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Los pasos de López

por Ramón Zurita Sahagún
17-11-2020

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RAMÓN ZURITA SAHAGÚN 


Allá por los inicios de la década de los 80 se publicó la última novela de Jorge Ibargüengoitia, muerto apenas unos meses después de publicada. Se trata de una sátira sobre los conspiradores que fraguaron la Independencia de México. 


La narrativa del escritor guanajuatense es divertida, locuaz y festiva, sobre los acontecimientos de aquellos primeros años del Siglo XIX. 


El tema viene a cuento porque los presidentes de México siempre han querido que los cronistas de la época narren los momentos buenos y malos de su administración, pero siempre bajo una óptica adecuada a su estilo. 


Los Ejecutivos que han desfilado por la administración del país desde la segunda parte del Siglo XX, hasta la actualidad han cuidado que no se muestren sus debilidades y si se exaltan sus virtudes (pocas) hasta el reconocimiento general de lo que no fue, pero que en sus crónicas pasan a la posteridad. 


Cuando se habla de los presidentes de México poco se hurga en su vida personal y sí se resalta lo generoso que son con el pueblo de México. 


Todos son magnánimos, simpáticos, dicharacheros y cercanos al pueblo. Todos llegan con la idea de servir al país y a su pueblo, sin importar la posteridad y mucho menos los bienes materiales que les garanticen su futuro. 


Varios de ellos han sido tentados por las redes del poder, para buscar una extensión de su gobierno, por considerar que seis años no les alcanzan para cumplir con las metas ofrecidas y confían en que el pueblo es feliz con su gobierno. 


Sin embargo, al iniciar su último año de gobierno, se convence de que estamos más solos que nunca, que todos los que les endulzaron el oído durante los cinco años anteriores comienzan a alejarse y que la herencia dejada no es la que consideraron alcanzar. 


Los presidentes de México intentan reconsiderar algunas cosas, pero ya es demasiado tarde. El canto de las sirenas ya no es tan dulce. Los amigos granjeados a lo largo de su estancia política mutan hacia otros campos y la solidaridad desaparece. 


La crítica es feroz, sus movimientos, decisiones y su persona sufren el escarnio de una sociedad insatisfecha y creyendo de qué fue un tiempo perdido el pasado, por lo que forman parte de la nueva cohorte que se prepara para la asunción al poder. 


Son tiempos difíciles para los presidentes mexicanos que jamás comprenden que las delicias del poder son efímeras y que las consecuencias de las mismas no se acaban nunca. 


El actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador comienza a sentir en dos años, lo que la mayoría de sus antecesores vivieron hasta los cinco años de gobierno. 


Siendo Tabasco su estado natal y sus habitantes los mayores entusiastas de su ascenso a la Presidencia de la República, ya son varias las ocasiones en que su visita no es recibida como antaño con tanto entusiasmo en los rostros de los pobladores que exultaban adoración por el que consideraban su Mesías que les daría todo lo que por años le fue negado por otros gobernantes. 


Comprobar que no sería así, ha sido duro para los tabasqueños que han tenido que sufrir lo mismo que con anteriores personajes que no eran recibidos con el agrado que daba hacerlo con el conterráneo. 


Hoy los tabasqueños siguen sufriendo las mismas penurias de siempre. Inundaciones, retraso de la ayuda, gobernantes locales apocados y promesas al por mayor. 


Es cierto que la presencia del presidente los reconforta, pero por unas horas, porque después priva la desilusión, el hartazgo de siempre y la frustración de tener que empezar de nuevo, para reconstruir casa, adquirir nuevo mobiliario y perder sus cosas más preciadas, aunque manteniendo la vida. Es cosa de nunca acabar. 


                                                                       ………………… 


Tres cosas quedaron en claro con la visita del presidente López Obrador a Tabasco y es que predica con el ejemplo. No se mojó los zapatos para la foto, toda vez que es el único par que tiene. Los que tienen más de eso, son superfluos y frívolos. 


También desmintió a sus críticos, ya que no es el Mesías que puede caminar sobre el agua y mucho menos son primero los pobres, ya que en Tabasco se prefirió inundar a los pobres de las rancherías, ejidos y poblados, que a los fifís de la urbe capitalina. 


 


Email: ramonzurita44@hotmail.com