Luis Acevedo
Pesquera
La revisión del
Paquete Económico 2021 que envió el presidente López Obrador a la Cámara de
Diputados es lo más cercano al surrealismo y desde sus primeras páginas el mamotreto
trae a la memoria el argumento de “La ilusión viaja en tranvía” y, como en la
película de Luis Buñuel, un narrador intenta describir el marco de
transformación que se pretende emprender el próximo año muy a pesar del clima
adverso en que se encuentra el país.
En la película,
El Caireles (Carlos Navarro) que es el operador del tranvía y El Tarrajas (Fernando
Soto “Mantequilla”) el cobrador, se enteran de que su fuente de trabajo va a
ser retirado de circulación. Borrachos, lo roban y hacen un recorrido nocturno
por la ciudad. En su trayecto suceden múltiples incidentes extravagantes y
divertidos. Lo mismo se suben unas beatas con la imagen de un santo, que unos
tablajeros con los animales en canal que acaban de matar o los niños de un
hospicio. Los protagonistas pelean con unos especuladores de comida, también
participan en una pastorela y una gringa imagina comunismo cuando no le cobran
por el viaje. En su trayecto los persigue Papá Pinillos (Agustín Isunza), un
inspector jubilado que amenaza con delatarlos mientras la sensual Lupita (Lilia
Prado), hermana del Tarrajas, intenta ayudar a los dos amigos. En la madrugada,
y luego de múltiples incidentes, el tranvía es devuelto a la estación y Lupita
se hace novia de El Caireles.
Imaginen esas
escenas ante la peor crisis económica mexicana en un siglo y podrán imaginar el
ambiente insólito que presenta el Paquete Económico 2021, sin que se pueda
predecir un final feliz ni tan divertido.
Veamos. En su
optimismo el presidente López Obrador da prioridad a tres objetivos de política
pública: 1. ampliar y fortalecer las capacidades del sistema de salud,
particularmente los servicios orientados a la atención de los grupos en
situación de vulnerabilidad; 2. promover una reactivación rápida y sostenida
del empleo y de la actividad económica; y 3. continuar reduciendo la
desigualdad y sentando las bases para un desarrollo equilibrado y vigoroso en
el largo plazo.
El problema es
cómo.
Asegura que en
2021 “continuará la reactivación iniciada en la segunda parte” del año en
curso, que las empresas sobrevivientes se adaptarán -sin apoyo alguno- al nuevo
entorno socioeconómico, que el T-MEC impulsará a las compañías exportadoras al
mercado global y habrá inversión estratégica gracias “a la mejora en el Estado
de Derecho”, lo que generará más empleo (pero no para el millón perdido) y
consumo.
Además, el
sector financiero continuará apoyando el flujo de recursos hacia hogares,
empresas y proyectos productivos, ayudado por una política monetaria
acomodaticia del Banco de México y en el exterior.
De esa manera, se
ofrece que el PIB crecerá 4.6 por ciento, o más si contamos con la vacuna
contra el COVID 19 a principios de 2021. Se prevé que la mezcla mexicana de
petróleo de exportación sea de 42.10 dólares por barril, a partir de una
plataforma de producción de un millón 857 mil barriles diarios.
Los cálculos se
basan en una inflación anual de 3 por ciento, tasa de interés de 4 por ciento
promedio anual, una reducción de 50 puntos respecto a 2020 y el dólar en 22.10 pesos.
Pero la realidad
le juega rudo a la imaginación.
En 2021 habrá un
déficit presupuestario de 718 mil 200 millones de pesos, equivalente a 2.9 por
ciento del PIB, debido a que los ingresos apenas serán por 5 billones 538 mil 900
millones de pesos, mientras que el gasto público neto ascenderá 6 billones 257
mil 100 millones de pesos.
Esa diferencia, resultante
en buena medida de los programas asistencialistas del presidente, si bien no se
cubrirán con endeudamiento externo ni con impuestos nuevos, se resolverá con
una campaña intensiva de recaudación fiscal sobre los contribuyentes activos y
con precios y tarifas de bienes o servicios proporcionados por el sector
público.
La economía
informal no será tocada ni con un pétalo de una fiscalización o campañas de
incorporación a la base de contribuyentes, pero sí se brindarán apoyos para
PEMEX.
En el Paquete
Económico solamente se ven estímulos para la inversión pública, prioritariamente
en el Tren Maya, el Corredor Interoceánico, el Aeropuerto de Santa Lucía,
algunos caminos y, las refinerías, especialmente Tres Bocas, pero no hay apoyos
para la inversión y producción privada.
Sin un piso a la
recesión, como lo ha hecho la mayor parte de los países con los que México
tiene intercambio económico, no se marcan límites al desgaste económico, todo
se deja en manos de Estados Unidos, lo que resulta perjudicial para afianzar la
recuperación en el mediano y largo plazo.
No hay forma de
que lo maravilloso del optimismo o la esperanza se convierta en realidad y la
transformación en mejoría. Cuando mucho, el Paquete es para seguir igual,
aunque al despertar todo pueda ser peor.
Lo que sí, es
que en 2021 nos introduciremos en un ambiente surrealista a bordo de un Tren
Maya con el que transitaremos en un crudo ambiente económico en el que prevalecerá
la incertidumbre y la inseguridad, marcadas por las ocurrencias y excentricidades,
pero sin la magistral dirección de Luis Buñuel ni la sensualidad angelical
representada por Lupita o la conciencia de El Caireles o la chispa de El
Tarrajas.
Y ya habrá
tiempo para entrar en detalles.
@luacevedop