La guerra civil de Morena abre fue en febrero
Todo pinta para que en febrero se abra fuego directo entre las corrientes “radicales” (“lopezobradorismo puro”) y los “moderados” (de la alianza Monreal-Ebrard) y busquen la destitución de Mario Delgado de la dirigencia nacional de MORENA y se corrijan algunas de las imposiciones en las candidaturas para gobernador y principales alcaldías. Es prácticamente, el grito de guerra de las tribus morenistas por un partido que no terminó de cuajar y que está a punto del quiebre, porque si la corriente apoyada por líder moral y presidente de la República, éste terminará por romper y abrir un nuevo instituto político, el cual está en ciernes y en proceso de construcción de la mano de sus hijos.
Y es que, conforme se aceleran los tiempos y el horizonte del 2024, la calentura futurista sube de nivel entre los seguidores de los aspirantes bendecidos y maldecidos con el látigo del desprecio por la línea dictada desde la “mañanera”.
En cuestión de semanas, las huestes de simpatizantes de la jefa de Gobierno habrán de llevar a cabo una convención cuyo primer paso será recuperar al partido y, el segundo, preparar la expulsión de los impuros que han osado desafiar a Andrés Manuel López Obrador.
Señales de Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard chocando una semana sí y otra semana también, y expectante y nada mudo, un Ricardo Monreal esperando que caiga alguno de los dos para subirse al ring en calidad de desquite y, de no tener la presidencial, quizá la jefatura de Gobierno de la CDMX la esté ya acariciando.
Todos los foros públicos que el cargo que ostentan para lucirse, placearse y exponerse a cuanto medio nacional e internacional lo permitan, pues los morenistas quieren llegar bien populares al momento de las encuestas de simulación democrática.
Olvidan, en este entusiasmado juego, que quizá no serán sólo tres los que estén en la medición por la candidatura y un caballo negro podría aparecérseles en la última jugada, y sobre todo, que la candidatura no es un pase automático a la Silla Presidencial, tanto por la derrota posible como por alguna impugnación que sea un dolor de cabeza.
Por supuesto, lo anterior se da en un ambiente caldeado por cooptaciones presidenciales de priistas y panistas, por la reaparición de políticos tradicionales, viejos políticos, políticos en ascenso y políticos revividos, o sea pasados de vivo, de todos los partidos y colores, quieren participar en la fiesta por la sucesión presidencial, aunque no todos tengan siquiera alguna posibilidad de pasar en la interna de sus partidos o grupos.
Las oposiciones están extraviadas, son casi inexistentes, pero eso sí, muy torpes, porque aprovechan que el ambiente político está candente para subir algunos nombres como presidenciables, que de sobra saben que están perdidos, porque sus gobernadores y ex gobernadores han dejado mucho qué desear.
Hay una crisis en la partidocracia y la ausencia de liderazgos sólidos para la sucesión presidencial 2024 ha abierto paulatinamente el espacio para posibles candidatos emergentes.
El país cambia política y engañosamente, nada está asegurado para nadie, sin embargo, algunos se ilusionan con que uno de los nuevos rostros, aunque de apellidos de viejos conocidos, puedan convertirse en una opción emergente con oportunidad de derrotar al morenaje y subir por encima de las coaliciones y membretes.
¿Quiénes son? ¿Qué tan populares son? ¿Cómo fue que emergieron a la palestra nacional? ¿Qué porcentaje de intención de votos tienen? ¿Qué posibilidades tienes de triunfar? Estas son algunas dudas para no emocionarse tanto, o tal vez sí si logran entusiasmar a esos votantes que rechazan todas las marcas partidistas, se sienten desilusionados, desencantados o traicionados por algunos líderes políticos.
Podrían apuntar que hay muchos nombres más, que las derechas llevarán a Claudio X González sería la carta fuerte, o si Ricardo Salinas Pliego será el Berlusconi de la 4T; que si Gerardo Fernández Noroña podría rebasarlos por la izquierda a “los radicales”, que quizá alguna mujer atacada por el régimen sea la mejor apuesta; pero, siendo serios, ninguno de los anteriores tendría posibilidad alguna de crecer más allá del efectismo político-mediático.
Nada. Los que sí están trabajando y sí podrían dar una sorpresa son pocos, por ahora. Enlistamos por orden de aparición, y tenemos a Enrique de la Madrid Cordero, hijo de un ex presidente de la República, Miguel de la Madrid, curiosamente el mismo al que reiteradamente acusa, sin decir su nombre, Andrés Manuel López Obrador, de haber traído el neoliberalismo a México, quien en su defensa habría de decir que sí; pero que no para mal sino para bien, pues le tocó sortear la crisis económica derivada de 12 años de populismo (de Luis Echeverría a José López Portillo).
De la Madrid Cordero tiene un perfil joven y de presencia ad hoc para las buenas conciencias, lo mismo que su discurso totalmente tecnócrata que no termina por entusiasmar a nadie. Enrique, quien trabajara para el PRI y el PAN, haciendo papel técnico destacado, dice que trae muchas ganas y quiere ser el factótum de los partidos opositores, los cuales, por el momento, sólo están dejando que se promueva en solitario.
El siguiente en el espectro es Lorenzo Córdova Vianello, el flamante y vilipendiado por las redes morenistas presidente consejero del INE, tiene buen manejo de medios, sabe torear adversidades, jala la atención y atiza a sus detractores y críticos. En su papel de villano favorito de AMLO y sus huestes oficialistas, el también académico de la UNAM le ha dado más de tres veces la vuelta a las ofensivas lopezobradoristas en el Congreso y en los foros donde se presenta. Tiene en su sangre la izquierda de su padre, Arnaldo Córdova, ex fundador del legendario Movimiento de Acción Popular (MAP), pero también expresiones racistas que le pesarán en contra si quiere dar el brinco. Habilidoso en el discurso y los entuertos políticos, como quedó demostrado en su comparecencia en la Cámara de Diputados, se ha retratado en el campus de Ciudad Universitaria cuando el presidente y sus voceros más atacaban a la Universidad; se ha dejado tentar y vitorear lo mismo por las distintas corrientes antilopezobradoristas de partidos y formadores de opinión. Aunque la ideología no se hereda, digamos que es lo más parecido a un atractivo candidato socialdemócrata que no encaja en el lopezobradorismo.
El nuevo en el escenario es Luis Colosio Riojas, alcalde de Monterrey, pero quien tiene el mérito en su apellido y en su tragedia personal la proyección política nacional. Su nombre está gustando a muchos en todos los partidos, incluyendo los aliados de la 4T, pero también levantando muchos disgustos como se observó en las recientes ofensivas en su contra desde las redes sociales y de los moneros oficialistas en diarios nacionales. Luis representa el colosismo rejuvenecido, su oferta iría para conquistar a los jóvenes, pero también a los ciudadanos que quieren una tercera opción. Claro, le falta demostrar que al menos como alcalde puede dar buenos resultados. Por ahora, en términos de calificación de desempeño, Colosio Riojas de las encuestas sobre alcaldes, está dando pocos resultados.
A esta lista hay espacio para una mujer, alguien que no vendría de la militancia partidista, ni la disidencia del lopezobradorismo, pero sí desde la crítica, la lucha social y quien construya la alternativa. ¿Y quién podría reunir este perfil? ¿Alguien que levante la mano?
Los anteriores nombres podrían estar los tres en la boleta del 2024, o tal vez como suele suceder, haya reacomodos y entonces veamos una alianza más. Todo puede pasar, por lo pronto, nadie debe descartar que los candidatos emergentes pueden dar la sorpresa y en una de esas hasta darle la vuelta a las tendencias hasta ahora del imbatible partido MORENA en vías de bifucarse.
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