Felipe León López
El 6 de junio, una vez más, la ciudadanía de este país mandó un mensaje directo, claro, contundente a la clase política: somos un país plural, multicultural, diverso, multifacético y muy dinámico, que no pertenece a una sola persona, una sola corriente política, a una única forma de ver al mundo, ni a una sola religión.
Quienes crean que tienen el predominio absoluto sobre nuestras vidas está equivocado, y quienes quieran pensar que el país podría ser fracturado en dos o en tres, también están equivocados.
Con ayuda de los mapas realizados por uno de los mejores cartografistas de México, Tonatiuh S. Meany @MeanySuarez, podemos observar (Mapa 1) que la coalición gobernante es muy fuerte en el sur-surte y en el noroeste del país, mientras que el centro- norte hay una clara baja de preferencias.
El mapa
indica que son las ciudadanías las que marcaron el mensaje de apoyo al proyecto
político del presidente de la República. Y es claro que la mitad de los ciudadanos
está a favor de la autollamada “cuarta transformación”, le apuestan al
presidente, a su partido y a sus ofertas de política social y combate a la
corrupción.
MORENA tuvo triunfos cualitativos con la victoria en once de las quince gubernaturas en disputa y sostenerse como la primera fuerza política al obtener al menos 198 diputados federales, que de sumar a sus aliados PT (39) y PVEM (43) alcanzarían 280 legisladores.
En
términos cuantitativos, como observamos en el Mapa 2, hay que leer que en los
lugares donde más se votó más creció la oposición a MORENA y sus aliados.
Si como hemos apuntado en este espacio, esta elección es el arranque de “la cuarta campaña presidencial” de Andrés Manuel López Obrador, MORENA, PVEM y PT, pasaría de 30 millones a poco más los 26 millones de votos, es decir, perdieron 4.1 millones de sufragios en 34 distritos de mayoría, muchos de ellos en el corazón de su principal nicho de mercado electoral, la Ciudad de México.
En cierto
sentido, tendrían casi el 48% frente al 52% de los opositores. Quizá por esta
razón se insiste en reiterar que “Morena arrasó”, aunque sólo sea el partido
más votado, algo que todas las encuestas y analistas previeron.
En
conclusión, en 2018 Juntos Haremos Historia ganó el 42% de los votos
disponibles y esta ocasión 2021 tuvo 26.11%; muy complicado revertir una
tendencia así para marzo del 2022 cuando sólo estará el nombre de Andrés Manuel
López Obrador en una boleta para decir “Sí” o “No”; claro, siempre y cuando se
publique la ley reglamentaria de participación ciudadana. Dijera el clásico:
¿Qué necesidad?
Más allá
del referéndum, MORENA tiene dos retos para lo inmediato: mantenerse unido y
reforzar la alianza, cara y quizá hasta lacerante con el PVEM y con el PT, los
cuales ya los están chantajeando y poniendo condiciones para continuar la
alianza. Los verdes, que fueron el partido aliado que más creció en estas
elecciones, marcaron sus diferencias directamente al presidente del país, y el petista
Gerardo Fernández, por su lado, quiere ya reglas de consulta interna para la
elección de candidatos comunes para el 2024, incluyendo la presidencial.
Verdes y petistas saben que los necesitan y quieren exprimir y desangrar a los morenistas para que conserven la mayoría absoluta (50%+1) y con ello el manejo presupuestal de 2022, 2023 y 2024, además del futuro de las obras emblemáticas de AMLO: Tren Maya, Aeropuerto Felipe Ángeles, Transístmico y Dos Bocas. Si esa mayoría no hay futuro para la autollamada “4T”.
La fracción parlamentaria de MORENA cayó de 253 a 198 diputados y sus aliados son poco fiables; es decir, se acabó “la aplanadora”. Por esta razón es que López Obrador lanzó la red en la mañanera al apuntar que bien podrían sumar “a algunos del PRI o de otro partido” para alcanzar la mayoría calificada. Lo sabe el presidente, el mensaje de las urnas es “dialoguen y hagan política de altura”, y para lograrlo, deben comenzar a cimentar los puentes de entendimiento, pues si bien el bloque opositor está decidido a bloquearlo en todo, alguien tiene que comenzar a ceder.
La
instrucción ciudadana es que todos los partidos tengan la voluntad para
negociar y convencer las reformas trascendentales si es que la autollamada “Cuarta
Transformación” las quiere hacer, pero ya no abusando del poder y la
legitimidad democrática que les dieron en el 2018.
Y es que,
así como el Congreso ya pinta la pluralidad del país, en el mapa de
gubernaturas también, más allá de que los estados de la República cambien de
color y preferencias sexenalmente. Ahora ya serán 16 los mandatarios de MORENA,
pero la otra mitad de los gobernadores son del PAN (7), PRI (4), MC (2), aliancista
PAN-PRD (1) Verde (1) y PES (1).
Mucho talento para que el diálogo federación y entidades fluya en armonía, respeto y mucha colaboración, para los próximos mil días de gobierno que le quedan, por lo cual el nuevo titular de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O tiene que echar mano suave y talentosa si en sus planes está la prometida reforma fiscal; y quizá también un cambio en la SEGOB para atender la nueva correlación de fuerzas en un país diverso.
La pérdida de nueve de las 16 alcaldías, así como 19 de los 33 distritos electorales en la Ciudad de México, a primera vista, es un golpe duro, directo y crítico al corazón de MORENA, pues desde 1997 los grupos del movimiento urbano popular siempre habían salido con empuje para hacer ganar a las corrientes de la izquierda social, primero en el PRD y luego en MORENA.
Sin embargo, este 2021 fueron insuficientes, a pesar de tener más del 40% de los votos, la alianza PAN-PRI-PRD les llevó ventaja al explotar a su favor la mayor participación y su oferta directa a las clases medias y más informadas (reconocido por el propio presidente de México) como se aprecia en el Mapa 4.
Claudia
Sheinbaum es la única carta netamente de origen, militancia y convicciones de
izquierda que tiene MORENA para la sucesión presidencial y si no logra revertir
la crisis política y de imagen en que se encuentra, la izquierda electorera postularía
a otro ex priista como lo viene haciendo desde hace 36 años; o peor aún, no
sólo para la grande sino también para la CDMX.
El
proceso electoral del 6 de junio de 2021 fue un día de fiesta cívica, más allá
de las acciones hostiles del crimen y de hechos focalizados de violencia de
algunos grupos; pero también hay gran preocupación de expertos en seguridad e
inteligencia que alertan y exigen esclarecer los vínculos de al menos tres de
los gobernadores electos en la pasada contienda electoral antes de que tomen
posesión.
El
esfuerzo del INE al lograr la instalación más del 99% de las casillas, al
contar con un fuerte respaldo ciudadano que, como vimos el pasado domingo
quienes votamos, hubo orden y entusiasmo de parte de nuestros familiares,
vecinos y jóvenes que fueron designados funcionarios de casilla. No quede duda
que esto es liderazgo social de la ciudadanización de nuestro órgano electoral
que debe depurarse y fortalecerse.
Ahora es
tarea de los partidos y sus dirigentes estar a la altura del mandato ciudadano.
Contacto: feleon_2000@yahoo.com