La volatilidad en los precios de las materias primas puede afectar el crecimiento a largo plazo y amplificar las oscilaciones de la inflación general, provocando a su vez malestar social, reporta el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Hasta ahora, “el resultado ha sido una crisis del costo de la vida, con las economías y las personas más vulnerables particularmente afectadas y con un marcado aumento de la inseguridad alimentaria”, acota un análisis del organismo.
En el mismo, el FMI consigna que, de acuerdo con el Programa Mundial de Alimentos, este año 345 millones de personas en casi 80 países enfrentarán inseguridad alimentaria aguda, más del doble que en 2020.
“Si bien los precios internacionales de los alimentos y la energía se han moderado desde su máximo reciente, siguen siendo elevados (…) Millones de personas, especialmente en los países más pobres, se ven empujadas a la inseguridad alimentaria”, destaca.
En el informe sobre la inseguridad alimentaria y energética para el G-20, el organismo explica que además de que los precios de los alimentos y la energía se dispararon hasta cerca de máximos históricos en años recientes –dadas la crisis por la pandemia de coronavirus y la invasión a Rusia, que provocaron interrupciones en el suministro–, también aumentó la volatilidad en la cotización de las materias primas.
Agrega que estas oscilaciones en los precios de las materias primas plantean desafíos económicos para los próximos años, particularmente en el crecimiento económico y la inflación, dada la volatilidad de los términos de intercambio, es decir, el movimiento en los precios que un país paga por las importaciones y los que recibe por las exportaciones.