logo
header-add

México no es una isla

por Javier Treviño
13-04-2022

Comparte en

Ayer escuché con atención el informe de los primeros cien días del cuarto año de gobierno del presidente AMLOParecería que, para el gobierno de la 4T, México es una isla. En un discurso de una hora, las únicas tres referencias al entorno internacional fueron las siguientes:

  1. “En los tres primeros meses del año 2022 lo más significativo ha sido, para bien, la disminución de la pandemia del COVID-19. Es cierto que otra causa externa —la invasión de Rusia a Ucrania— está produciendo trastornos en lo económico y humanitario, pero, aún siendo lamentable esa guerra como cualquier otra, nada nos causó tanta tristeza y dolor y nada dañó tanto nuestras actividades productivas y sociales, como la pandemia que padecimos en los dos últimos años”.
  2. “El año pasado las remesas fueron de 51 mil 594 millones de dólares y siguen aumentando como nunca: en este primer trimestre han crecido en 18 por ciento en relación con el mismo periodo del año anterior. En poco más de tres años el peso se ha fortalecido en más de dos por ciento con relación al dólar, o sea, no se ha depreciado, como solía pasar. La mezcla mexicana de petróleo se vende en 92 dólares el barril. La economía se está recuperando. El año pasado crecimos cinco por ciento, casi lo mismo que Estados Unidos. La inflación es menor a la de nuestro país vecino del norte. La inversión extranjera ha sido la más alta de los últimos tiempos”.
  3. “Estamos conscientes que fue un acierto el haber renovado el tratado comercial con Estados Unidos y Canadá. Ahora México es uno de los países más atractivos del mundo para la inversión, el desarrollo económico y el comercio. Un dato: a pesar de la pandemia, en tres años el comercio agroalimentario con Estados Unidos pasó de 47 mil 400 millones de dólares a 64 mil millones de dólares, un incremento del 35 por ciento”.

El lunes pasado, el periódico Financial Times publicó una editorial institucional muy relevante sobre la naturaleza cambiante de la globalización y la manera en que la crisis financiera, la pandemia y la guerra han puesto bajo presión las cadenas de suministro.

Unos cuantos párrafos, contundentes, deberían hacer reaccionar a los colaboradores de AMLO, a los legisladores de Morena y sus partidos aliados. Pero no creo que les interese leerlos. En México no sólo perdemos el tiempo, sino también mucho dinero, en consultas sobre revocación, acciones de inconstitucionalidad de leyes innecesarias y contrarreformas constitucionales que lastiman a la nación, mientras el mundo cambia a toda velocidad. Parecería que la 4T es parroquiana y no le interesa el mundo.

Los editores del FT escriben que, cuando el director general de la empresa de gestión de activos más grande del mundo proclama el fin de la globalización, es hora de tomar nota. Larry Fink, el fundador de BlackRock, escribió recientemente en su carta a los accionistas que la guerra en Ucrania, además de los cambios en la cadena de suministro relacionados con la pandemia, había puesto fin a las últimas tres décadas de globalización. Fink espera que más empresas y gobiernos fabriquen y se abastezcan a nivel nacional y regional, en lugar de globalmente. Larry Fink escribe que la guerra marca “un punto de inflexión en el orden mundial de la geopolítica, las tendencias macroeconómicas y los mercados de capital”.

El párrafo central de la editorial institucional del FT es el siguiente:

“De hecho, la crisis financiera, la pandemia y la guerra han centrado las mentes corporativas en cómo las cadenas de suministro globales podrían ser vulnerables en períodos de estrés. Los planes de China para una economía circular pueden convertir un mundo más bipolar en un hecho consumado. Una mayor regionalización será el futuro. El aumento de los salarios en Asia, los precios más altos de la energía y los estándares ambientales y sociales hacen que las cadenas de suministro largas sean más costosas. Las regiones difieren sobre cómo regular los datos y las economías digitales. La política más conflictiva también jugará un papel”.

¡Esto es lo relevante para México! ¡En eso debería estar pensando AMLO! Aunque las autoridades de la 4T no lo vean, ni lo quieran, México es parte de la región de América del Norte. Y en esta nueva conformación geopolítica, debemos aprovechar al máximo nuestra posición, nuestra vecindad. Pero no lo vamos a lograr con retórica, ni ideología, ni políticas públicas que inhiben la inversión privada.

La desglobalización ha estado ocurriendo. Las últimas décadas de globalización crearon una prosperidad sin precedentes. Pero dentro de la mayoría de los países, la desigualdad creció, se estancaron los salarios y se perdieron empleos. Algunos funcionarios, que sólo miran hacia atrás, se quejan de una disrupción tecnológica de los mercados laborales. La solución son los cambios tanto en la política interna como en las instituciones internacionales para ayudar a salvar lo mejor de la globalización.

La brutal invasión rusa de Ucrania y las severas sanciones económicas occidentales que le siguieron, junto con la guerra comercial entre Estados Unidos y China, iniciada por el expresidente Donald Trump, nos han situado en un entorno de riesgo geopolítico, por lo que tenemos que pensar dos veces nuestras políticas públicas que inhiben la inversión privada y reconsiderarar nuestra exposición a China. Las empresas de todo el mundo luchan por encontrar proveedores confiables. México está en una posición geográfica privilegiada.

Las empresas acortarán sus cadenas de suministro y enfatizarán la resiliencia, no sólo la eficiencia. Los gobiernos democráticos y de mentalidad de libre mercado, como los de Estados Unidos y gran parte de Europa, están reevaluando su dependencia de los estados autoritarios para tecnologías y productos básicos. En esta crisis, los países occidentales se han sacudido décadas de letargo de la política económica. Un cálculo sobrio de riesgos y recompensas es justo lo que se necesita ahora.

La globalización siempre ha sido un proceso desigual, con diferencias entre países y conflictos internacionales que reducen significativamente los flujos internacionales. A medida que cambia el panorama, las estrategias globales deben actualizarse, pero también debemos evitar las exageraciones. Tenemos que observar con cuidado los flujos internacionales de comercio, capital, información y personas.

Después de caer en picada, al comienzo de la pandemia, el comercio mundial de bienes se recuperó por encima de los niveles previos a la pandemia antes de finales de 2020 y estaba estableciendo nuevos récords a principios de 2021. En Estados Unidos, el consumo personal real de bienes físicos aumentó un 17% entre 2019 y 2021.

Al igual que el comercio, los flujos de capital internacional también se desplomaron al comienzo de la pandemia y también se han recuperado. La inversión extranjera directa volvió a superar su nivel previo a la pandemia en 2021, y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo dio una perspectiva positiva para el crecimiento de la IED a partir de enero de 2022.

Los flujos de datos internacionales aumentaron a medida que la pandemia envió interacciones en persona en línea. Los flujos internacionales de personas se han visto severamente restringidos durante la pandemia de Covid-19, debido a su potencial para transmitir el virus y sus variantes. La cantidad de personas que viajaron a países extranjeros cayó un 73% en 2020 y aún estaba un 71% por debajo de los niveles previos a la pandemia en 2021.

Las relaciones entre China y sus rivales geopolíticos se han estado deteriorando durante varios años, y es probable que la guerra acelere esa tendencia. Los líderes del gobierno mexicano deberían observar hasta qué punto el desacoplamiento se extiende más allá de los sectores tecnológicos estratégicos. México no debe perder de vista que los países pueden rápidamente desconectarse frente a amenazas extremas. Es hora de que el gobierno de la 4T reconozca que México no es una isla.

Javier Treviño en Twitter: @javier_trevino