No había logrado
asimilar la perversidad y la hipocresía con que se mueven los políticos cuando en
La mañanera, sin pudor y sin decir “agua va”, se escucha un
agradecimiento pero con tal contundencia y melosidad que la piel se puso chinita
y el cuerpo se entumeció. Todos los pensamientos y hasta el estómago se revolvieron
como tormenta porque, vaya usted a saber si todo eso es parte de una conjura o
de la propaganda política transfronteriza; porque después de lo sucedido en
Coahuila e Hidalgo, todo es posible.
Y esto viene porque
apenas unas horas antes de esa sorpresa, la prensa estadounidense había
informado que el presidente Donald Trump tiene varias cuentas bancarias. Lo que
no sería extraordinario siendo que es un hombre rico. Pero lo noticioso es que una
parte muy importante de sus depósitos los trató de mantener en secreto y nunca
declaró que parte de su fortuna está en la Gran Bretaña e Irlanda, pero lo más sorprendente
es que también tiene su guardadito en China, a la que tanto golpea y con la que
emprendió una guerra comercial, seguramente para incrementar la rentabilidad de
su guardadito.
Como buen
político, la cuenta en china está a nombre de una de las 400 compañías que
forman parte de la Organización Trump, que es la estructura empresarial
mediante la cual el presidente y su familia operan sus negocios.
De acuerdo a una
información publicada en el New York Times, que ha investigado las
irregularidades en el cumplimiento de las obligaciones fiscales del mandatario,
descubrió que entre 2013 y 2015 cubrió un total de 187 mil 470 dólares en
impuestos a la Hacienda china y que en esos tres años, no hizo ningún pago a la
Hacienda estadounidense.
Hay que considerar
que de sus depósitos millonarios en Irlanda y en la Gran Bretaña, tampoco ha
informado nada a los estadounidenses.
Imaginen lo que
esto significa cuando Trump ha tratado de construir ante los electores una
imagen de congruencia y de fortaleza política para su último debate televisado
de la campaña electoral frene al demócrata, Joe Biden, al que no baja de apoyar
al socialismo.
Pero no solo
eso. En las últimas semanas, Trump apoyado por su equipo de propaganda para su
reelección han difundido la versión de que Biden tiene fuertes compromisos con China,
mientras oculta con toda la fuerza de la Casa Blanca que su hija Ivanka es
testaferro de la Organización Trump de varias licencias de propiedad
intelectual y diversos productos Chinos.
Con esos datos y
el mismo día del debate de los aspirantes al gobierno de Estados Unidos, uno no
puede dejar de sorprenderse que apenas empezando La mañanera, el
presidente López Obrador se arrancara con un insólito pero muy sentido agradecimiento
“al gobierno de Estados Unidos por su compresión y por su solidaridad, (para)
agradecer al presidente Donald Trump, al secretario de Estado, al señor Pompeo,”
por ayudar a México a cumplir con el Tratado de Aguas Internacionales.
Con elogios
extraordinarios al gobierno estadounidense, pero sin guardar su disgusto ni el
calificativo de “poco responsable” para “las autoridades en Chihuahua y otros
actores” que dijo, han mantenido una “actitud intransigente y politiquera”,
López Obrador rompió con la formalidad diplomática y como claque exaltó un
arreglo cuya negociación resultó más escandaloso y traumático al interior del
país que en el extranjero, como se había asegurado.
No había razón
para que el Tratado de Aguas Internacionales se tradujera en un conflicto
binacional y tampoco había necesidad de una genuflexión desde la máxima
representación de los mexicanos, salvo que fuera parte del arreglo o se
quisiera hacer un guiño a la campaña reeleccionista de Donald Trump.
Como sea, no se
gana para sustos.
@lusacevedop