Ya es momento de que Andrés Manuel López Obrador contrate a Rubén Aguilar, no para que le tenga listo el powerpoint en el momento en que necesite apoyar con imágenes lo que se le ocurre, que para eso tiene a Jesús Ramírez Cuevas, sino para que después de la mañanera tenga su propio espacio para explicarnos lo que el presidente quizo decir, como ocurría en tiempos de Vicente Foix, el primero en echar al PRI de Los Pinos.
Como dice con frecuencia en muestra de educación, quizás fue sin ánimo de ofender o quiero pensar que simplemente perdió de vista el renglón apopiado del del texto que leía y para improvisar le sonó bonita la primera palabreja que se le vino a la mente, aunque lo más probable sea que al redactor de su segundo informe se le fue la mano en el giro literario y sin querer llevó al mandatario a insultar a Arturo Zaldívar y Alejandro Gertz Manero llamándolos arrogantes por la comisión del pecado capital de no asistir a su segundo informe de Gobierno, no obstante que les corrió la cortesía de invitarlos.
Supongo que en su ánimo no estuvo ofenderlos porque ignora que arrogancia proviene del latín arrogantia y que tal vez el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nacional y el Fiscal General de la República hicieron como si no les hablaran pues de lo contrario estaríamos enfrentando un problema constitucional porque el calificativo sonó duro y pegó en el plexo solar.
En realidad, lo que el presidente López Obrador quiso decir, diría Rubén Aguilar, fue que el ministro presidente de la Corte y el fiscal General no estuvieron en el informe porque uno es cabeza de uno de los tres poderes de la nación, y el otro está al frente de un organismo con autonomía constitucional, y que en razón de ello, su ausencia, por primera ocasión en una de estas ceremonias, es muestra la separación de poderes y respeto a la autonomía de instituciones que vivimos plenamente en la Cuarta Transformación.
Así lo escribió el redactor del informe presidencial: “Miren cómo han cambiado las cosas. Invité al fiscal General de la República y al presidente de la Suprema Corte de Justicia y no pudieron asistir. En otros tiempos eso no pasaba porque ellos tienen la arrogancia de sentirse libres; este es el cambio, esta es la transformación”.
En realidad, López Obrador se equivoca de principio a fin. La ausencia o presencia de Zaldívar y Gertz Manero nada significa, porque lo del martes por la mañana no fue un informe constitucional, sino una mañanera más, un acto ordinario de propaganda electoral adornado con honores al mandatario y no al lábaro patrio.
El cumplimiento del mandato de la Carta Magna lo realizó por la tarde la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, al entregar el informe en la Cámara de Diputados.
En otras palabras, la ceremonia matutina, por cierto una de las poco no inhumanas de las mañaneras pues inició a las 9 horas, pudo o no ocurrir y nada habría pasado como se acostumbra desde 2007 después que por instrucciones de López Obrador en 2006 el PRD y el PT impidieron que Vicente Fox ingresara al salón de plenos de la Cámara Baja obligando a los inquilinos de Los Pinos a realizar un remedo de informe para regodearse con sus logros, como este lunes lo hizo el presidente en el Palacio Nacional.
Arrogancia, aún por sentirse libres, y separación de poderes y autonomía no son sinónimos, a menos que me diga lo contrario Arturo Pérez Reverte el periodista miembro de la Real Academia de la Lengua que sábado a sábado rompe el tedio de la comentocracia política platicándonos en Milenio sus anécdotas de vida, entre ellas algunas de verdadero corresponsal de guerra y no como las de otros que hablan de la metralla que les pasaba de cerca en sus noveladas misiones periodísticas cubriendo guerrilas centroamericanas.
La principal acepción de arrogancia es altanero y soberbio, y no creo que por padecer estos problemas psicológicos a causa de la libertad de que hoy gozan por la buena voluntad de López Obrador, fue que Zaldívar y Gertz Manero desairaron al presidente el martes por la mañana.
Ahora bien, quizás el presidente les aplicó la acepción de valiente y brioso, lo que, visto así, debe ser motivo de satisfacción para el ministro y el Ministerio Público.
No especulemos más, se trató de un mero lapsus y no un reclamo insultante a los ausentes; el presidente usó arrogancia cuando en realidad se refería a división de poderes y a autonomía.
Cuestión de que Rubén Aguilar regrese al servicio público a interpretar los decires presidenciales.
Por cierto, apenas un año atrás, en 2019, los cosas no habían cambiado y los representantes de los poderes Judicial y Legislativo no se sentían libres y por eso no sufrían de arrogancia y asistieron felices de la vida al primer “informe”. La fotografía de Gertz Manero delata su felicidad.