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México basurero gringo

por Manuel Díaz
25-05-2021

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Por Manuel Díaz

 

Con las políticas energéticas del compañero presidente Andrés Manuel López Obrador, nos convertimos en el basurero de Estados Unidos al comprar lo que a ellos ya no les sirve y consumir la basura que ya nadie en el mundo requiere.

 

Presumir el fracaso

Como si del negocio del siglo se tratara, AMLO anunció que cerró la compra de la refinería Deer Park de Houston, Texas, propiedad de Shell. Aseguró que Pemex tendrá el 100% de las acciones y se atrevió a pronosticar que para2023 “seremos autosuficientes en gasolina y diésel; no habrá aumentos en los precios de los combustibles”.

 

Hace 50 años esta hubiera sido realmente una buena noticia, en la actualidad, es una decisión más de la visión retrograda del compañero presidente, incapaz de ver para el futuro y lo peor es que está aumentando la deuda de Pemex.

 

Y como siempre, hay que “corregirle la plana”, porque, aunque hizo el anuncio, pues la transacción aún no está. De acuerdo con datos proporcionados por Huibert Vigeveno, director de Downstream de Shell se deberá realizar una transacción de 596 millones de dólares, una parte será en efectivo, otra en deuda, más el valor del inventario de hidrocarburos que se tenga al momento de la compra-venta que oscila entre los 250 y 350 millones de dólares en efectivo.

 

La realidad es que esta negociación es parte del sometimiento que AMLO tuvo con Donald Trump para convertir a México en el “basurero” de los Estados Unidos, comprando chatarra o industrias obsoletas.

 

La visión imperialista de Trump

En junio de 2018, escribí en este mismo espacio: El interés de Estados Unidos y de su presidente(Donald Trump), está en que México se convierta, no solo en su aliado en contra de las medidas medio ambientales, que afectan sus proyectos petroleros, sino además que nuestro país se convierta en el consumidor de su basura.

 

Como lo comentamos, las principales naciones de mayor industrialización y producción se han sumado a las propuestas del acuerdo de París, incluyendo China, lo que provoca que buena parte de la producción de Estados Unidos quede condicionada y/o fuera de los mercados internacionales por no aceptar las reglas medio ambientales.

 

Esto lo obliga a dos cosas, por una parte, empezar su transformación energética y dos a deshacerse de sus inventarios que no serán aceptados en mercados como Europa o Asia. Para deshacerse de esos inventarios requiere necesariamente un basurero que les pague por eso y dos que ese basurero produzca refacciones y mantenimiento a lo que de alguna manera están obligados los fabricantes, es decir, a seguir utilizando tecnologías obsoletas y altamente contaminantes.

 

En la visión imperialista de Trump, el país que requiere para ser su basurero es México. Aquí mandarán la producción de sus vehículos de combustión a gasolina mientras sus armadoras entran en el mercado estadounidense a competir con europeos y asiáticos en el mercado de híbridos y eléctricos y esto se puede multiplicar a toda la cadena productiva, manteniendo a México en un estatus como de la década de los cincuenta y sesenta (Desarrollo estabilizador y desarrollo compartido).

 

Y el acuerdo sigue, a pesar de que Biden no es Trump

A diferencia de Trump que siempre intentó someter a nuestro país y convertirlo en patio trasero, proveedor de materia prima y mano de obra barata, la política de Biden ofrece su mano a México y Canadá como sus iguales para fortalecer la región Norteamérica, aspecto necesario entre socios y aliados políticos.

 

Otra diferencia muy importante es su política energética y medio ambiental. Mientras Trump favorecía la explotación petrolera, aun en medio de la crisis por el calentamiento global e incluso sacó a su país de la COP de Paris, una de las primeras medidas de Joe Biden fue regresar a Estados Unidos al acuerdo del cambio climático y convocar en abril pasado a una cumbre en la que se asumieron mayores compromisos en favor del medio ambiente.

 

Desde hace algunos años, las principales empresas energéticas mundiales, estadounidenses y europeas decidieron deshacerse o vender las posiciones de petróleo que tenían en el mundo para apostar por el desarrollo de energías renovables y proyectos de generación eléctrica y movilidad.

 

Pero AMLO le vendió el alma a Trump durante la reunión bilateral que se dio en la Casa Blanca, se pudo percibir que en esa reunión se dio la señal o la orden para que México dejara de utilizar gas natural y que esa infraestructura se utilizara como puente para venderlo a Asia.

 

A partir de aquella reunión Sempra Energy (IEnova en México), decidió utilizar la re calificadora de Ensenada para sacar el gas natural rumbo a Asia, mientras AMLO pidió ayuda a Trump y a esa empresa para vender el gas natural contratado por México al exterior.

 

Así en el plan de infraestructura anunciado por AMLO aparece la construcción del gasoducto interoceánico para sacar el gas de Texas por Salina Cruz. De acuerdo con el diseño de Trump y AMLO, México solo sirve de paso sin obtener beneficio y con ello ayudar a Trump a cumplir compromisos con sus aliados políticos asiáticos como China.

 

Con sus decisiones retrógradas y mediocres AMLO aleja a México del progreso, porque mientras el mundo avanza hacia la producción de energías renovables y el uso de vehículos eléctricos, el compañero presidente le apuesta a seguir consumiendo combustóleo, carbón, gasolina y diésel; a seguir manteniendo a dos empresas cada vez más endeudadas como lo son Pemex y CFE y a la obsoleta construcción de la refinería de Dos Bocas.