Luis Acevedo Pesquera
El escritor Carlos Fuentes advertía en su ensayo sobre La
nueva novela Latinoamericana que “en nuestra realidad delirante” siempre está
presente el “único personaje mitológico que ha producido América Latina”: la
figura del dictador continental.
La idea viene a cuenta por la sucesión de acontecimientos
políticos que van desde la ominosa institucionalización de la consulta popular
para sustituir a la democracia para gobernar desde el plebiscito a la voz del
Supremo para llegar a la extinción de 109 fideicomisos, con lo que se retiran
68 mil millones de pesos que le cerrarán el paso a la investigación científica,
sanitaria, biológica, tecnológica, el campo, la cultura cinematográfica, la atención
a la infancia, las contingencias por desastres naturales y los derechos humanos.
El proceso que privilegia a la militarización del país
porque el fondo para esa causa no se tocó, tiene como objetivo centralizar en
el Ejecutivo recursos escasos en lugar de fomentar el desarrollo productivo.
Además, la cancelación de esos fideicomisos se considera un
triunfo político aunque el oscurantismo de sus intenciones tiende a debilitar a
las instituciones nacionales, favorece el rezago, impide el equilibrio de los Poderes
de la Unión, promueve la incertidumbre y tiende a ser otro factor negativo para
la ciudadanía.
Desde la perspectiva legislativa, el partido gobernante se
ha apartado de su representatividad popular para cumplir exclusivamente los
deseos del Supremo.
Ha sido incapaz de construir una estrategia de largo plazo
capaz de reunir a otras organizaciones sociales para revertir los problemas
estructurales que enfrenta el país. Su rutina es cortoplacista, incoherente,
carente de análisis y sin medir las consecuencias de impedir una planificación
estructurada y sistemática.
Pareciera que el objetivo público es en favor del desorden,
porque les importan los resultados que satisfagan al poder Ejecutivo y que
ofrezcan resultados inmediatos sin importar el futuro que, si bien garantizan
aplausos y afectos inmediatos, cierran el paso al bienestar duradero.
A la fecha, por ejemplo y salvo el estricto cumplimiento de
las órdenes presidenciales, no se percibe transformación en el transporte, la
salud, seguridad o educación, sectores que arrastran profundas deficiencias atribuibles
a causas históricas, sus adecuaciones han sido más para el control político que
para la satisfacción de necesidades.
En el Congreso de la Unión los legisladores de Morena han
sido incapaces de honrar a sus representados, aunque han demostrado que son muy
eficientes para privilegiar el enfoque electorero y clientelar de corto plazo a
costa del desarrollo nacional.
Los legisladores que aprobaron en lo general la reforma que
elimina 109 fideicomisos, incluidos los que se abstuvieron, son ignorantes por
la falta de análisis de su decisión, cobardes por no enfrentar la realidad que
nada tiene que ver con la Austeridad Republicana ni con la recuperación económica
y son mezquinos con el país porque saben que cometen acciones que perjudican a
los demás y se comportan de manera despreciable y ruin.
@lusacevedop