Los ingresos por trabajo y demás gravámenes contenidos en el sistema de renta pagan 23 veces más que la propiedad en México, dan cuenta comparativos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
El país no sólo es el que menos recauda entre los países del organismo –incluidos Colombia y Costa Rica de reciente adhesión– también se ubica como el que mayores disparidades presenta en sus estructuras tributarias para gravar los ingresos, que buena parte provienen del trabajo, y la acumulación de capital, a través del patrimonio.
Hasta 2019, México recaudó lo equivalente a 16.5 por ciento del producto interno bruto (PIB). Es la proporción más baja entre las economías que se agrupan en la OCDE y está concentrada en el cobro del impuesto sobre la renta, del que salen 44 de cada 100 pesos en ingresos públicos, y en el impuesto al valor agregado, del que salen 36.4 más.
Lo cual es contrario a lo que pasa con la seguridad social, que representa 13.4 por ciento de la recaudación –según los datos más recientes obtenidos por el organismo–, con el impuesto a nóminas, que representa 2.5 por ciento, y los impuestos al patrimonio, que equivale a apenas 2 por ciento de la recaudación y representan 0.3 por ciento del PIB.
En el marco de un debate global que ha reparado en la necesidad de más
ingresos públicos para sostener el gasto en el contexto de la
recuperación tras la pandemia, así como el fortalecimiento de los
sistemas de seguridad social, en México se ha referido una posible
reforma fiscal para la segunda mitad de 2021.