Pasó de noche en México el breve pero sustancioso apartado de la entrevista que el papa Francisco concedió a la directora general de la argentina Agencia Nacional de Noticias Télam, Bernarda Llorente, y que transcurrió durante una hora y media. Vacío que el oligopolio mediático mexicano y el global en el que predominan, entre otros, los grandes corporativos de Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Japón y Francia impusieron en el planeta.
La periodista Llorente para empezar define a “Francisco, su santidad, el papa argentino” como “uno de los líderes que hoy marca la agenda social y política del mundo”, lo que todo indica se corresponde más con la compleja y contradictoria realidad del orbe y no tanto la que formuló en reciente mañanera el presidente Andrés Manuel quien lo colocó como “el más influyente”.
Lo cierto es que los juicios del “dirigente político y líder espiritual” (Obrador dixit) Jorge Mario Bergoglio, el papa número 266 de una de las instituciones más antiguas de la humanidad, no tienen desperdicio y, por ello, las compartimos literalmente, atenidos a la versión redactada por Bernarda Llorente para Télam.
“La creciente influencia de los medios de comunicación y la necesidad de instrumentar mecanismos de defensa ante la manipulación informativa y las ‘fake news’, son cuestiones que forman parte, desde hace años, de la agenda del papa Francisco. ‘Tenemos que ser conscientes que comunicar es involucrarnos y ser muy conscientes en la necesidad de involucrarnos bien…’
“Desde sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires, Francisco viene analizando este peligroso fenómeno por todos conocido –y por muchísimos padecido– con una mirada sumamente crítica. Y, fiel a su formación religiosa, quiso bautizarlo como Los Cuatro Pecados de la Comunicación.
“El primero de ellos es la desinformación, es decir, informar exclusivamente lo que conviene y callar el resto. ‘No –pidió Francisco– tenés que decir todo, no podés desinformar’… (En México la mayoría de los medios convencionales, quizá el 90%, sus propietarios que por lo general no son periodistas sino empresarios periodísticos y de muchas otras actividades, dictan cátedra a sus pares de allende nuestras fronteras).
“El segundo pecado es la calumnia, o sea, una falsa imputación que ‘a veces puede llegar a destruir a una persona con una comunicación’. (En esta materia es oportuno agregar que Televisa –Emilio Azcárraga–, Azteca –Ricardo Salinas–, Reforma –Alejandro Junco– y El Universal –Juan Francisco Ealy–, entre muchos otros, se encuentran entre los más aventajados divulgadores de textos y opiniones de calumniadores del presente y del pasado mexicano.
“En tercer lugar, se ubica la difamación, una actitud que equivale a ‘traerle a una persona un pensamiento que tuvo en otra época y que ya cambió, olvidando que ahora es diferente’…
“Para el cuarto pecado, Francisco suele utilizar la palabra coprofilia, es decir, ‘ese amor a la porquería que busca ensuciar a partir del escándalo’, según sus palabras”. Don Francisco utilizó la palabra caca, antes de porquería, en la versión filmada.
“Un medio de comunicación –concluyó el papa– tiene que estar atento a no caer en esta desinformación, calumnia, difamación y coprofilia. Su valor debe estar en expresar la verdad”.
El problema de fondo estriba, a juicio del polaco que vivió y trabajó entre nosotros para la agencia gubernamental PAP, Ryszard Kapuściński en que “Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”.