Manuel Díaz
En los gobiernos autoritarios, centralistas y
conservadores, el presidente en turno tiene a los secretarios de Estado como
simples “ejecutores”.
“Vamos a hacer una
política exterior no protagónica, no queremos ser ‘candil de la calle y
oscuridad de la casa’. La mejor política exterior, es la interior”.
AMLO.
En los gobiernos autoritarios, centralistas y conservadores,
el presidente en turno tiene a los secretarios de Estado como simples
“ejecutores” de sus indicaciones. En México quien hace y deshace es el
compañero presidente y camarada mas la cancillería no es la excepción, AMLO
conduce los hilos de la política exterior del país.
Su política tiene dos ejes: primero fue el sometimiento a
Donald Trump y al eje asiático Rusia-China; el segundo es asumir el liderazgo
de los gobiernos populistas de izquierda o derecha de América Latina.
La vista de Argentina
Así se demostró en la reciente visita del presidente de
Argentina, Alberto Fernández. AMLO dejó a un lado su discurso demagógico de no
intervención y pactó con su similar de Argentina la creación de un eje que
impulse los intereses latinoamericanos.
Esta alianza la viene gestando desde el día uno de su
gobierno, cuando a su toma de posesiónarribaron los integrantes de su club: Evo
Morales, Nicolás Maduro, Cristina Fernández, Juan Orlando Hernández y Jimmy
Morales, Lenin Moreno, Iván Duque, Martín Vizcarra y Miguel Díaz-Canel con
quienes se configuró un bloque apoyado de una u otra forma por Donald Trump o
Rusia y China.
Una de sus primeras decisiones en materia de política
exterior generó gran confusión en el contexto internacional cuando no asistió a
la reunión del G20, con el pretexto de atender la crisis del huachicoleo. En
cambio, envió una carta donde planteaba la necesidad de atender con premura la
violencia, inseguridad, los daños al medio ambiente y los flujos migratorios.
Una posición ambigua y vaga frente a las 20 economías más importantes del
mundo.
El servil de Trump
Con esta acción dejó clara su posición de sumisión ante el
gobierno de Donald Trump y de hacerle el trabajo sucio frente a las principales
economías del mundo, principalmente en temas como energía, medio ambiente y
telecomunicaciones.
Nunca en la historia un presidente de México se había
comprometido tanto con un mandatario estadounidense como lo hizo AMLO con
Donald Trump.
La única salida de AMLO al exterior ha sido para reunirse
con Donald Trump en Washington lo que marcó su alineación: "Usted no nos
ha tratado como colonia, al contrario, ha honrado nuestra condición de nación
independiente. Por eso, estoy aquí. Para expresar al pueblo de EE. UU. que su
presidente se ha comportado hacia nosotros con gentileza y respeto".
Y afirmó:
“Nosotros, por
geopolítica, tenemos que buscar entendernos con Estados Unidos”.
AMLO.
Pero AMLO no sostuvo esta afirmación cuando Joe Biden llegó
a la Casa Blanca y fue el último mandatario en reconocer su triunfo.
Posteriormente retó a Washington al ofrecer asilo a Julián
Assange y ante la toma violenta del Capitolio convocada por Trump, el camarada
guardó silencio con el argumento de no intervenir en asuntos de otros países.
Sin embargo, cuando se trató del proceso electoral de Bolivia, intervino, juzgo
y actuó en favor del expresidente Evo Morales.
Un desaire más a Joe Biden ocurrió luego de la primera
conversación telefónica que sostuvieron, si bien se dijo que fue “cordial”, no
pasaron ni dos días cuando el compañero presidente, con toda falta de tacto
diplomático, se comunicó con el presidente de la Federación Rusa, Vladimir
Putin, para agradecer su apoyo en torno a unas vacunas que, hasta la fecha, no
han llegado.
Y lo peor, casi a diario en su mañanera acusa a Estados
Unidos de “acaparar” las vacunas en perjuicio de los países latinoamericanos y
nuevamente volver a agradecer el apoyo de Putin.
AMLO y Donald Trump se entendían perfectamente en temas
comerciales y de interpretación del T-MEC, sobre todo en temas de energía,
contratos laborales y del regreso de los monopolios privados y estatales.
Si bien, el espíritu del T-MEC radica en una alianza
regional de libre competencia y en fortalecer la región Norteamérica, la
política de Donald Trump y AMLO, totalmente contraria, avanzaba sin beneficios
para México y Estados Unidos.
La política energética de Donald Trump y AMLO se basaba en
hidrocarburos y no en energías limpias; se privilegiaban los monopolios
estatales en lugar de la competencia; Se negaba el cambio climático en lugar de
impulsar políticas medioambientales. Se puso freno al cambio tecnológico en
telecomunicaciones y se promovió la desaparición de los organismos autónomos.
Todo esto generó alarma y en México las repercusiones ya se empiezan a notar con
la salida de importantes inversiones y el inició de un proceso de acumulación
de demandas legales por incumplimiento del T-MEC.
¿Quién es el aliado?
Lo anterior pone a México en franca controversia contra
Estados Unidos, pero AMLO lo aprovecha para acusar a las empresas extranjeras
de iniciar los litigios, y así recurrir a su vieja e infalible fórmula: hacerse
la víctima ante el “imperio”, y de paso. para buscar el cobijo de China y Rusia.
Así, mientras AMLO demagógicamente se envuelve en la Bandera
para hacer campaña, la política interior en materia de economía, seguridad,
energía, empleo, deuda y gasto “hacen agua”, pero, desde la lógica del
presidente, lo que está muy mal es la política exterior que nos hace
dependientes y vulnerables.
Un mito más, porque la fórmula para evitar al imperialismo,
no sólo el yanqui, sino el ruso o el chino, no es el autoritarismo ni un
nacionalismo mal entendido, es la democracia.