoy no se
favorece la socialización de las deudas como en el pasado, tampoco se hace algo
para redistribuir el ingreso nacional por la vía fiscal, que es la más
democrática que existe hasta el momento, y que pasa necesariamente por la
defensa y promoción del trabajo digno y remunerado y se basa en el Estado de
derecho, lo que implica justicia, transparencia, rendición de cuentas,
seguridad y certidumbre, que no se ven el horizonte inmediato.
El tema de la
pobreza para que no sea un sin sentido, exige de la generación de más
oportunidades económicas que se concreten en trabajo y en menos discursos en
los que se invoque -como tiende
a ser costumbre- a la
fraternidad ,que en este caso fue universal.
@lusacevedop