Carlos Ramírez
Como historiador
del PRI como partido y crítico de sus prácticas de control social, el
politólogo Luis Javier Garrido llegó a acuñar una frase que caló hondo
en el ambiente cultural mexicano: “en México todos somos priístas hasta
demostrar lo contrario”.
En los hechos, Garrido ser refería a la existencia de un Estado
cultural ideológico del PRI que se imponía en la configuración de las
mentalidades de los mexicanos: la educación ha sido lo que advirtió Althusser:
un aparato ideológico del Estado. Entre otros mecanismos, uno era clave:
los libros de texto gratuito que eran obligatorios y excluyentes y en
ellos se conjugaba la interpretación ideológica obligatoria de México
como la apropiación priísta de la historia.
El ensayista marxista José Revueltas lo vio con claridad. En
la introducción en 1976 a la reedición de su ensayo de 1958 México: una
democracia bárbara, Revueltas aportó a la ciencia política mexicana
una definición del régimen priísta: “El Estado mexicano no es totalitario”, es
un “Estado ideológico total y totalizador” y se imponía sobre las masas
por dos caminos: la ideología oficial vía la educación y el control de
las relaciones sociales en el PRI.
La educación pública como eje instrumental de los gobiernos
revolucionarios y posrevolucionarios priístas tuvo dos dinamos fundamentales:
en 1934 el presidente Cárdenas llevó a la Constitución la educación socialista sin
lucha de clases, sólo como definición ideológica científica; y en 1946 el presidente
Alemán reformó el artículo 3 constitucional para definir el modelo
priísta de bienestar como placvebo de democracia.
Con el apoyo de Salinas de Gortari, dos importantes miembros de la
Comisión Binacional Mexico-EU propusieron en 1987 la reescritura de los
libros de texto para lobotomizar sus puntos conflictivos
referidos al conflicto histórico con EE. UU. por el robo de la mitad del
territorio en 1847. En el documento El desafío de la Interdependencia,
Carlos Fuentes y Héctor Aguilar Camín (Grupo (A)Nexos) adelantaron la fusión
comercial bilateral, pero a condición de desaparecer de la conciencia mexicana educativa
el tema de Texas, Nuevo México, Arizona, California y otros territorios
mexicanos robados.
Y en 1992, con Zedillo como secretario salinista de Educación
Pública, el gobierno mexicano le cedió al Grupo (A)Nexos de Aguilar
Camín la revisión y reescritura de los libros de texto gratuito, con el
nunca olvidado tema incluido del movimiento estudiantil de 1968 y la referencia
a la “matanza de Tlatelolco”, decían, por parte de las fuerzas armadas.
El debate fue tan intenso, que Salinas y Zedillo recularon y
tuvieron que guillotinar millones de libros para que no se oficializara el
nuevo enfoque ideológico del neoliberalismo.
En este contexto se debe asumir la iniciativa del gobierno
del presidente López Obrador para revisar y reescribir los libros de texto, a
fin de revalidar y redinamizar su propuesta de Cuarta Transformación. En
los hechos, los libros actuales son fuente educativa en la formación de
los niños del Estado neoliberal salinista.
La obligatoriedad de los libros de texto como esencia del conocimiento
educativo en los niveles de educación básica y media conduce a la interpretación
oficial de la realidad nacional que debe de cincelar la conciencia de los
niños. El contenido de los libros ha construido la interpretación de la
historia que deben memorizar los niños, con la circunstancia agravante de que
la contrarrevolución neoliberal de Salinas de Gortari mantuvo la esencia
de dominación de la ideología oficial de la historia, pero liquidó
la Revolución Mexicana en el PRI y en la realidad e impuso el concepto
juarista de “liberalismo social” que fundó el capitalismo privado que luego potenciaría
el juarista Porfirio Díaz.
Los libros de texto quedaron tocados por la reescritura de algunas
de sus partes que hicieron los expertos del Grupo(A) Nexos de Aguilar
Camín para fortalecer el neoliberalismo salinista. La 4ª-T de López Obrador
quiere reconstruir el papel preponderante del Estado como una instancia
ideológica y económica y para ello necesita destruir las bases
ideológicas del régimen priísta neoliberal de Salinas que siguió vigente
--obvio-- con los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón y desde luego con el
salinista Peña Nieto.
En el fondo, siguiendo a Luis Javier Garrido, los mexicanos
siguen siendo forjados como priístas a través de los libros de
texto gratuito.
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Política para
dummies: La historia, además de la lucha
de clases, es producto de la batalla por las ideas vía la educación.
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