Un par de meses antes de que Jara, de seis años, comenzara la escuela en Londres en 2020, su abuela en Alemania estaba planeando una sorpresa especial para la niña: un Schultüte gigante, o "cono escolar", una especie de cornucopia de cartón que tradicionalmente reciben los niños alemanes en su primer día de clases.
En muchas familias alemanas, todas las generaciones que pueden recordar han honrado esta tradición. Ni la pandemia ni la cuestión práctica de cómo transportar un regalo enorme a Londres iban a romper la cadena.
Los conos escolares alemanes aparentan ser un regalo muy simple: un gran cono de cartón decorado, lleno de dulces, artículos de papelería y juguetes.
Pero durante los últimos dos siglos, han adquirido un lugar único en la cultura alemana, como un presente muy querido y profundamente simbólico de una generación a la siguiente, que tiene un poderoso significado cultural y psicológico.
Los padres alemanes regalaron conos escolares durante dos guerras mundiales, en los escombros de las ciudades de la posguerra y durante las décadas en las que el país se dividió.
En los buenos tiempos, los conos se llenaban de golosinas lujosas; en épocas malas, con patatas, o nada. El cono en sí era el regalo.
Para muchos alemanes, son el símbolo definitivo de comenzar la escuela y entrar en una nueva etapa de la vida.
"Para nuestra familia, empezar la escuela no es posible sin un cono escolar", dice Jacqueline, la madre alemana de Jara, que trabaja en Londres como entrenadora. "No me puedo imaginar sin uno, es una forma de endulzar el primer día de clases".
En su región natal de Sajonia, el cono se entrega como parte de una gran celebración, con una ceremonia en la escuela y una fiesta en casa. Es algo que extraña en Reino Unido: "Aquí, el primer día de clases es solo el primer día de clases".
Bettina Nestler, cuya familia es propietaria de Nestler Feinkartonagen, el mayor fabricante de conos escolares de Alemania, describe estas festividades de entrada a la escuela "como una pequeña boda".
En Sajonia, donde tiene su sede la empresa Nestler, los conos son especialmente exuberantes y se planifican con hasta un año de antelación.
El cono en sí, conocido en algunas regiones como Zuckertüte ("cono de azúcar"), se encarga incluso en enero, para comenzar las clases en septiembre.
Se cree que Sajonia, en el este de Alemania, es donde comenzó la costumbre de dar conos.
En una de las primeras referencias a la tradición, el hijo de un pastor en Sajonia recuerda que su maestro le dio "un cono de azúcar" en su primer día en la escuela en 1781.
En aquellos días, los conos eran simples, pequeñas bolsas de papel, rellenos de pasas u otros frutos secos.
Hoy en día, pueden medir hasta 85 cm de largo y presentar imágenes de automóviles, unicornios o astronautas, junto con luces LED parpadeantes e incluso botones que producen relinchos o rugidos cuando se presionan.
Pero tanto si se trata de una bolsa de pasas como de un supercono moderno, el significado esencial sigue siendo el mismo.
"El cono escolar es un rito de iniciación tradicional", dice Christiane Cantauw, historiadora y experta en folclore de la Comisión para la Investigación de la Cultura Cotidiana en Westfalia, en el oeste de Alemania. "El niño está dejando atrás los primeros años y entrando en la escuela, y este hecho se toma muy en serio en Alemania. Y la tradición lo deja claro".
Además, el cono marca un nuevo vínculo especial: "A través de la transición a la escuela, el niño se aleja un poco de la unidad familiar", dice Cantauw. "Y con la costumbre de dar conos, la familia crea una reconexión y transmite que 'sí, ahora eres un niño en edad escolar, pero sigues siendo parte de nuestra familia. Te apoyamos y acompañamos en este nuevo camino, como lo hicimos antes'".
Para algunos, el recuerdo de ese vínculo especial dura toda la vida.