"Lo he estado pensando y creo que quiero quedarme con él", le dijo la estadounidense Shyanne Klupp a la agente del servicio privado de adopción que había contactado al inicio de su embarazo.
Shyanne tomó la decisión de dar a su bebé en adopción en 2009, solo unas semanas después de enterarse de que su esposo en aquel momento era un "criminal peligroso".
"Me enamoré muy rápidamente y estaba tan emocionada de tener una familia... Todo se vino abajo cuando él terminó no siendo quien decía ser", le contó la mujer a la BBC.
Sin embargo, al llegar a la semana 35 de su embarazo, Shyanne cambió de opinión y contactó a la agencia privada de adopciones que manejaba su caso para revisar qué opciones tenía disponibles para poder quedarse con su bebé.
"Ella dijo que los padres adoptivos habían invertido tanto dinero en esto que simplemente me llevarían a la corte y me demandarían para recuperar su dinero", cuenta Shyanne.
"De pronto deberías tener esto en cuenta antes de contarle a alguien más", sentenció la agente.
Se estima que aproximadamente un millón de familias están buscando adoptar actualmente en EEUU. Y la mayoría de ellas prefieren adoptar bebés.
Pero como el número de bebés en el sistema público de adopción no alcanza a satisfacer la demanda, muchos estadounidenses pagan decenas de miles de dólares para cumplir su sueño de ser papás. En muchos casos, este tipo de transacciones ocurre a través de agencias privadas de adopción.
"La adopción privada se da cuando una persona embarazada que no puede o no quiere ser madre de su hijo toma la decisión de trabajar con una agencia o un tercero para poner a la criatura en otra familia, pero de manera absolutamente voluntaria," le explica a la BBC Maureen Flatley, una experta en supervisión y reforma en el sistema de adopciones y bienestar familiar.
Y, a diferencia de lo que pasa en el sistema público, en el que hay agencias federales que supervisan los procesos de adopción, Flatley dice que el sector privado sufre de una falta seria de regulaciones.
"Si fueras a comprar un auto", explica Flatley "tendrías más información sobre tus derechos legales y sobre cuánto cuesta el qué, que cuando quieres traer un nuevo ser humano a tu familia".
Flatley dice que lo que existe en el país es un "panorama crecientemente preocupante en el que a los padres se les presiona para que entreguen a sus hijos".
"Vemos muchas veces que todo termina siendo una decisión económica", apunta.
Shyanne cuenta que, cuando la agente del servicio privado de adopciones le recomendó entregar a su bebé para evitar una demanda, quedó estupefacta.
"Estaba tan conmocionada que me quedé mirándola. En ese momento no sabía que podía recibir algún tipo de ayuda gubernamental. Siento que la agencia me escondió esa información deliberadamente", expone Shyanne.
Y es algo que le ha oído decir a otras mujeres con situaciones similares a la suya. Mujeres que van a grupos de apoyo a compartir sus experiencias con agencias privadas de adopción.
"Son muy pocas las mujeres con las que he hablado que no se arrepienten de haber dado a sus hijos en adopción, porque [muchas] se dan cuenta de que su situación era solo temporal y que solo necesitaban un poco de subsidios o de ayudas o de algo," cuenta Shyanne.
"En cambio, es como si estas agencias se aprovecharan de mujeres vulnerables".
Shyanne recuerda que la primera vez que vio a su hijo fue la última.
Después de casi perder la vida durante el trabajo de parto de tres días y una cesárea, lo primero que hizo al despertar de la anestesia fue pedir ver a su bebé.
"Trajeron a un trabajador social y a los padres adoptivos a mi visita con él [el bebé] y los padres adoptivos trajeron los papeles que yo tenía que firmar, porque no los dejaban ir [del hospital]".
Menos de 24 horas después de haber dado a luz, Shayenne se enfrentaba a una decisión que le cambiaría el resto de su vida.
"Yo todavía estaba extremadamente confundida y estaba con muchos medicamentos del hospital. Sin embargo firmé (...), nunca he vuelto a ver a mi hijo."