¿AMLO un hombre de izquierda?
Aunque AMLO se empeñe en repetir una y veinte veces que el
movimiento del que proviene es de izquierda, la realidad es otra, muy
diferente.
AMLO no es un hombre de izquierda. No lo es y nada tiene que
ver con hombres forjados en las luchas obreras como Valentín Campa o Demetrio
Vallejo, ni en las luchas sociales como Mario Saucedo, Heberto Castillo o Roger
Bartra.
Autoritarismo priista
Mientras estos luchadores de izquierda iban en contra del
régimen autoritario del PRI, López Obrador se formaba en las filas del priismo.
Durante los años sesenta y setenta AMLO militó en el PRI de
Echeverría, López Portillo, Díaz Ordaz y López Mateos, expresidentes que cita
con frecuencia en sus conferencias mañaneras como los hombres en los que
fundamente su supuesta “Cuarta Transformación”.
Su forma de ejercer el poder es producto de un populismo
clientelar de origen priista, y conservador. Quizá, la única diferencia radique
en que el conservadurismo de AMLO se sustenta en las iglesias evangélicas,
mientras que los priistas mantenían una alianza con la iglesia católica.
Existe una gran diferencia entre la agenda política de la
izquierda progresista y la agenda de AMLO.
Entre los puntos centrales de la izquierda progresista destacan:
la laicidad del Estado mexicano; impulsar la democracia e impedir la creación
de caudillos; fortalecer la participación de la sociedad civil; apuntalar los
organismos públicos autónomos; políticas públicas con enfoque de género;
proteger y ampliar los derechos humanos; erradicar la violencia de género,
respeto a la diversidad sexual; generar desarrollo económico con el desarrollo
sustentable y promover la educación, la ciencia y la tecnología, entre muchas
otras.
Sin embargo, el proyecto que encabeza AMLO se basa en una
política populista, militar, conservadora y clientelar, al puro estilo priista
de los sesenta y setenta: el de la “Presidencia Imperial”.
En sus largas mañaneras AMLO nunca ha mencionado los ideales
de la izquierda mexicana, no ha citado a los luchadores de izquierda ni sus
postulados. López Obrador mandó al baúl del olvido a personajes como Heberto
Castillo, Valentín Campa y muchos más que se comprometieron y ofrendaron su
vida.
En cambio, las citas biográficas en las que se inspira son
la de los priistas del populismo clientelar y represor como Adolfo Ruiz
Cortines, Adolfo López Mateos, Luis Echeverría y José López Portillo.
Cuántas veces en su mañanera no ha cuestionado, incluso a
los priistas, por no seguir y adular al expresidente López Mateos.
Muchos no lo harían y menos quienes son militantes de la
izquierda, porque como lo escribe José Manuel Villalpando:
“López Mateos pudo librarse así de tenaces opositores, como
Othón Salazar, Valentín Campa y Demetrio Vallejo, pero también logró deshacerse
de críticos molestos como el famoso muralista mexicano David Alfaro Siqueiros,
a quien envió a la lúgubre prisión de Lecumberri por haber tenido el
atrevimiento de hablar mal del primer mandatario de la nación. Durante su
gobierno también fue asesinado el líder campesino Rubén Jaramillo junto con su
esposa y sus dos hijos”.
José Manuel Villalpando.
Otro importante escritor, Enrique Krauze en su libro “La
Presidencia Imperial” narra cómo los presidentes del PRI fortalecieron la
estructura vertical y autoritaria del sistema, tal y como lo pretende AMLO.
Krauze comentó sobre Adolfo López Mateos:
“Lo llamativo es que en su sexenio se puso a prueba el
sistema por la izquierda (por la Revolución Cubana y sus avatares) y por la
derecha (por la reacción de la Iglesia y de los empresarios). Y el sistema
salió a flote, se dirá que por la represión -la ferrocarrilera y la de otros
sindicatos-, pero también por la fórmula de extender los beneficios del régimen
de la Revolución. Había palo, pero había pan”.
Enrique Krauze.
Respecto de la obra de Krauze, Lorenzo Meyer, historiador
antes crítico del régimen priista y hoy adulador de la 4T porque su hijo es el
titular de Sedatu, comentaba que el libro es:
“Una interpretación más bien crítica, elaborada desde la
inconformidad con la naturaleza del poder autoritario”.
Lorenzo Meyer.
La reproducción del régimen autoritario del PRI en la 4T es
más que evidente. Empezando por la generación del caudillo y el hombre del
poder: AMLO es el “todo poderoso”, él decide, mientras su gabinete lo adula.
Regresamos a la imposición de caciques, solo hay que ver
quiénes son los candidatos a gobernador, en Campeche, Layda Sansores, hija de
uno de los caciques más grandes del PRI, el ex dirigente del tricolor, Carlos
Sansores Pérez y en Zacatecas, David Monreal del nuevo cacicazgo impuesto por
el expriísta Ricardo Monreal, así se configura la nueva era del priismo
populista en la 4T.
El presidente lejos de impulsar la participación de la
sociedad, la limita, cuestiona a las organizaciones civiles y poco a poco las
ha ido destruyendo para, en su lugar, generar un control vertical con base en
ciertos estímulos gubernamentales, para ello se sirve de su política “social”.
Igual como lo hacía el PRI con sus sectores.
Aparte de cancelar las políticas en favor de los derechos
humanos, retrocedió al machismo y al “pacto patriarcal”, como muestra, la
candidatura de Félix Salgado Macedonio, también el regreso al “dedazo”para
imponer candidatos.
¿Dónde está la izquierda?
En el gabinete no hay un solo miembro de la izquierda, pero
sí del priismo imperial y autoritario como Bartlett, la nieta del secretario de
Hacienda de López Mateos y Díaz Ordaz y el secretario particular de Luis
Echeverría entre otros más.
La 4T de AMLO en sí misma es una negación de la izquierda
mexicana, Morena, su partido es más bien una agencia de empleo y refugio de
oportunistas políticos. Para el presidente es “conservador” de izquierda o de
derecha, da igual, todo aquel que no aplauda su movimiento “transformador”.
Hoy el PAN está más a la izquierda que la 4T y sus aliados.