José Luis Camacho Acevedo
Los medios de comunicación, desde que el periodista, político e historiador Thomas Macaulay les consideró como EL CUARTO PODER, han representado un equilibrio crítico a poderes políticos y económicos en el mundo.
Al llegar a la presidencia Andrés Manuel López Obrador instituyó las polémicas conferencias mañaneras como una nueva forma de relación entre el poder y los medios.
Hábilmente AMLO convirtió a las mañaneras en un instrumento muy efectivo de comunicación política. En dicho espacio se ventilaban asuntos de interés nacional que prácticamente construían la agenda del país.
Más tarde, por desgracia, el propio AMLO pervirtió su instrumento de comunicación política para convertirlo en un instrumento de propaganda.
Y lo más grave, fue que de la propaganda, las mañaneras pasaron a convertirse en un patíbulo de que el presidente consideraba sus adversarios
políticos, los neoliberales, los corruptos del pasado. Y entre los enjuiciados en las mañaneras estaban como comunicadores como Joaquín López Dóriga, Ciro Gómez Leyva, Chumel Torres, Pepe Cárdenas, entre los que mencionaba con más frecuencia.
Ese ya es un asunto casi terminal en la medida en que se acerca el fin del gobierno de López Obrador y, como lo ha anunciado, se retirará a su rancho La Chingada, en Palenque, Chiapas.
Para Claudia Sheinbaum el asunto de su relación con los medios de comunicación es un tema que apenas se debe estar construyendo.
Porque si esa fuera una de las urgencias de la candidata presidencial ganadora, el Cuarto Poder, ahora reforzado por las incontenibles redes sociales y la inaudita penetración de los medios electrónicos, ya se hubiera reunido con los comunicadores y, prioritariamente, con los dueños de los medios.
Y no es que en la actualidad Claudia Sheinbaum no considere a los medios como parte fundamental de su consolidación como candidata ganadora y muy pronto presidente electa.
Pero la pregunta es: ¿Y que hará Claudia con los críticos que le regatean su triunfo y no se cansan de decir que el que seguirá mandando es AMLO?
Son los mismos críticos que lo mismo le han pegado a Peña Nieto que a Vicente Fox.
Son críticos de la añoranza que todavía se ceban en victimizar a Carlos Salinas y ¡Luis Echeverría¡
Yo no veo que críticos como Loret de Mola, Brozo, Riva Palacio o el chileno Pablo Hiriart, le hayan quitado una pluma a la gallina triunfadora de Claudia Sheinbaum con sus ataques, llenos de vísceras y escasos de razonamientos.
Hay críticos que con argumentos e información de primera mano han señalado errores, que sí los ha tenido, a Claudia Sheinbaum.
Francisco Garfias, Jorge Fernández, Mario Maldonado, Salvador García Soto, Pascal Beltrán, Leo Zuckerman, Jesús Silva Herzog-Márquez, Jorge Volpi, entre los más destacados que logran conservar el peso del Cuarto Poder, siguen ejerciendo con libertad su oficio de comunicadores con un sentido crítico irrenunciable.
Entonces ¿A quién le teme Claudia Sheinbaum?
¿A los viscerales, cronistas del odio, que desde hace 25 años viven de criticar al poder en turno sin representar peligro alguno para esos poderes?
Decía el ácido humorista británico Gilbert Chesterton: La crítica política jamás se ha parado sobre un chiste o un resabio.
Sin comentarios.
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