Los destapados revividos del PRI
Felipe León López
Cuando creíamos que después de los “Alitazos”, del peor desempeño de sus candidatos en las últimas elecciones federales, estatales y municipales, del desprestigio acumulado por sus 80 años de ejercicio del poder y de las duras cuentas por pagar por crímenes, saqueos y desplantes de abuso de poder, situación que los colocó en la línea de un partido más de la chiquillada, el PRI, el otrora poderoso y omnipresente Revolucionario Institucional, saca aire de lo más profundo de su pecho y lanza a la palestra un ramillete de pre candidatos presidenciales.
Desfilaron los nombres de Claudia Ruiz Massieu Salinas, Beatriz Paredes Rangel, Ildefonso Guajardo Villarreal, Enrique de la Madrid Cordero y Alejandro Murat Hinojosa para luchar por el PRI y otros aliados en 2024 y competir contra Morena por la Presidencia de la República.
¿Alguna cara nueva? ¿Algún discurso nuevo? ¿Ya hicieron un mea culpa a todos los mexicanos por el daño que causaron sus gobiernos, por la defraudación de sus principios o nos siguieron chantajeando por el legado de las instituciones que sus presidentes impulsaron? Nada, son políticos revividos, es decir, hijos o parientes de políticos pasados de vivos, quienes vuelven a las andadas, pero no en busca de ganar la presidencia de la República sino para medir qué tanto los mexicanos los guardamos en la memoria, en el agradecimiento y en la posibilidad de estos rostros rescaten a su partido de la desaparición total.
Es claro que sólo un milagro haría que un cuadro militante del PRI regresara a ocupar la Silla del Águila y que alguno de estos personajes pudiera convertirse en un nuevo apóstol de la salvación del otrora partidazo de la Revolución Mexicana.
Lejos de mostrar una cara nueva o un discurso atractivo, ha sido inevitable que cada uno de los nombres del PRI tenga más peso acompañado de historias añejas detrás.
Claudia Ruiz Massieu Salinas está ligada a dos nombres de peso: su padre y su tío, y una familia envuelta en tragedias. José Francisco, sin duda un cuadro valioso y quizá el último ideólogo de este partido, quien fuera asesinado en el cierre del sexenio de su tío Carlos Salinas de Gortari. Para quienes no recuerdan, en ese cierre de sexenal del salinismo, primero mataron a Colosio, quien era considerado continuador del proyecto transexenal de Salinas (1994-2000) y luego a Ruiz Massieu, a quien perfilaban para el 2000-2006.
Aunque Claudia fue funcionaria federal y dice tener trayectoria propia, inevitable que los Ruiz Massieu y Salinas de Gortari estén en la memoria.
El que sigue activo desde hace meses es Enrique de la Madrid Cordero, también pegado al nombre de su padre, Miguel de la Madrid, a quien la 4T ubica como el iniciador del periodo neoliberal y quien promete retomar el rumbo iniciado por su progenitor; sin embargo, como hemos señalado, tiene varios errores: su perfil profesional es más panista que priista, su imagen pública no genera cercanía ni empatía con los sectores mayoritarios y, por si fuera poco, quiere ir de la mano de la senadora tv azteca Lily Téllez, quien ya se creyó tener estatura para ser candidata presidencial y no ir de comparsa con nadie.
Qué decir de Alejandro Murat Hinojosa, quien nunca se podrá quitar el peso de su papá José Nelson Murat Casab, conocido hijo de inmigrantes iraquíes, ex gobernador oaxaqueño y experimentado operador político, quien también presume tener amistad con el presidente López Obrador desde los éxodos, a los que han contado apoyó económicamente. Alejandro no ha hecho mucho por demostrar capacidad propia y sí se ha dejado tentar la piernita para pasar a las filas de la 4T.
Está Idelfonso Guajardo, ex negociador del TLCAN, amigo del poderoso Grupo Monterrey, a quien atribuyen muchas virtudes, menos la osadía para aceptar retos de esta naturaleza, como tampoco la candidatura para gobernador de Nuevo León a la que no quiso entrarle porque tampoco le gusta mucho ensuciarse los zapatos y tener cercanía con el pueblo -pueblo.
Beatriz Paredes Rangel, la compañera socióloga y ex gobernadora de Tlaxcala, quien aparece en el libro de Rosalbina Garabito como “gobernadora amiga” que apoyaba económicamente las movilizaciones de Andrés Manuel de Tabaco a la capital del país, es la única carta de la izquierda priista, pero con el peso atrás del echeverrismo y lopezportillismo que le impulsaron su carrera.
Una mujer inteligente, con discurso distinto, con ideas propias para saber rebasar a MORENA por la izquierda, retomar la ruta de su partido, pero su salud, edad y vacío que le han hecho los sectores priistas, simplemente no tiene futuro.
La resurrección de estos personajes, hartos conocidos, tienen el único fin de reivindicar sus nombres y de sus padres en la etapa final del PRI. Son políticos revividos que no piensan en su partido ni en la militancia, sino en jalar agua para su proyecto personal, en limpiar el apellido familiar y en llenar el vacío de liderazgos y relevo generacional que los priistas de base esperaban.
En síntesis, los destapados del PRI siguen oliendo a viejo y no se han dado cuenta que este país ya cambió, que es otro, que la población, los ciudadanos, los liderazgos sociales, políticos y económicos están esperando otra alternativa y no más de lo mismo.
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LAS CORCHOLATAS PASAN POR EL ESPECTÁCULO Y EL RIDÍCULO.
La calentura de los equipos de las corcholatas va muy de prisa golpeándose abierta y simuladamente. El grupo claudista está jugando rudo contra Adán Augusto, sin importarle el acuerdo de alto nivel que sostuvieron de ir aliados por lo menos en un año y después ya se vería. Primero, por la ambición de Javier May de ser gobernador de Tabasco, han arreciado los golpes utilizando al mismo hermano de AMLO, Pepín. Después, en el plano federal, mientras Adán teje fino para reencarrilar a Ricardo Monreal y evitar un colapso en la CDMX, es la claudista Layda Sansores la que vuelve a pegar. Y bueno, el juego sucio apenas empieza, mientras la frivolidad comienza a ser utilizada por sus mercadólogos: Monreal y Marcelo van por seguir la línea de tiktokeros. Ebrard aún más, se pinta de calaca, baila de gusto y se deja apapachar en la calle. Claudia placea a Clara Brugada en el Zócalo y la ponen a brincar. ¿Qué seguirá después?
AMLO, LAS PROTESTAS Y LA TRAGEDIA DE TOTOLAPAN
La semana pasada el convoy presidencial, con docenas de camionetas del Ejército Mexicano, la Guardia Nacional, funcionarios morenistas y personal de apoyo logístico, fue retenido en la Montaña de Guerrero por un centenar de indígenas pertenecientes al grupo armado Consejo Indígena y Popular de Guerrero Emilio Zapata, cuyos líderes le reprocharon al presidente López Obrador sus promesas incumplidas. "A veces se llenan la boca de decir que va a haber un cambio para mejorar a los pueblos, la seguridad de los pueblos y es mentira", le esperaron.
La carretera Chilpancingo - Chilapa fue bloqueada por “columnas armadas” para impedir el paso de la numerosa caravana de AMLO. Jesús Plácido Valerio, hermano de Bruno Plácido Valerio quien también liderea el grupo armado UPOEG, señalado en los “Sedenaleaks” de vínculos con la célula criminal de los Rusos que operan en Acapulco y la Costa Chica, encabezó el bloqueo y manifestación a la caravana de AMLO. "No queremos la foto del recuerdo, no tenemos ganas de verlo, queremos que escuche personalmente nuestras demandas", rezaba una carta que los indígenas nahuas entregaron al presidente López Obrador. Y acusaron que “Los Ardillos”, que presuntamente comandan los hermanos Ortega Martínez habrían cometido 47 asesinatos contra sus compañeros, así como desapariciones como la reciente contra el indígena Celso Cocotzin Tolentino.
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