logo
header-add

Los pilares de la felicidad de Bután

por Redacción
20-10-2021

Comparte en

"La felicidad es algo que preocupa a todos", señaló su eminencia Khedrupchen Rinpoche. "Lo reconozca o no, este es el propósito de todo ser humano".

Rinpoche ha reflexionado mucho sobre la búsqueda de la felicidad. El monje es reconocido como la quinta reencarnación de un maestro espiritual y es actualmente jefe del monasterio Sangchen Ogyen Tsuklag en Trongsa, Bután.

Ascendió a su puesto a la edad de 19 años en 2009, y fue el "Rinpoche" (maestro espiritual) más joven en Bután en ese momento.

Ahora, con 31 años, ha dedicado los últimos 12 años de su vida a enseñar al mundo los principios budistas y cómo se pueden aplicar para hacer la vida más feliz en el día a día, independientemente de la cultura o religión de cada persona.

Intercalado entre las potencias económicas y políticas de China e India, con una población de poco más de 760.000, el Reino de Bután es conocido en todo el mundo por su medida poco convencional de desarrollo nacional: Felicidad Nacional Bruta (FNB).

El concepto fue implementado en 1972 por el cuarto rey de Bután, Jigme Singye Wangchuck.

Evitando las cuantificaciones económicas tradicionales, Bután evalúa el bienestar general de su país sobre la base de un desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo; conservación medioambiental; preservación y promoción de la cultura y buena gobernanza.

"La Felicidad Nacional Bruta es un conjunto de condiciones colectivas que son generalmente necesarias para vivir una buena vida", dijo Rinpoche.

Antes de la pandemia, Rinpoche viajó por todo el mundo dando conferencias y talleres a través de su iniciativa Neykor.

También estaba trabajando para construir la primera academia budista en Bután que estará abierta a cualquier persona interesada en aprender sobre la filosofía budista, independientemente de su origen o religión.

"Todo lo que estaba haciendo quedó en suspenso. Decidí ver esto como una oportunidad para profundizar mi propia experiencia y aislarme", relató.

"Fui a las montañas y viví allí con muy poca comida, en condiciones climáticas adversas, sin más refugio que una cueva. Esto me dio el tiempo para absorber más profundamente lo que yo mismo enseñaba".

"Lo que quedó muy claro fue que la verdadera felicidad no tiene nada que ver con los fenómenos externos; es algo interior".

El monje enfatizó que no es necesario ir a tales extremos para encontrar la paz.

"Debemos dejar de buscar la felicidad en experiencias externas a nosotros mismos. Hay, en mi opinión, cuatro pilares: bondad o amabilidad amorosa, compasión, desapego y karma, que pueden ser aceptados fácilmente por cualquiera en cualquier momento de sus vidas, desde cualquier lugar ".