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MEXICO EN EL INDICE DE DEMOCRACIA GLOBAL 2022

por Santiago López
13-02-2023

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The Economist es una publicación que surge en Londres en 1843, en el siglo XX logra un alcance global y es una de las revistas de mayor cobertura e influencia internacional, consultada por analistas, políticos, tomadores de decisiones y público en general, en prácticamente todo el mundo.

Desde hace tiempo publica índices, indicadores o referentes en materia económica, y desde 2006 el Democracy Index, Índice de Democracia (ID), del cual hace unos días se difundió la versión correspondiente a 2022. A través de una encuesta anual, califica el estado de la democracia en 167 países sobre la base de cinco medidas: 1. Proceso electoral y pluralismo,2. Funcionamiento del gobierno, 3. Participación política, 4. Cultura política democrática y 5. Libertades civiles. Otorgándoles una ponderación equilibrada cuya suma máxima pueda dar 10 puntos y la mínima 0.

El ID ubica cuatro apartados, los mejor evaluados, con las calificaciones más altas están los de democracia plena, cuando cumplen de mejor manera en los cinco indicadores (10 y hasta una mínima de 8); en un segundo escalón se ubican las que denomina democracias defectuosas (con una evaluación entre 6 y antes de 8); en el tercer nivel se encuentran los que denomina regímenes híbridos (con calificaciones que fluctúan entre 4 y antes de 6), cuando los indicadores están por debajo de los mínimos aceptables para las democracias e incorporan componentes propiamente autoritarios; y finalmente los regímenes autoritarios (cuando sus resultados se ubican por debajo de las 4 puntos). En los dos primeros grupos se encuentran los regímenes que pasan la prueba del ID, aunque sea con 6, y en los dos últimos están los reprobados, y por ende no se pueden considerar como democracias.

El ID arroja que, de los 167 países considerados, 21 son democracias plenas (12.6% de los países y 6.4 % de la población), 56 democracias defectuosas (31.7% y 39.3%, respectivamente), 34 regímenes híbridos (20.4% y 17.2%, respectivamente) y 59 regímenes autoritarios (35.3% y 36.9%, respectivamente).

La puntuación global cayó de 5.37 a un mínimo de 5.28, sin embargo, casi la mitad de la población del mundo (45.3%) vive en países con distintos grados de democracia y más de un tercio en regímenes autoritarios.

Los países nórdicos siguen encabezando el ID, con Noruega en primer lugar, Finlandia, lugar 3 y Suecia, lugar 4, además de Nueva Zelanda, lugar 2; completa la lista de los primeros diez, Islandia, Dinamarca, Irlanda, Taiwán, Australia y Suiza. En contraste, los tres últimos lugares los siguen ocupando Afganistán, lugar 167, Myanmar, 166 y Corea del Norte, 165.

Según el ID, en 2016 empezó una muy fuerte “regresión democrática”, o más bien el retorno a regímenes autoritarios en el mundo, donde el número de países democráticos retrocedió, mientras que los autoritarios se incrementaron, hasta 2021, cuando llego a su punto más alto. El propio ID señala que el proceso de deterioro democrático se detuvo en 2022. 72 países democráticos, donde se pasó de 21 a 24 con democracia plena, incorporándose Francia, España y Chile. Las democracias imperfectas pasaron de 43 a 48 y los regímenes híbridos de 34 a 36. Los regímenes autoritarios se mantuvieron sin cambios, destacando China y Rusia, esta última, además con una abierta tendencia militarista y expansionista, por su invasión a Ucrania.

El ID destaca la pronunciada caída en América Latina por el débil compromiso de la región con la democracia, permitiendo que prosperen populismos antiliberales y un calendario electoral no siempre ocupado de las causas democráticas, como el muy frágil caso peruano, que entro en una profunda crisis a partir del intento de golpe de estado del ahora expresidente Pedro Castillo; considera una farsa las elecciones en Nicaragua, cuyo régimen acaba de expulsar a 222 opositores que tenía encarcelados; por otra parte, Chile pasa de democracia defectuosa a plena, junto con Costa Rica y Uruguay. Estos 3 países son una muestra de que es posible consolidar instituciones democráticas, aun en contextos mayoritariamente proclives al populismo y al autoritarismo, como el de Latinoamérica en la actualidad.

El ID 2022 destaca que los países de América Latina que sufrieron mayores retrocesos en sus sistemas democráticos fueron, además de Perú, México, El Salvador y Haití. El caso de nuestro país es particularmente preocupante, por su importancia económica, estratégica y geográfica en la región.

México sufre otro descenso, dentro del grupo de los regímenes híbridos, pasando del lugar 86 al 89 y una calificación de 5.5 a 5.2, respecto de la evaluación del 2021; donde la evaluación más alta la obtiene en participación política con 7.0, en proceso electoral y pluralismo 6.72, libertades civiles baja a 5.55, funcionamiento del gobierno de 5.00 baja a 4.64, y la más dramática disminución en cultura política democrática, de 3.13 a 1.88. Desde que se hacen estas mediciones, México alcanzo su máximo histórico en 2012, con resultados por encima de 7 puntos, pero en 2013 empezó la caída hasta la fecha. Sin embargo, los movimientos prodemocracia a nivel mundial que incipientemente empiezan a frenar el avance autoritario, como el levantamiento de las restricciones impuestas por la pandemia, están llegando a nuestro país, como las movilizaciones, del pasado 13 de noviembre y la anunciada para el 26 de febrero.

Los resultados del ID se obtienen de las opiniones y percepciones de los ciudadanos de cada país, que determinan donde ubican a sus respectivos gobiernos, procesos políticos, sociales y culturales, derechos y libertades de sus sociedades, sin olvidar que toda democracia se compone de un sistema político multipartidista en un entorno competitivo, elecciones libres y justas, un Estado abierto y transparente que respeta las leyes y se compromete con la trasferencia pacifica del poder, medios de comunicación autónomos y libres, sin la influencia del gobierno, además de la preservación de las libertades y los derechos políticos de todos los ciudadanos, independientemente de que sean mayoría o minoría. Es una lucha de la sociedad, más que de gobiernos y partidos políticos.


JRP